Entrevista con Carlos Alberto Bautista/Universidad La Salle*

Cuando todo parecía indicar que Donald Trump estaba tomando conciencia de sus acciones, se le ocurre criticar a uno de sus aliados más importantes no solo en la escena estratégica, sino en el plano económico global. Alemania ha sido parte importante en la historia de Estados Unidos en muchos aspectos. La población estadounidense cuenta con un amplio sector de origen germano proveniente de una migración efectiva desde 1670, cuando los primeros grupos importantes de migrantes alemanes llegaron a las colonias británicas, sobre todo a Nueva york y Pensilvania.

Esta misma migración se ahondó durante el siglo XIX, cuando se especula que llegaron al país más de ocho millones de alemanes. Una de las promesas que hizo atractiva la tierra de las barras y las estrellas era el derecho a la propiedad privada y la libertad religiosa; dos aspectos que estaban ausentes en la Europa de esa época.

En la actualidad, Estados Unidos tiene la mayor comunidad alemana en el continente americano, la cual se estima en 50 millones de personas. Los germano-estadounidenses son, de hecho, el grupo étnico más grande del país, por delante de los irlandeses y los ingleses.

Al igual que los mexicanos, la población germano-estadounidense forma parte de la historia de Estados Unidos, y durante la administración del magnate inmobiliario han sido las dos comunidades más criticadas durante lo que va de su gobierno. Durante la cumbre de la OTAN en Bruselas, Trump dejó entrever que el concepto que dio origen a esta estructura militar ya es caduca. Ya no está la época de la reconstrucción de la posguerra, tampoco los miedos por el comunismo soviético, y uno creería entonces que tampoco tiene caso que exista un liderazgo estadounidense, que además le está costando muy caro a la economía más grande del planeta.

Trump se dirigió específicamente a Alemania como si fuera un país problemático y causante de los males que privan en el actual escenario internacional; lo hizo con un tono de abierta hostilidad política que no dudó en amenazar con una guerra comercial.

Para el catedrático de la Universidad La Salle, Carlos Alberto Bautista, Donald Trump muestra un lado ingenuo al identificar a Alemania como un enemigo franco de la economía estadounidense, pues la misma población norteamericana es la que busca los productos germanos por su calidad y competitividad. El también experto en derecho económico señaló que la Unión Europea, con Alemania, como su principal motor de desarrollo, ya no es un negocio para Washington como lo fue durante la época de la posguerra, cuando le prestaba a Europa y, con ese mismo dinero, le compraba a Estados Unidos.

Le presentamos la entrevista que nuestro experto concedió a Siempre!

Durante la gira realizada por Donald Trump a Europa, este acusó a Alemania de haberse aprovechado del mercado estadounidense y señaló que según Berlín tiene un superávit de más de 50 mil millones de dólares, ¿qué opina?

En nuestro mundo globalizado, el intercambio comercial de un continente a otro está cada vez más activo, por lo tanto, los consumidores son los que deciden, en última instancia, que producto quieren: la mercancía local o la mercancía importada de otro país. En este contexto, en los últimos años los consumidores norteamericanos son los que han decidido comprar el producto alemán y no el producto estadounidense; las razones son varias, pero las más importantes: la calidad y el precio. Por ejemplo, un norteamericano decide libremente que comprar: un automóvil Lincoln o un Cadillac hecho en Estados Unidos de América, o bien, un Mercedes Benz o un BMW fabricado en Alemania, la respuesta es más que obvia: prefieren el producto importado, no tanto por el precio, porque puede ser superior, simple y sencillamente, por la calidad, el prestigio y la confiabilidad de la marca.

Podemos responder que los alemanes no son los culpables de tener un índice de superávit comercial, con respecto de Estados Unidos de América, en realidad se debe al consumidor norteamericano, lo que refleja la falta de conocimiento de Donald Trump y de su equipo de trabajo.

Por otra parte, sí Trump pretendiera aumentar los aranceles a los automóviles, como resultado de la Reunión Ministerial de Doha, Qatar, en 2001, el gobierno norteamericano se comprometió a tener un arancel consolidado, para los automóviles fabricados en cualquier país integrante de la Organización Mundial de Comercio (OMC), del 2.5 por ciento, por lo tanto no podría aumentar los aranceles a los automóviles fabricados en Alemania a una cifra superior a este porcentaje, y en caso de hacerlo, el gobierno de Alemania tendría todo el derecho de solicitar a la OMC el establecimiento de un Órgano de Solución de Diferencias (OSD) para que resolviera esta controversia, sabiendo de antemano quién tendría la razón y quién ganaría. En resumen, la culpa no es de los alemanes, sino del consumidor estadounidense que prefiere la calidad y el prestigio ante el precio.

