“Utilizar la música como una forma de libertad, es el mensaje”, dice uno de los 11 integrantes de Big Band Oriental Palace, orquesta creada en el 2016 por internos del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, y quienes buscan a través de saxofones, trompetas, piano, guitarra, guitarrón y batería, hacer menos pesado su encierro en la prisión.

“Es una experiencia muy bonita porque dada las condiciones que hay en el reclusorio fue un poco difícil, pero los jóvenes tenían buena voluntad de trabajar y se pudo lograr el primer concierto y creo que se puede lograr más todavía, porque están muy entusiasmados”, expresó Marco Guagnelli, maestro y cabeza del grupo musical de jazz, durante el concierto que ofreció la orquesta el pasado mes de febrero, en el Museo de la Ciudad de México.

Aquella ocasión, no solo fue la primera vez que la agrupación tocaba para un publico diferente, sino además, era también la primera vez que lo hacían fuera de la penitenciaria, mostrando que la música y el arte son dos formas alternas que intentan mejorar la calidad de vida de las personas en prisión.

Durante el concierto, los asistentes pudieron disfrutar de música propia de este tipo de agrupaciones, como los temas clásicos de las grandes bandas que van de los años 20 a los 80 del siglo pasado, resaltando composiciones como “Serenata a la luz de la luna” o “De buen humor” de Glenn Miller y una selección musical de Ray Conniff.

“Fue volver a ver el mundo en colores, porque aquí estamos acostumbrados a ver solo el beige, y las paredes blancas; salir fue espectacular”, aseveró Javier Mendoza, al rememorar esos instantes de libertad durante la función junto a sus compañeros, como Faustino Cruz, saxofonista de la orquesta, quien asegura fue una experiencia que les cambio la vida.

Junto a los once internos en el recinto museístico, estuvieron presentes en el concierto, Eduardo Vázquez Marín, secretario de cultura de la Ciudad de México y Patricia Mercado, secretaria de Gobierno, quien destacó en aquel momento, que es necesario tener una menor población en las cárceles, ya que en un principio el Reclusorio Oriente estaba destinado para mil 500 personas y en la actualidad hay más de 10 mil reclusos.

Antes de la actuación de Big Band Oriental Palace, también se contó con la participación de algunas de las mujeres que se encuentran internas en el Centro de Prevención y Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, quienes han encontrado en el collage un espacio de libertad entre sus paredes y celdas, cuya obra es reunida en el Catálogo Linternas de Santa Marta.

Actualmente Big Band Oriental Palace, que comenzó en agosto de 2016 en conmemoración al centenario del compositor y arreglista Dámaso Pérez Prado, sigue preparándose para ofrecer conciertos en otros Centros de Readaptación Social, para hacer reflexionar a la población recluida, de que la música, u otra actividad cultural,  siempre aportará una mejor calidad de vida, con la posibilidad  de fomentar futuras oportunidades.

“Para mí la Big Band ha sido uno de mis grandes logros porque me gusta la música, amo la música y digo: sí me gusta tocarla”, contó para el diario Milenio, Cástulo Rodríguez, quien está a punto de salir, después de 17 años de prisión.