Desde hace ya muchas décadas, el poeta y editor guatemalteco-mexicano Carlos López se ha dedicado no sólo a los oficios mencionados, sino también a penetrar en la lengua y especialmente en su expresión escrita. Baudelaire escribió que cada vez es más difícil ser artista sin ser crítico. En lo personal, sostengo que no hay artista ni escritor de verdad que no lo sea. El crítico ejerce el criterio: selecciona y valora; discierne y combina elementos; reflexiona y explica o argumenta; contempla y teoriza, porque toda teoría es contemplación, y sin crítica nadie daría cuenta de ningún fenómeno cultural. Uno de los últimos libros de Carlos es una antología de casi quinientas páginas: Consejos para escritores, donde desfila una gran cantidad de decálogos, credos, preceptos, consejos, mandamientos para oficiantes de la escritura. Se trata de las teorías, conclusiones o reflexiones a las que han llegado algunos de los más importantes artistas de la palabra.
Una de las virtudes de esta joya, destinada a ser libro de cabecera para cualquier profesional o aficionado a las letras, es su división en secciones. La obra se inicia con los consejos dirigidos a los poetas. Allí leemos lo que escribieron Ezra Pound, Charles Baudelaire, Charles Bukowsky, Cesare Pavese, Rainer Maria Rilke, Gabriela Mistral, Blanca Luz Pulido y Lichtenberg, entre otros. Sigue después la parte destinada a los novelistas, con consejos de Ray Bradbury, Carlos Fuentes, Eusebio Ruvalcaba, Virginia Woolf, Henry Miller, Onetti, Orwell, Margaret Atwood, Bioy Casares, Mark Twain, Nabokov, Faulkner, Hemingway y muchos otros (sería prolijo nombrarlos a todos). Entre los teóricos del cuento, cito a Cortázar, a Poe, a García Márquez, a Horacio Quiroga, a Chejov y a Borges, para no extenderme tanto. Hay otra sección dedicada al género policiaco; otra a los guionistas (con un texto de Woody Allen); otra a los dramaturgos, a los periodistas, a los críticos literarios, a los autores de manuscritos y a los palindromistas. El libro finaliza con diversos credos sobre la escritura (Duras, Lispector, Lowry, entre otros).
Uno de los aspectos más interesantes es que cada texto antologado es único e insustituible; por ello, no sólo constituye una lista de preceptos, a veces irónicos, sino también un producto artístico. Ningún decálogo o mandamiento repite exactamente a otro, y a menudo encontramos consejos contradictorios. ¿Nace el escritor o se hace con trabajo? ¿Ocurren ambas cosas? ¿Cómo obtiene los efectos deseados? ¿Cómo y por qué logra atrapar a sus lectores? ¿De qué forma logra la intensidad en lo que escribe? ¿Vale la pena escribir? ¿Por qué sí o por qué no? Cada autor da sus respuestas y cada lector tomará las que desee. Este libro es único y resulta de gran relevancia para nuestro pequeño y a la vez gran mundo literario mexicano. Concluyo esta breve nota con una cita de Ricardo Piglia en la que siempre he coincidido, y que además justifica la lectura de los Consejos para escritores. Afirma Piglia: “No creo que existan escritores sin teoría; en todo caso, la ingenuidad, la espontaneidad, el antiintelectualismo son una teoría, bastante compleja y sofisticada, por lo demás, que ha servido para arruinar a muchos escritores”.
Carlos López (compilador), Consejos para escritores, Editorial Praxis, México, 2017; 490 pp.



