“Escribir, escribir y escribir”, eso fue la salvación, y ahora la motivación de Jean Marie Roughol, quien pasó de limosnero a escritor reconocido. Todo empezó hace cuatro años, cuando Roughol ya instalado para empezar su jornada de mendigo en las inmediaciones del Louvre, se le acercó –sin saber de quien se trataba- el ex ministro francés y antiguo presidente del consejo constitucional, Jean-Louis Debre, para pedirle si podía vigilar su bicicleta por algunos minutos. Aceptó rápidamente a cambio de unas monedas.

A su regreso, Debre y Roughol tuvieron una larga charla que se convirtió en segundos en una especie de amistad, pues Debre consideró –después de la plática y del comportamiento despectivo de la gente al verlos juntos- que sería bueno intentar humanizar a las personas con respecto a la gente que se la pasa en las calles mendigando.

Fue entonces que Debre le propuso escribir su historia y Roughol, aunque temeroso por no escribir correctamente, accedió. A partir de ahí, el trabajo empezó mano a mano a lo largo de dos años y medio, en cafés y hasta en la sede del Consejo. Apoyado por el ex ministro francés por fin, en el 2014, el limosnero parisino publicó su primera obra, (Je tape la manche: une vie dans la rue), “Pido limosna; una vida en la calle”.

“Escucha Jean-Marie, yo creo que tú tienes mucho más que contar que esa gente. Escríbeme tu historia. Escribe tu vida, escribe un libro”, argumentó Debre a Roughol –según información del diario El País-, después de que una pareja quedara sorprendida al presenciar la plática entre el político francés y el indigente.

Asegura Debre, no entender “por qué no resulta raro ser la pluma de personajes mediáticos o políticos que no tienen nada que decir y sí de hombres como él”.

No obstante, la historia sigue, pues la vida de Roughol plasmada en el libro, se transformó en un gran éxito: se han vendido más de 40 mil ejemplares, entrando así a la lista de los más vendidos y convirtiéndose en el nuevo best seller francés.

En el libro, traducido a idiomas como el chino, se puede leer la difícil vida que ha tenido Roughol desde pequeño. Fue abandonado por su madre, y criado por su padre alcohólico, por lo que durante 25 años estuvo vagando por las calles de París en busca de los 85 euros diarios que le permitían alquilar una habitación y poder comer ese día.

“Perdí mi trabajo como camarero a los 22 años y, con el panorama que tenía, no me quedó otro remedio que buscarme la vida, por lo que me dediqué a vigilar que nadie robara las bicicletas de los demás y a parar taxis”, ha relatado en varias ocasiones Roughol en las presentaciones de su libro.

Roughol no termina de asimilar que se ha convertido en un personaje público, al quien llaman las televisoras y los medios franceses para saber no sólo por la historia del libro, sino también por la amistad con el ex ministro.

El escritor dejó atrás aquel sueño que en algún momento tuvo: abrir una crepería, pues asegura que “estos negocios dan muchos gastos y ahora ya tengo un rumbo claro”. Ahora trabaja en sus nuevos retos, su recién creada asociación para personas necesitadas, la segunda parte del libro y una obra de teatro sobre la historia de su vida.