Para Donald Trump, tal vez Rusia pueda pasar, pero no Cuba. Este viernes, el presidente estadounidense decidió tirar por la ventana los avances que la administración de Barack Obama había logrado para tratar de recomponer la maltrecha relación entre Washington y La Habana.
De entrada, limitará los viajes a la isla y prohibirá cualquier acuerdo militar con el gobierno de Raúl Castro, que en más del 60 por ciento presenta la economía cubana. Esto es porque le tocaba cumplir las demandas de los cubanos conservadores de Florida que en noviembre pasado decidieron apoyarlo si echaba atrás los avances en el descongelamiento logrados por su antecesor demócrata. Trump dijo que su intención es exigir cambios en Cuba, principalmente en materia de libertades y derechos humanos.
“La política de Obama sólo ha servido para incrementar la represión. Vamos a dar marcha atrás y dar el poder al pueblo cubano frente a los elementos represivos del régimen. Habrá cotas, de forma que si hay liberación de presos o elecciones, avanzaremos”, señala un portavoz de la Casa Blanca.
Contra el gobierno cubano
Trump respetó por el momento el tema de las remesas, también seguirá permitiendo los vuelos comerciales, así como el tráfico de cruceros, pero no detuvo la política de pies secos, pies mojados que permitía a los cubanos entrar sin visa en territorio estadounidense.