Un Twitter y una fotografía confirman lo obvio, pero también lo oculto: entre el gobierno de Venezuela y el partido Morena, liderado por Andrés Manuel López Obrador, existe una relación que ha ido, en muchos momentos, más allá de lo meramente político.
La embajadora de Venezuela en México, María Urbaneja, cometió el error de publicar en su cuenta de redes sociales una fotografía con el emblema del partido Morena en la que aparecen, junto a ella, dirigentes de ese partido.
Tan incurrió en un desliz que se vio obligada a bajar la imagen y un texto, muy al estilo chavista, que decía: “Celebramos el acompañamiento del partido Morena, su solidaridad y apoyo irrestricto a la Revolución Bolivariana: ¡Viva México, Viva Venezuela!”
El “lema revolucionario” no tiene desperdicio porque evidencia varias cosas: primero, que hay una añeja relación entre las partes que pudimos constatar en 2006, cuando López Obrador instaló en Paseo de la Reforma un plantón que cercenó la economía y la tranquilidad de los capitalinos.
En las carpas y puestos de quienes dormían y comían ahí se advertía la presencia de activistas extranjeros que, sin rubor, hacían evidente su participación exhibiendo propaganda comunista venezolana.
Ese activismo extranjero también lo ha utilizado López Obrador en otras ocasiones. Por ejemplo, cuando cercó el Senado para tratar de impedir la aprobación de las reformas energética y educativa.
Y ahora, en medio del proceso democrático de este año, y de cara a los comicios de 2018 en donde estará en juego seguir con vida o morir políticamente para siempre, invita al gobierno venezolano a intervenir de manera ilegal en un asunto que, como el electoral, compete exclusivamente a los mexicanos.
Lo que hace el tabasqueño es decirle a Venezuela: ayúdenme a instalar en México mi propia dictadura.
El “acompañamiento” a Morena, del que habló la embajadora Urbaneja en su cuenta de Twitter, debería obligar a las autoridades mexicanas a abrir una investigación sobre la posible aportación de recursos del extranjero a ese partido, lo que podría derivar en la tipificación de otros delitos tales como lavado de dinero y obtención de dinero ilícito.
La Procuraduría General de la República está ante un asunto con serias implicaciones de carácter constitucional porque, amén de lo anterior, se percibe a Morena como cómplice del gobierno de Nicolás Maduro para violar la soberanía nacional, y a la embajadora venezolana inmiscuida, con todo cinismo y desparpajo, en asuntos políticos exclusivamente reservados al país.
Es necesario que la Secretaría de Relaciones Exteriores informe en calidad de qué y en qué consisten las actividades de la doctora María de Lourdes Urbaneja Durant.
Todo hace pensar que, en vez de ceñirse a tareas de estricto carácter diplomático, está dedicada al activismo ideológico para importar a México el modelo autoritario y antidemocrático de su gobierno.
Evidentemente ha estallado una guerra diplomática entre México y Venezuela. La presión que está ejerciendo el gobierno mexicano ante la OEA, junto con otras naciones, para poner fin a la dictadura bolivariana ya provocó que la canciller Delcy Rodríguez amenazara con llevar el caso Ayotzinapa ante ese organismo internacional.
Se trata, coincidentemente, del caso al que más tiempo, activismo y difusión ha dedicado Morena en este sexenio. No para resolverlo, por cierto, sino para complicarlo y obtener beneficios políticos.
Resulta cada vez más claro que Venezuela ayuda, de varias y múltiples maneras, a López Obrador, para que instale la hermana dictadura mexicana, muy al estilo de Hugo Chávez y Maduro.