BERNARDO GONZÁLEZ SOLANO

Muy pronto Donald Trump sufrió  en carne propia que ser Presidente de la Unión Americana no se reduce a enviar infantiles tuits que en ocasiones lindan en la idiotez, como lo ha hecho en su condición de soberbio empresario que más de una vez tuvo que declararse en quiebra para salvar la situación.

Muchos de sus incondicionales –incluyendo periodistas de extrema derecha a sueldo–, consideran que su primera gira internacional por el Medio Oriente (Arabia Saudí, Israel: Jerusalén y Belén), y por Europa (Italia: Sicilia, la reunión del G7y la Ciudad del Vaticano, Bélgica, Bruselas, la Cumbre de la OTAN), fue un éxito, sobre todo porque en su primera escala, el dictatorial reino saudí, consiguió firmar el mayor contrato de venta de armas de los últimos años, por un importante total de 380,000 millones de dólares, de los que 110,000 corresponden al programa de rearme saudí, con la adquisición de 84 cazabombarderos F-15, así como de 150 helicópteros Black Hawk y Apache y sistema de misiles.

Caza F-15, como el del contrato con Arabia Suadita.

En esta concertación se incluyen 270,000 millones de dólares para acuerdos comerciales. Si Trump fuera un simple vendedor de armamento ni duda cabe que el negocio habría sido redondo, pero en su calidad de principal  representante  del gobierno estadounidense, el balance debe incluir otras sumas y restas. Gobernar el último gran “imperio” de la Tierra significa mucho más que vender armas y otros artículos.

Por eso, varios de los mandatarios con los que Trump dialogó  en esta tournée no son de la misma opinión y le contestaron firmemente, tal y como él lo hizo en su discurso en la reunión de la OTAN, regañándolos como si fueran escandalosos párvulos. Sin duda, Trump no está preparado para desempeñar el cargo para el que fue electo. Pero así es la democracia, o por lo menos la democracia estadounidense.

De ahí que al paso de los días, adversarios (progresistas y conservadores) y simpatizantes todavía no saben como catalogar al rubio gigantón que pese a su riqueza todavía no ha aprendido a vestir con propiedad. Por eso más de uno lo han descrito como un populista, un demagogo, y hasta como un loco. Y los que le admiran como un inculto enredoso. Por ejemplo, David Brooks, del The New York Times, dijo hace una semana que, “después de todo había llegado a la conclusión de que no era más que un niño de siete años que está enredado en clase: no sabe estarse quieto, necesitará aprobación constante y no entiende las convenciones sociales”. Trump es volcánico y su Administración un drama constante pese a contar apenas 130 días.

El jueves 25 de mayo,  por ejemplo, durante un acto lejano de cualquier confrontación, poco después de que Trump inaugurara un modesto monumento en memoria del 11-S de 2001, en la nueva sede de la OTAN en Bruselas, y de que se dedicara un minuto de silencio por el recuerdo de las víctimas del reciente atentado terrorista en la Arena de Manchester, los mandatarios de los países del Tratado del Atlántico Norte, tuvieron que soportar las invectivas del simbólico Tío Sam.

El mandatario estadounidense se despachó a gusto: “Muchas de estas naciones deben cantidades enormes de dinero de años anteriores…Incluso ese 2% es insuficiente, debería ser el mínimo para afrontar la amenaza tan feroz y real que tenemos”. Con excepción del Reino Unido, Polonia, Estonia y Grecia, los otros dirigentes de los países presentes recibieron el reproche del estadounidense.Junto con EUA, esos cuatro países cumplen el objetivo de destinar el 2% de su PIB al gasto militar. Aunque en 2014 todos los líderes de la OTAN se comprometieron alcanzar esa meta, el plazo acordado era 2024. Y aunque el gobierno de Barack Obama se comprometió a cumplir ese objetivo, nunca se le había reclamado públicamente a ningún país, mucho menos en presencia de sus gobernantes.

