El PRD está a la venta al mejor postor. El domingo pasado, su dirección nacional llamó a la construcción del Frente Amplio Democrático (FAD), el cual constituye un paso más en la ruta de la dirigencia de este partido para intentar que Andrés Manuel López Obrador no gane la Presidencia de la República.

En el pronunciamiento que acompaña esta convocatoria, la dirección del PRD se olvidó de que es un partido de izquierda, al menos así dicen todavía sus documentos básicos y abrazó con un entusiasmo inusitado una alianza con la derecha, al tiempo que calificó a Morena como una fuerza que “impulsa el extremismo y la polarización social y política del país”.

Con esta decisión, el PRD confirma su nuevo papel en el sistema de partidos políticos: el de una fuerza exhausta que se ha resignado a dejar de disputar la conducción de la nación y ahora se contenta con ser un partido bisagra, una pieza en la estrategia de otros competidores, en convertirse en ariete en contra de la izquierda, a cambio de conservar espacios de poder para los dirigentes de las corrientes, sus familiares y sus incondicionales.

Desde hace mucho tiempo, el PRD dejó de ser una herramienta útil para la transformación de la sociedad y se convirtió en una franquicia utilizada para mantener la interlocución con el poder.

Con la convocatoria a este Frente, el PRD abandona definitivamente su origen y principios fundadores de izquierda para unirse al PAN o para adoptar el colaboracionismo más abyecto al gobierno. Triste final para el partido que en cinco elecciones presidenciales postuló candidatos propios y autónomos. Opositores auténticos al sistema que en dos ocasiones (1988 y 2006) fueron despojados de sus legítimos triunfos.

La convocatoria a la conformación del FAD surge como consecuencia de los resultados de las elecciones del pasado 4 de junio. Para el PAN quedó claro que no puede ir solo a la contienda electoral del próximo año, por lo cual un PRD con esta línea política le resulta útil como compañero de viaje.

El llamamiento a la construcción del FAD puede tener dos conclusiones prácticas: primero, una alianza electoral del PRD con el PAN y con Movimiento Ciudadano (MC), en la cual los revolucionarios democráticos apoyarían a un candidato panista a la Presidencia de la República a cambio de que los panistas apoyen al abanderado del PRD en la candidatura para jefe de Gobierno de la Ciudad de México y en las gubernaturas de Tabasco y Morelos. Mientras que MC propondría al candidato a la gubernatura de Jalisco.

El gobierno federal es el único que tiene la influencia para impedir una alianza con el PAN. Si el PRI necesitara de un candidato de izquierda en campaña para intentar repetir el escenario del Estado de México de fragmentación del voto, entonces ejercería su influencia en dirigentes y corrientes perredistas para que la alianza con los panistas naufragara. Por esta razón, la segunda posible conclusión de la convocatoria a la conformación del FAD sería que el PRD tuviera candidato propio a la Presidencia de la República, que si bien no tuviera ninguna posibilidad de triunfo, sí cumpliría el objetivo de fraccionar el voto.

Las posibles conclusiones de la convocatoria al FAD se entienden mejor cuando se les agregan nombres y apellidos. Entre otros aspectos, la alianza del PAN con el PRD significaría que Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles, Graco Ramírez y ahora Juan Zepeda, renunciarían a ser candidatos presidenciales, implicaría que los perredistas apoyarían como su abanderado a uno de los siguientes tres personajes: Ricardo Anaya, Margarita Zavala o Rafael Moreno Valle. En la Ciudad de México, Alejandra Barrales, o quien decidiera el jefe de Gobierno, sería postulado por el FAD. Una circunstancia similar ocurriría en las candidaturas para gobernador de Tabasco y de Morelos.

Si el gobierno metiera el freno de mano a la alianza del PRD-PAN, el candidato perredista podría ser Juan Zepeda, Miguel Ángel Mancera o Silvano Aureoles, el cual gozaría, como ocurrió en el Estado de México, de recursos ilimitados en propaganda y una amplia cobertura en los medios de información. En ambas conclusiones, el PRD sólo forma parte de una estrategia ajena.

En las imágenes de la aprobación del FAD aparecen los dirigentes de las corrientes e integrantes del CEN que controlan la estructura del partido, en las que alzan las manos, se ríen y gritan celebrando la muerte del PRD como un verdadero partido opositor de izquierda. La presidenta nacional del PRD declara que el FAD no es en contra de López Obrador, pero el contenido del documento revela otra cosa: que se convoca precisamente a la constitución del mismo para parar a Morena y a López Obrador.

Para convocar a la constitución del FAD, la dirección nacional vació el programa del PRD, solo para justificar la alianza con el PAN. El pragmatismo se impuso sobre los principios, la historia y la memoria de muchos personajes de la izquierda mexicana.

@MBarbosaMX

Presidente del Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República