Si hay algo que quedó asentado en la Organización de Estados Americanos (OEA) es que las mayorías no sirven para hacer contrapeso. De los 29 miembros que componen el grupo hemisférico, bastaron solo cinco para impedir que se adoptara una resolución que buscaba poner fin al conflicto en Venezuela. Granada, Haití, Surinam, Trinidad y Tobago y Antigua y Barbuda se opusieron a poner en vigor un mecanismo internacional que abogue por una solución a la crisis social que afecta a Caracas, especialmente para un cese inmediato de la violencia y convocar a un diálogo inclusivo.

El gobierno de Caracas logró saltar el organismo gracias a que ha subvencionado, principalmente con petróleo, esos países insulares durante años. No hay en evidencia un apoyo ideológico a Maduro, sino un conveniencia económica que no reciben de otro lado.

El mandatario sudamericano puso su destino en su ministra de Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, quien para muchos se mostró carente de profesionalismo, aunque para Maduro lució feroz y combativa. Con un discurso caduco, casi parodiando el de Chávez, Rodríguez hizo muestra de la seudocultura diplomática de un gobierno que vive más de reacciones que de formaciones políticas.

Por otra parte, la actuación del secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray quedó atrapada en lo que a muchos les pareció un balcón para que el madurismo pudiera expresarse tildando cómo ha sido su tradición.

Para el internacionalista José Andrés Camino de Villa, el foro de la OEA solo reflejó una polarización más preocupante que las de otras décadas, caracterizadas por una acentuación de los modelos derechistas e izquierdistas, lo cual trajo como consecuencia las dificultades para encontrar un consenso hemisférico.

El también catedrático de relaciones internacionales en la Universidad La Salle afirmó que el organismo interamericano se encuentra en un momento en que el perfil de Latinoamérica se ha desdibujado desde varios planos que van desde los gobiernos populistas fundados en el culto a la personalidad y, por lo mismo, carentes de institucionalidad, hasta los democráticos moderados que fueron sacudidos por tendencias ultraconservadoras de países como Estados Unidos, otrora hegemonista en el continente. Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía correo electrónico.

Un nuevo hemisferio

¿Cuál es su opinión respecto a esta reunión de la OEA?

La 47 Asamblea General de la OEA ha estado enmarcada por un “realineamiento ideológico” en América Latina mediante el cual algunos de los gobiernos identificados con el denominado Socialismo del siglo XXI tuvieron alternancia política, ya que sus nuevos presidentes han retornado a las líneas neoliberales aplicadas en los años noventa. Ejemplo de ello son Mauricio Macri en Argentina, Pedro Pablo Kuczynski en Perú y Michel Temer en Brasil —este último a raíz del juicio político contra Dilma Rousseff—. En contraparte, en Estados Unidos, el triunfo de Donald Trump ha comenzado a dibujar un esbozo de política internacional de corte neo-realista, el cual puede apreciarse en la confluencia de elementos provenientes tanto del sector empresarial como del estamento militar en su gabinete; lo cual marcará los intereses de ese país en el continente, al menos en el corto plazo. En este escenario, es fácil advertir una reorientación en los intereses y prioridades de la organización, mediante el cual los nuevos mandatarios han intentado establecer —a través de sus ministros de Relaciones Exteriores— los principios de la Carta Democrática Interamericana, en tanto que los países que han conservado regímenes de izquierda están buscando mantener los beneficios económicos de su alineamiento con Venezuela, sin exponerse a ser considerados como “antidemocráticos” en el interior de la OEA.

Escondidos entre los cambios

En especial Venezuela ha criticado el hecho de que está sufriendo un boicot imperialista por parte de sus propios aliados en la zona, ¿qué opinión tiene de esto?

Como consecuencia de los más recientes procesos electorales en el último año en el continente, varios de los antiguos aliados del actual régimen de Venezuela han tenido cambio de gobierno, motivo por el cual han reorientado sus políticas exteriores, en defensa de la democracia liberal y del respeto a los derechos humanos, situación que demuestra que las antiguas alianzas de los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela) con Lula da Silva (Brasil), Cristina F. de Kirchner (Argentina) y Rafael Correa (Ecuador) fueron de carácter personal, de lo cual se deriva que, al no encontrarse lo suficientemente institucionalizadas, dejaron de ser efectivas, una vez que los personajes citados dejaron el poder. Por esta razón, algunos de los actuales mandatarios han buscado “diferenciarse” tanto en el interior de su país como en sus respectivas políticas exteriores. Actualmente, solamente Daniel Ortega (Nicaragua), Evo Morales (Bolivia) y algunos socios del chavismo entre los Estados Insulares del Caribe siguen en el poder, lo cual los ha aislado diplomáticamente en el interior de la OEA, por lo que se han mantenido “neutrales” a lo largo de los trabajos de la presente Asamblea General. Por lo tanto, algunos de los antiguos aliados de Venezuela se incorporaron al llamado G14, el cual ha venido impulsando una serie de proyectos de resolución encaminados a condenar la situación actual por la que atraviesa ese país, en especial en relación con la organización de una Asamblea Nacional Constituyente en ese país, así como la represión que están sufriendo las marchas opositoras. Por lo tanto, el secretario general de la OEA Luis Almagro ha insistido por medio de los canales diplomáticos en la necesidad de respetar el orden constitucional en Venezuela, además de facilitar la alternancia gubernamental en ese país.

Recuperar liderazgo

Según expertos, la actitud de México, a través de Luis Videgaray, demuestra que está buscando complacer al gobierno de Donald Trump al presionar por una solución en el conflicto venezolano. ¿Cuál es su posición al respecto?

El secretario de Relaciones Exteriores ha tratado de usar la política exterior como una herramienta de legitimación interna al igual que como sucedía durante la mayor parte del siglo XX. En este contexto se puede apreciar un doble juego: por una parte se pretende “recuperar” el liderazgo perdido en América Latina ante la crisis interna por la que atraviesa Brasil. De igual manera, el partido en el poder busca establecer algún tipo de “alianza” con Estados Unidos con el fin de obtener un consentimiento tácito de este último en sus posibilidades de prolongarse en el poder por el próximo sexenio, así como de impulsar la agenda norteamericana que busca la adopción de un mecanismo similar a la Iniciativa Mérida que permita el combate al narcotráfico y al crimen organizado, desde una perspectiva mesoamericana. En suma, nos encontramos en un momento de alineación entre los intereses del gobierno estadounidense y mexicano en América Latina.

Mantener prebendas

¿Cuál es la tendencia que ha mostrado el actual foro de la OEA?

La actual Asamblea General de la OEA ha mostrado un bloque “democrático” encabezado por México (G14) por medio del cual se ha intentado hacer prevalecer el espíritu de la Carta Democrática Interamericana. El proyecto de resolución presentado por México ha intentado evidenciar el carácter presuntamente no democrático del régimen de Nicolás Maduro, así como de intentar condenar la realización de una Asamblea Nacional Constituyente en ese país, la cual no se aprobó al no conseguirse una mayoría calificada de 24 votos (2/3 de la Asamblea General).

De igual manera, se perciben otros regímenes a la “defensiva” (Bolivia, Ecuador, El Salvador) los cuales buscan evitar romper con el régimen chavista sin ser percibidos como no-democráticos en el sistema interamericano, al mismo tiempo que buscan conservar sus prebendas (p. ej., países como Belice o San Vicente en relación con Petrocaribe), ya que estas son vitales para su sostenimiento económico.