Conocí a Álvaro Espinoza a principios de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando él era asistente del gran maestro, dramaturgo, actor, periodista y jurista Luis G. Basurto, a quien admiré mucho y de quien sólo recibí bondades, siendo yo tan joven (aún no llegaba a los veinte años). En ese tiempo comenzaría la amistad con Álvaro Espinoza, una amistad que sin saberlo me duraría hasta la fecha. Álvaro es actor y escritor, ha incursionado en la novela, la poesía, el periodismo y la dramaturgia. En la actualidad sigue dando impulso a su vocación escénica y no para de participar en producciones y en lecturas dramatizadas pues, tal parece —como aprendió Álvaro muy bien de Basurto—, una de las encomiendas fundamentales de la vida del hombre de teatro es apoyar e impulsar a los jóvenes, a las nuevas voces que van surgiendo al paso del tiempo.

Así, Espinoza participa ahora en Eros-Thánatos, espectáculo de variadas aristas dramatúrgicas, coordinado y emplazado por la infatigable maestra Gabriela Ynclán quien, apoyada por dos jóvenes directores, Jorge Valdivia y Gabino Hernández, presenta con Eros-Thánatos un interesante ensamblaje de textos teatrales —creados en su Laboratorio Taller— entre los que aparece una obra brevísima, pero intensa, bien lograda, espléndidamente estructurada y dotada de un lenguaje poético sobrecogedor, cuya autoría es justamente de Álvaro Espinoza: Juego de espejos, que destaca de entre los jóvenes dramaturgos, justamente por su sólida visión escénica y su maduro entrelazar los diálogos y el devenir teatral, en un Juego de espejos, como reza el título, que confronta al espectador con los más claros ecos del subsconciente, lo que también debe interpretarse como el calar hondo de todo buen teatro. Una obra que llega a lindar los derroteros estéticos y discursivos, lo mismo del teatro de Eugene Ionesco, que el de Jean Genet o Jean Paul Sartre y Samuel Becckett, pero que entiende y expone, con sensibilidad mexicana, el suceder del drama como reflejo de la condición humana es Juego de espejos de Álvaro Espinoza, dirigida con talento por Jorge Valdivia, con una mano rectora suscinta y eficaz que imprime un gran efecto a las actuaciones lógicas y bien temperadas. Los autores de Eros-Thánatos (Paola Patchen, Mario Ramírez Monroy, Artemisa Téllez, Álvaro Espinoza, Claudia Espinosa y Atzin García) tienen algo en común: calidad e interés en llegar sinceramente al público.

Pero apreciar el trabajo sensible de Álvaro Espinoza, la experiencia de vida plasmada por él en el drama escrito, y conocer y disfrutar a este espléndido y recio primer actor y escritor, es posible ahora en Eros-Thánatos, presentándose en el Foro Pan y Circo (Álvaro Obregón 160, Colonia Roma, a tres cuadras del Metrobús Insurgentes), todos los domingos a las 19 horas. La temporada concluye el 25 de junio. La experiencia es entrañable.