En apenas tres meses, Reino Unido ha sufrido tres ataques terroristas. El primero tuvo lugar en el puente de Westminster, cuando un hombre arrolló también a viandantes para luego apuñalar mortalmente a un policía que custodiaba el parlamento británico, en total cinco muertos. El segundo, hace menos de dos semanas a la salida del concierto de Ariana Grande en Mánchester, con 22 fallecidos. Y el tercero, la noche del sábado con siete muertos y casi medio centenar de heridos en la capital británica.
La ‘premier’ Theresa May, como consecuencia de los ataques perpetrados en el puente de Londres y en el mercado de Borough, ha propuesto revisar la legislación antiterrorista y ha establecido un plan con cuatro medidas nuevas.
“Hay demasiada tolerancia hacia el extremismo en nuestro país”, dijo en un breve discurso ante el número 10 de Downing Street, su residencia oficial en la capital británica. “Derrotar a esa ideología es uno de los grandes retos de nuestro tiempo, pero no se puede hacer tan solo con intervenciones militares”, afirmó May, quien apostó por acabar con los “lugares seguros” para los extremistas en el “mundo real”.
Para aumentar la seguridad, la primera ministra anunció que se introducirán restricciones a los sospechosos de terrorismo que no han sido procesados por ningún delito y que están en el “radar” de los servicios de inteligencia. El segundo, está relacionado con internet y las redes sociales, para ello se reclamará por ley la “tolerancia cero” y la máxima colaboración de los gigantes de la red para atajar el terrorismo. Para acabar con la amenaza desde la raíz, se colaborará también con las comunidades islámicas, lo que requerirá en ocasiones que haya que mantener “algunas conversaciones difíciles o embarazosas” tanto en el sector público como en el privado. En último lugar, se otorgarán más poderes a la policía para actuar de la forma más efectiva. No obstante, recalcó el buen trabajo de los cuerpos de seguridad en el último atentado.