La movilidad en la Ciudad de México (CDMX) se ha convertido en un verdadero talón de Aquiles. Todos hemos tenido que vivir los terribles efectos del colapso que se presenta en las principales vialidades; llegar a nuestro trabajo o escuela es cada vez complicado, horas atrapados en el tráfico; transporte público ineficiente e insuficiente; elevadas temperaturas y la mala calidad del aire nos afectan a todos, sean peatones, ciclistas, automovilistas o transportistas.

Las altas concentraciones de contaminantes que hemos vivido en los últimos días provocaron la aplicación de la fase 1 de contingencia ambiental, que implicó restricciones a la circulación vehicular y la suspensión temporal en actividades en obras en vía pública, medidas que son insuficientes para mejorar la calidad del aire, pero que han provocado mayor inmovilidad; por el momento, la única solución por parte del gobierno local que se nos ofrece a los habitantes es el uso de la bicicleta. Pero ¿es realmente viable esta propuesta?

Centrar los esfuerzos en el uso de la bicicleta para contar con una buena calidad del aire parece una visión muy limitada; en la CDMX existen 4.7 millones de autos contra apenas los casi 245,000 usuarios del sistema de bicicletas públicas, es decir que de cada 1,000 autos hay apenas 52 usuarios de bicicletas. Por ende, los proyectos en torno a este medio de transporte están desproporcionados.

Cifras de la Encuesta de Origen-Destino del INEGI señalan que ir al trabajo y la escuela son los principales motivos de viaje en la Zona Metropolitana del Valle de México (que integra la CDMX y 59 municipios del Estado de México). De acuerdo con la encuesta, al día se realizan 21.9 millones de viajes, de los cuales 67.5 por ciento son en transporte público, 28.6 por ciento en automóvil y solo 2.05 por ciento en bicicleta. En promedio, la duración del viaje es de 58 minutos en transporte público y 41 minutos para el privado.

El organismo destaca que, de acuerdo con las cifras de la encuesta intercensal 2015 que también realiza en INEGI, en la CDMX, de los 3.6 millones de personas que salen a trabajar diariamente, solo 70,828 utilizan la bicicleta (1.97 por ciento), mientras que de los 2.2. millones de personas que salen a la escuela, sólo 18,385 (0.83 por ciento) usan este medio de transporte.

Las autoridades parecen no tener idea de cómo reducir el número de autos en la CDMX; cada día la movilidad para estos usuarios es menor, se acortan las vialidades para dar prioridad a acotamientos del contaminante transporte público como microbuses y autobuses, o bien para bicicletas. Si bien los autos de combustión pueden ser sustituidos por tipos eléctricos, híbridos o similares, su número no va a disminuir significativamente ya que las distancias y el número de personas que lo utilizan justifica su uso, al cual hay que agregar factores como la inseguridad, la ineficiencia del transporte público y su saturación.

Si bien existe una red de ciclovías en la CDMX de más de 170 kilómetros, la circulación se concentra en los circuitos de Paseo de la Reforma y el circuito de Revolución-Patriotismo, algunos otros se encuentran con poco o nulo uso. Pese a que el porcentaje de personas que sale a trabajar o a la escuela en bicicleta es tan bajo, los usuarios de este transporte llegan a usar el carril confinado de trolebús o del metrobús, circulan por vías rápidas o en sentido contrario, no usan casco e incurren en infracciones de tránsito y ponen en riesgo su propia seguridad. Son ciclovías para fantasmas.