Para que nadie se diera por ignorado, Trump aclaró: “23 de los 28 Estados de la OTAN no gastan lo que deben. Es injusto para los estadounidenses”. Así agradecía el sucesor de Barack Obama el apoyo que recibió EUA durante los ataques del 11-S. Pero no fue muy lejos por la respuesta. Angela Merkel, la canciller alemana –que por cierto ese mismo día se desayunó con el ex presidente Obama, de visita en Alemania por el Día de la Iglesia Evangélica en Berlín–, hizo un discurso muy aplaudido en defensa de las libertades, de la cooperación y la unidad, apelando a la que fue su experiencia en una Alemania dividida –vivía en la República Democrática Alemana (RDA, comunista)–: “No es el aislacionismo y el levantar muros lo que nos lleva al éxito, sino las sociedades abiertas”. El recado era claro.

El boquiflojo de Trump, en lugar de permanecer callado, aprovechó el momento para afear y humillar en público a todos sus aliados (¿acaso continuarán siéndolo?), reclamándoles “ingentes cantidades de dinero” que según su particular punto de vista “le deben”. Lo que hizo fue impropio, como quiera verse. Seguro el incidente hizo las delicias de Moscú, aparte de que el mandatario faltó a la verdad. Es cierto que los aliados se comprometieron a dedicar el 2% de su PIB a la Defensa, y es claro que no lo están haciendo. El mentiroso Trump ha convertido ese objetivo en una batalla personal, y tiene derecho a reclamar esa falta, pero lo cierto es que nadie le debe nada a EUA, el principal contribuyente de la OTAN.

Eso sí, el inquilino de la Casa Blanca volvió a mostrar su cortedad cultural, su  reducido lenguaje, de adolescente, que llama “perdedores”  a los terroristas de Manchester, calificando el atentado como una “cosa terrible”. Lo que no sorprende, pues en el libro de visitas del Museo de la Historia del Holocausto Yad Vashem, borroneó: “Es un gran honor para mí estar con todos mis amigos. Es increíble. !Nunca lo olvidaré!”. A lo que un superviviente del Holocausto comentó en la red: “Se le olvidó decir: “Nos vemos el próximo verano”.

La crónica continúa: El grandulón “sobrino” del Tío Sam, no se comportó como un diplomático de altos vuelos. Todo lo contrario. Nada de comportamiento social. Para la toma de la foto de familia en Bruselas, en la cumbre de la OTAN, Donald andaba en Babia y al percatarse de que no saldría en la fotografía, como cualquier palurdo casi corrió y empujó bruscamente al primer ministro de Montenegro para colocares en primera línea. Dusto Markovic, diría después que no se percató del incidente. El hecho es que el empujón tuvo sus consecuencias diplomáticas, pues en Montenegro hay opositores a que su país ingrese en la OTAN. Pero a Donald esas minucias le importan muy poco.

Pero, hubo algo más importante que dejó preocupados a los “socios” de EUA en la OTAN. En contra de lo que la misma Casa Blanca había anunciado la víspera, Donald Trump no hizo el esperado compromiso total con el Artículo 5 del Tratado de la Organización del Atlántico del Norte (OTAN), que dice: “Nunca abandonar a los amigos que han estado a nuestro lado”, muy vaga e insuficiente para tranquilizar al Secretario General y a los dirigentes occidentales”. Trump, pese a calificar a Rusia de amenaza, no quiso decir lo que todos (los Presidentes estadounidenses), desde Harry S. Truman, han defendido: que si uno de ellos es atacado, el resto saldría en su ayuda.

En resumen, la reunión del G7 en Taormina, Sicilia, fue un fracaso. No hubo acuerdo entre EUA y las otras seis grandes economías del planeta sobre la lucha contra el cambio climático. En un tuit, Trump dijo que la próxima semana decidiría si su país continuaría en el Acuerdo de París. La culpa, sin duda, se debe a Donald Trump. Los puentes desaparecieron y en su lugar empiezan a levantarse muros. De regreso a su país, en Múnich, en los días del festival cervecero de Trudering, la canciller Angela Merkel, afirmó: “Los europeos tenemos de verdad que tomar nuestro destino en nuestras manos…Los tiempos en los que podíamos depender completamente de otros están terminando. Lo he experimentado en los últimos días”, aunque irónicamente matizó: “naturalmente, contando con la amistad de EUA, Reino Unido y con relaciones de buena vecindad con otros países cuando sea posible, también con Rusia”.

Poco a poco, el “emperador” Trump va quedando desnudo. En Washington empiezan a oler sangre. Trump es un subdesarrollado mental y emocional. No tiene ideas, solo impulsos. Así le irá. VALE.

Twitter Revista Siempre