Las divisiones internas que la reforma sanitaria en el Partido Republicano han provocado que el equipo de Donald Trump haya sido obligado a retrasar la puesta en escena de la polémica ley sanitaria. El texto, que fue anunciado como el sustituto del plan médico público ideado por Obama -conocido como ‘Obamacare’-, se ha visto envuelto en una polémica de grandes dimensiones al hacerse público un informe que deja en mal lugar el resultado de la medida.

Una de las mayores promesas del magnate antes de llegar a la Casa Blanca fue la derogación del ‘Obamacare’ y en su lugar presentó un plan que ha resultado vapuleado por un estudio efectuado por la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), un organismo independiente dentro del Legislativo. El documento denuncia que las consecuencias de la agenda sanitaria que busca aprobar el Ejecutivo conllevaría que en torno a 22 millones de personas perderían su cobertura médica antes de 2026.

Este anuncio, publicado este lunes, ha generado respuesta adversas dentro del redil republicano. Tanto que el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ha sido conducido a retrasar la fecha del debate correspondiente a la discutida ley hasta después del festivo Día de la Independencia de Estados Unidos, el próximo 4 de julio.

McConnell ha tratado este martes de restar relevancia a las fricciones que esta medida abren entre su bancada. El mandatario compareció en rueda de prensa para resaltar que todavía hay una complicada negociación por trabar con el fin de que la mayoría de los senadores republicanos “se sientan cómodos” con los presupuestos de la ley que trata de deshacer el sistema vigente desde que fuera implementado por Obama en 2010. Asimismo, el dirigente ha subrayado que el propio Trump está “muy involucrado” en las negociaciones oara apaciguar las filas conservadoras que no terminan de serle leales. Con respecto a la nueva ley sanitaria de demás epígrafes.

El caso es que la CNN ha filtrado que fuentes del Senado han confesado que la salida adelante de la reforma sanitaria “está pendiente de un hilo” debido a las divisiones republicanas. Estpo se debe a la necesidad que tiene la reforma de contar con el consenso favorable en la Cámara de Representantes a través de los exclusivos apoyos republicanos. Precisamente la senadora conservadores Susan Collins ha sido una de las primeras en afianzar la desunión que podría derrocar la ley antes de ser lanzada.

La representante no ha dudado en salirse de la disciplina de su partido y expuso la obligación de dar un volantazo que les acerque a los demócratas. El estudio publicado por la Oficina Presupuestaria del Congreso “muestra que el proyecto de ley no arreglará el sistema sanitario“, ha declarado Collins.

Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes y uno de los artífices del proyecto, ha salido a los focos para asumir el vendaval y relativizar las conclusiones del informe adverso. “Lo que el CBO está diciendo básicamente es que si no vas a forzar a la gente a comprar (seguro) Obamacare, si no les vas a forzar a comprar algo que no quieren, entonces no lo comprarán”, argumentó el responsable de una ley que haría caer de forma abrupta el número de asegurados, que ronda el 90% por primera vez en la historia del país.

El proyecto de ley del Senado, que Trump ansía que llegue a su escritorio lo más rápido posible, suprime fondos al Medicaid (seguro médico a los más pobres), niega coberturas por dolencias crónicas y penaliza a aquellos no asegurados negándole 6 meses de cobertura toda vez vuelvan a obtener cobertura médica. McConnell y el magnate devenido en presidente no lo tiene fácil: han de sudar para recolectar todos los apoyos que puedan, ya que en la actualidad los republicanos favorables serían 35 de los 52 escaños conservadores.