Los combustibles fósiles tenderán cada vez más hacia un declive evidente. De hecho, se ha determinado que su pico de producción llegó a su nivel más alto en 2004. Esto quiere decir que, si bien todavía habrá crudo en el planeta, será cada vez más difícil de llegar a sus yacimientos, muchos de los cuales se encuentran a profundidades que superan los ocho mil metros de profundidad.

En 2012, el gobierno de Barack Obama se fijó como objetivo que en 2035, Estados Unidos produjera 80 por ciento de la electricidad por vías alternativas, sobre todo proveniente de la energía eólica y solar.  También manifestó su intención de convertir Estados Unidos en el primer país con mayor cantidad de vehículo híbridos y eléctricos para 2019.

En 2015, Washington firmó el Acuerdo de París y con ello se suscribía a las políticas globales para reducir las emisiones tóxicas al medio ambiente, siendo el país que más contaminantes produce en el mundo, seguido por China. Dos años después, su sucesor Donald Trump decidió echar atrás ese compromiso, el cual afirma que solo va en detrimento de la industria estadounidense. Trump confía más en el lado fósil de la energía que en iniciar un nueva era de producción energética limpia. Sus negocios con Rusia, otro de los grandes productores de crudo en el mundo, parecen ir de la mano con una plena ambición monetaria en detrimento de un planeta limpio y donde el esfuerzo mundial permita contener en menos de dos grados la temperatura global que ocasiona el cambio climático.

Su decisión de retirarse del mayor pacto ambiental en la historia de la humanidad fue considerado por nacionales y extranjeros como “darle la espalda al futuro”.

En entrevista con Siempre! la coordinadora de programas de la Fundación Heinrich Boell-México Dolores Rojas afirmó que Estados Unidos ha sido poco respetuoso de los compromisos ambientales, prueba de ello es que es el principal país emisor de gases contaminantes y ha considerado la firma el Acuerdo de París más como un apoyo moral que como un real apego a las normas ecológicas.

Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía correo electrónico.

 

Falta de compromiso

¿Qué repercusiones económicas y políticas tendrá la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París?

La renuncia en los hechos de Trump a continuar con el liderazgo climático global deja un vacío que de inmediato será ocupado por otros actores.

Liderazgos como el de Francia, Alemania e incluso China estarán más fuertes y presentes en la arena climática internacional. Y quizá, luego del anuncio de actores estadunidenses —empresarios y alcaldes— en apoyo al Acuerdo de París, empecemos a ver actores e inversiones que se mueven en sentido contrario del discurso del presidente Trump.

Lo más probable es que las peores repercusiones las viva el propio Estados Unidos en el interior de su país. Justo tras el anuncio de Trump de retirarse del acuerdo climático de París, los alcaldes de 61 ciudades, que representan a 36 millones de estadounidenses, anunciaron en una declaración conjunta que adoptarían los objetivos del Acuerdo de París y fortalecerían las relaciones con el mundo con el fin de proteger el planeta y crear una economía de energía limpia.

 En Estados Unidos y alrededor del mundo, el cambio hacia las energías renovables es irreversible. Las energías renovables son cada vez más competitivas y se han convertido en alternativas de inversión atractivas. En los últimos ocho años, el costo de la energía solar y eólica ha disminuido en 80 y 60 por ciento respectivamente.

De hecho, las mejoras tecnológicas y el acceso de las energías renovables están cambiando el paisaje energético de Estados Unidos, incluyendo estados tradicionalmente republicanos. Por ejemplo, Kansas: mientras que en 2005 menos del uno por ciento de su energía provenía del viento, en la actualidad la energía eólica alcanza 30 por ciento de la generación total de energía. En todo el país, dos terceras partes del total de la capacidad de generación instalada en 2016 es eólica y solar.

 

Reconsiderar las alianzas

La semana pasada, la canciller Angela Merkel señaló que ya no se puede contar con Estados Unidos ni con Reino Unido como aliados, ¿estamos viendo algún cambio en el concepto de las alianzas?

Sin duda habrá un cambio en las alianzas, al menos frente al cambio climático. Claramente Francia se ha puesto al frente para tender puentes con la ciudadanía estadunidense que sí está a favor de la acción climática global: la comunidad científica, muy visiblemente. Esto es muy interesante frente a un discurso de Trump que descalifica el pensamiento crítico y científico y que en los hechos se traduce en disminución de presupuestos para la investigación.

En donde sin duda habrá un efecto que no se puede ignorar, es en el compromiso financiero que Estados Unidos había asumido con Obama. La salida del Acuerdo de París formaliza lo que ya estaba decidido desde la presentación del presupuesto 2018 —hecho unas semanas antes: bajo su administración no habrá apoyo de Estados Unidos para que los países en desarrollo alcancen sus metas climáticas.

Hay que recordar que muchos países en desarrollo habían indicado claramente sus metas no condicionadas (es decir que podían realizar con los recursos propios), y sus metas condicionadas, sujetas a los fondos internacionales para el clima, establecidas en sus contribuciones nacionales intencionadas (INDC) presentadas en el camino hacia la Cumbre del Clima de París.

Por ejemplo, implementar el INDC de los 48 países más pobres podría costar tanto como 93 billones de dólares por año, y un monto importante proviene de fuentes internacionales. Un país clave como India ha condicionado todos sus costos de implementación de INDC, en 2.5 mil millones de dólares, lo que significa más de 15 años del apoyo financiero internacional.