Tras la gira de Trump, Merkel dijo que la Unión Europea ya no puede contar con EU ni RU como aliados, sino solo como amigos, ¿estamos viendo el inicio del desmoronamiento de la Unión Europea y de la alianza euroatlántica?

Es un reacomodo de fuerzas, porque ahora cada quien prefiere ayudarse a sí mismo que ayudar a otros. Cabe recordar que en la reconstrucción de Europa, particularmente de Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de América apoyaron en esta tarea, con el famoso Plan Marshall, y como los europeos no tenían dinero, primero les prestaron los recursos económicos, y con ese efectivo compraron los materiales a los propios norteamericanos: negocio redondo, porque primero te presto y luego con el mismo dinero me compras los materiales a mí.

Sin embargo, con las últimas crisis económicas, ya nadie quiere ayudar, sino que lo ayuden, por lo que aparentemente su alianza estaría en entredicho, pero en el momento de tener una amenaza real, renacerían las alianzas.

Los británicos votaron por el sí a la salida de la Unión Europea (brexit), porque estaban cansados de aportar fondos para los países con problemas económicos fuertes, por ejemplo, cuando fue la crisis económica de Grecia, los británicos tuvieron que apoyar con millones de libras esterlinas, por lo que ahora prefieren que ese dinero se quede en Gran Bretaña, y no en un tercer país. Lo que no pensaron fue que en el supuesto de que Reino Unido tuviera en el futuro un problema económico fuerte, la propia Unión Europea los apoyaría con recursos, pero al estar fuera, cada quien asume sus riesgos futuros.

La admiración de Trump hacia Rusia ha provocado que incluso Alemania tenga que voltear los ojos hacia ese país en la construcción de una nueva Unión Europea, ¿sería el inicio de una nueva era a través de la exclusividad económica y estratégica?

Cuando en 2014 se desató la “Crisis de Crimea”, en donde Rusia y Ucrania se disputaban el dominio de esa región, el gobierno norteamericano, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) impusieron sanciones económicas muy fuertes a Rusia, por lo que este país quedo aislado comercialmente, porque su intercambio comercial con otros países casi desapareció, por este bloqueo comercial.

En este escenario, todo el mundo esperó que a Rusia le iría muy mal, porque nadie le compraría, pero sucedió lo increíble: al ser la Federación Rusa un país enorme, entonces, miraron hacia dentro, es decir, lo que fabricaban ahí lo consumían ahí, sin depender de los productos importados. Esto fue un verdadero éxito comercial, porque renació el nacionalismo ruso: vamos a comprar nuestras propias mercancías para dar empleo a nuestras propias familias.

Es lo que admira Donald Trump, porque le encantaría que los norteamericanos compraran productos locales y no importados. Lo que no toma en cuenta es la enorme diferencia entre los salarios en Estados Unidos de América comparándolos con otros países, entre ellos Rusia, porque el producto norteamericano es caro y de media calidad, por lo que compite con productos importados de mejor calidad y con precios más competitivos, por lo que es muy difícil de lograr el sueño de Trump.

Alemania tiene una capacidad industrial muy grande, por lo que si logra vencer el bloqueo económico de los demás países, los alemanes podrían vender en el enorme mercado ruso, un mercado en donde el producto importado es casi nulo. De ahí la importancia estratégica que tiene Rusia en los últimos años.

*Catedrático de la Facultad de Negocios, Universidad La Salle. Experto en comercio internacional, derecho internacional, relaciones comerciales internacionales y derecho económico.

Nadie obliga a comprar lo hecho en Alemania

“Nadie obliga a los consumidores estadounidenses a adquirir autos, maquinaria, medicina o tecnología electrónica con el sello Hecho en Alemania, que son los bienes que Alemania más exporta a Estados Unidos. Si lo hacen es porque los productos los convencen. Por cierto, las empresas alemanas invierten una buena parte de sus ingresos en Estados Unidos donde han creado 700,000 empleos.

“Al mismo tiempo, la preocupación por el superávit de las exportaciones que registra Alemania en su relación comercial con muchos países, tiene su razón de ser. Cada vez son más los expertos que opinan que Alemania tiene que incentivar el consumo para importar más bienes y, de esta manera, equilibrar el balance comercial con los demás”.

Bjorn Lisker/Vocero de la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria (CAMEXA)

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