“Estos se suman a los grandes descubrimientos que desde hace casi 40 años -tras el encuentro del monolito de Coyolxauhqui- han aproximado a la sociedad mexicana actual al esplendor de la ciudad prehispánica de Tenochtitlan”, expresó la Secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, en conferencia de prensa que se ofreció para dar a conocer los recientes descubrimientos en un predio ubicado a espaldas de la Catedral Metropolitana.

Tras siete años de trabajo, los especialistas del INAH mostraron ante los medios de comunicación, los detalles del reciente hallazgo: los restos del principal Templo de Ehécatl (dios mexica del viento), así como de una esquina del Juego de Pelota de la antigua Tenochtitlan en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

El coordinador del equipo del Programa de Arqueología Urbana (PAU), Raúl Barrera, explicó que se identificó una estructura rectangular de 34 a 36 metros de longitud que en su parte posterior tiene adosados dos cuerpos circulares, el mayor con 18 metros de diámetro aproximadamente, y que se encuentran separados por un andador de 1.10 metros.

Añadió que durante aquellas labores en el predio Guatemala 16, también se descubrió una plataforma de nueve metros de ancho limitada por el cabezal poniente de la Cancha del Juego de Pelota. En ese espacio, que estaba alineado al adoratorio de Huitzilopochtli, se detectaron los restos de una escalinata por donde debieron ingresar los combatientes a la cancha ritual.

Fue bajo el piso de una escalinata remetida a la plataforma que limita al norte el Juego de Pelota, que los arqueólogos del INAH ubicaron la única ofrenda ritual hallada hasta ahora en las excavaciones en el lugar. La población estaba conformada por varios grupos de cervicales humanas que aún guardaban su posición anatómica, que correspondían a una treintena de individuos cuyas edades oscilaban desde infantiles (0-6 años) hasta juveniles.

Detalló Barrera que, conforme a la evidencia de tres etapas constructivas detectadas hasta ahora, ambos edificios estuvieron en uso por lo menos desde 1481 (durante el gobierno de Tízoc) y en los subsecuentes mandatos de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin, hasta 1519, coincidiendo con la llegada de los españoles. Consumada la conquista, los edificios tenochcas fueron desmantelados paulatinamente en sus etapas superiores para construir la capital virreinal.

Por su parte, el antropólogo Diego Prieto Hernández, recalcó que los descubrimientos de ambos edificios mexicas que constituyen secciones del Templo de Ehécatl y del Juego de Pelota, no son fruto de un hecho fortuito, sino resultado de un proyecto constituido 25 años atrás: el Programa de Arqueología Urbana (PAU), el cual recupera los vestigios de lo que fue el Recinto Ceremonial de México-Tenochtitlan, y que yacen bajo el subsuelo de siete cuadras del Centro Histórico de la capital del país.

En tanto el profesor Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH y fundador del Proyecto Templo Mayor y del PAU, explicó que el Templo de Ehécatl, divinidad que con sus vientos benignos barría los cielos y atraía la lluvia, se localizan frente al adoratorio de Tláloc, deidad fecunda que residía en el Templo Mayor junto al dios guerrero Huitzilopochtli; y aseguró que los hallazgos que se han realizado, permiten “un rostro más amplio de la cultura mexica”.

Por otro lado, según información a los medios, Francisco Santoveña, el copropietario del terreno donde se encontraron los recientes vestigios arqueológicos, comentó que hace doce años con la idea de ampliar el hotel Catedral, ubicado en Donceles 95, Centro Histórico, se le informo al INAH sobre el proyecto, sin imaginar lo que se encontraría. Por lo que ahora el proyecto seguirá su marcha –la construcción de 80 habitaciones- tomando en cuenta los lineamientos del INAH para el cuidado y resguardo de los basamentos.