La noche de la pistola es el título del libro de David Carr, quien escribía para The New York Times, donde publicaba cada lunes sus artículos, y se hizo una figura pública por un documental en dos mil once, donde explicaba la crisis de su “tan amado diario”, como él decía, y el mundo digital. Y dos años después, de su muerte inesperada en la redacción de The New York Times, un infarto fulminante, saldrá el libro en edición en español a finales del mes de junio, se espera que sea un gran éxito, como lo fue en el idioma inglés, simplemente porque utiliza la técnica de la comprobación de datos de una pieza periodística para examinar su propia vida. Método del reporterismo para llegar a la verdad y para mejorar las historias, que él creía infalible, por la gran cantidad de información que se puede recabar a través de entrevistas, consultas de archivos y hemerotecas. Así lo hace con su propia vida, como si persiguiera una exclusiva, porque no se confiaba de su propia versión al indagar un hecho pasado en su vida: lo había amenazado un amigo con una pistola, o él había apuntado a su amigo con la pistola. Todo se vuelve una gran confusión porque este hecho sucede en una fiesta donde la memoria se pierde entre el exceso de alcohol y drogas. Además, ese pasado no se conecta con su presente. Hay un vacío que le hace desconfiar de su memoria averiada por el alcohol y las drogas y al tratar de reconstruir su relato de la pistola se resiste construirlo sobre sí mismo, sabe que su memoria le puede dar información de dónde se encuentra, cómo se llama, lo que tiene que hacer en el día, pero que también su memoria ha sido distorsionada en cuanto lo que sucedió aquella noche de fiesta cambiando detalles u olvidándolos. Desea saber la verdad, lo que pasó en aquella noche de fiesta: empieza a entrevistar a novias, amantes, amigos de farra, a jefes que en el pasado lo despidieron, busca qué artículos escribió por esas fechas, en las hemerotecas. Y se convierte poco a poco en el periodista que se investiga a sí mismo.

El libro La noche de la pistola, Carr, su autor también trata de reconstruir su pasado a través de anotaciones donde se confiesa enfermo: “La gente normal, los que no son borrachos ni drogadictos, cuando se exceden tienen una resaca espantosa y deciden no volver a hacerlo. Y no lo hacen. Un adicto decide que ha habido un problema con su técnica o las proporciones: demasiada coca, o demasiada poca. Fue la ginebra, a partir de ahora sólo alcohol pardo. Y agua, me olvidé de beber agua. O quizá fue la falta de alimento. La próxima vez que quiera tomarme unos traguitos, me pediré un sándwich de queso a la plancha para no tener el estómago vacío, eso lo cambiará todo.”

En fin, es un libro que pronto lo tendremos editado en español, a finales de junio, y podremos conocer parte de la vida de ese gran periodista que fue David Carr.