Arturo Amaro

Gonzalo Valdés Medellín

Son treinta años de trayectoria y cinco de haber fundado el espacio teatral Off-Spring para el teatro independiente, es lo que celebra el dramaturgo, actor, director, productor, docente y promotor cultural Arturo Amaro, autor de obras como Bonanza… como en aquellos tiempos, Cuando éramos los campeones, Sangre: Simplemente… sangre, Tiempos de acero, Indiciados por decreto, La agonía de la memoria, Los hombres del arcoiris, Alucinaciones del pasado, Fausto, Einstein, entre muchas otras. Arturo Amaro estudió la licenciatura en Literatura dramática y Teatro de la Facultad de Folosofía y Letras de la UNAM, en el periodo 1982-1984 y se ha destacado por ser un profesional de la escena que ha recibido varios reconocimientos por parte de la crítica especializada en nuestro país. Dramaturgo prolífico e inventivo ha enfrentado dos vertientes en su expresión artística: el teatro de corte urbano y el teatro didáctico, por medio de lo cual ha logrado llegar a un público mayoritario, colocándose entre los autores mexicanos más representados en los últimos años y con mayor número de espectadores. Simplemente, Bonanza… ha sido escenificada en más de cinco mil ocasiones desde su estreno el 5 de octubre de 1992, y aun cuando la maestra Luisa Josefina Hernández la consideró —afirma Amaro en entrevista— “una obra muy mal escrita”, y recuerda que la decana maestra agregó: “yo te repruebo”. Rascón Banda le dedicó una crítica en donde también decía que no pasaba la prueba ni de dramaturgia ni de dirección. No obstante, el público retacaba y ovacionaba la puesta en escena de esta primera obra del entonces novel hombre de teatro, y hasta la fecha Bonanza… continúa representándose con éxito y a teatro lleno. “Fue algo mágico —rememora Amaro— porque finalmente la gente aprobaba la obra, le gustaba, la recomendaba y salía muy contenta del teatro. Fue tal el éxito que me animé con la siguiente: Cuando éramos campeones y también fue un éxito. Pero Rascón me rogaba que fuera a su taller pues decía que necesitaba enseñarme dramaturgia. Nunca fui, no por otra cosa, sino porque el tiempo lo dedicaba a montar y a estrenar. Al paso del tiempo, me he dado cuenta que bien o mal, los textos que he escrito funcionan. Tengo críticas muy buenas de varias de mis obras y no he dejado el gusto de seguir escribiendo. A mí escribir no se me complica”.

“Las obras son hechos, son sucesos, tiene que pasar algo en ellas —asienta el dramaturgo—. Bonanza… cuenta la historia de un niño con parálisis cerebral al que su mamá, que es prostituta, odia y quiere que se muera”, este es un caso verídico que Amaro vivió de cerca con unos vecinos siendo él muy niño, la historia se quedó en su memoria y desembocó en la creación de Bonanza…, una obra “sobre la ignorancia —explica Amaro—, pues la mamá del niño creía que éste había nacido loco y desconocía por entero que en realidad tenía parálisis cerebral”. Amaro fue visionario adelantándose veinte años a un tema hoy muy en boga: el bullying. Así, Bonanza es un parteaguas en la dramaturgia de Amaro, pues marca lo que bien puede definirse como nostalgia de la infancia. Sin embargo, Amaro acota que es también la “nostalgia del barrio, de personajes populares, de la vida del barrio”. De esa nostalgia, el autor va hacia la era de Internet y hacia el teatro histórico. “Me gusta mucho escribir teatro histórico —asienta—, ir al pasado y desmitificarlo. Por ejemplo el tema de Villa me dio para una obra que sigue muy vigente y que me siguen pidiendo, no me dejan descansarla. O el tema de Einstein o de Van Gogh. Y cuando escribo algo de personajes históricos es porque me llamó mucho la atención la forma de vivir de dichos personajes. Me gustaría escribir algo sobre Freud pero aún no he leído lo suficiente sobre él. De quien sí me encantaría escribir ya es de Horacio Quiroga, un hombre bipolar con una familia destructiva también, la vida de Quiroga es tan mágica como sus Cuentos de la selva o sus Cuentos de amor y locura”.

Amaro está habituado a trabajar para un público numeroso. Refiere: “Desde mi primera producción (La Insurgenteada de Hugo Fragozo, basada en Los pasos de López de Jorge Ibargüengoitia) me acostumbré a que en mis obras hubiera mucha gente, el público nos daba portazo en las Cárceles de la Perpetua”, comenta Amaro quien dice querer a todas sus obras, aun aquellas en las que el experimento que emplazó no llegó a cohesionarse del todo. Pero es La agonía de la memoria la que más orgullo le significa, “la historia de un boxeador, en seis rounds, que lindó los lenguajes del espectáculo, la historia sucede en Guerrero, el personaje es boxeador y drogadicto”. Hay una patente en el teatro de Amaro, el teatro didáctico, el teatro que enseña, el teatro del que se aprende. “Siempre he tenido como objetivo el crear un público para mi teatro, dejando una enseñanza. Y creo que lo he logrado porque el público entiende y comparte mis obras y lo que digo en ellas”. Y hablando de lo didáctico y como maestro que ha sido durante tres décadas, le pregunto: ¿qué cosas buenas rescatas del actual panorama educativo?: “Muy pocas, empezando porque se ha perdido el gusto por leer. Las mismas autoridades te obligan a que pases a los chamacos aunque no sepan nada, ni siquiera leer. Salen sin saber hacer cuentas. Lo que quiere el gobierno es tener obreros iletrados y eso están formando, por eso los están frenando. No puedes tener rigor con los chavos ni te permiten que los repruebes. Hay muchas carencias; respeto más la educación privada que la pública, los libros de texto están llenos de incoherencias. Las escuelas privadas están dando la opción de que los estudiantes salgan mejor preparados”.

¿Crees que tu teatro ha sido menospreciado por la “intelectualidad”? —infiero—. Porque el público no te ha menospreaciado, el público abarrota tus obras. Amaro responde: “No, yo creo que no ha habido menosprecio. Lo que pasa es que no hay acercamiento con cierto tipo de personas. Por otra parte, yo no puedo considerar intelectuales a aquellos que han estado chupando de la vaca de la Secretaría de Cultura (antes Conaculta) que da becas muy “selectivas”, pero no le importa que hagan buen teatro ni que estén los teatros vacíos, pero les dan becas. Yo prefiero que te conozca la gente, a tener una beca. Prefiero estrenar. Un premio verdadero es que la gente vaya y vea tu obra, no que ganes un premio y nadie conozca tu trabajo; o terminen tus ediciones, pagadas por las instituciones, en la basura, porque nadie las compró. Por eso siempre he preferido la independencia”.

El 15 de junio Amaro celebrará cinco años de haber fundado el Foro Off-Spring, sito en Francisco Pimentel 14, Colonia San Rafael, a un costado del Teatro Aldama, anunciando ya el estreno de Canción rota para un perdedor fortuito, monólogo escrito y actuado por el propio Amaro y que es dirigido por Benjamín Bernal. “Esta Canción… toca el tema de un vagabundo que anda buscándose a sí mismo y encuentra la desgracia”, explica. Y añade que Off-Spring “ha sido un esfuerzo titánico —en conjunto con su esposa, la también actriz, directora y productora Adriana Enríquez— lleno de aprendizaje”, donde Arturo Amaro, creador mexicano, ha podido ver de nueva cuenta que el público recibe con beneplácito y entusiasmo su trabajo, un teatro sincero, humano y cuestionador que ha formado públicos a lo largo de tres décadas.

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