“Lo que está bien hecho lo mostrará en sus resultados”.
Proverbio irlandés.

Belfast, capital de Irlanda del Norte ha vivido ya dos décadas de paz después de la firma y puesta en marcha de los acuerdos del viernes santo de 1998. Esta armonía ha hecho posible desarrollar cierta competitividad económica y alentar el turismo luego de que la década de los ochentas se caracterizó por cruentos conflictos sociales entre unionistas y republicanos, y que también dividió a la sociedad por creencias religiosas, lo que represento quizás en el momento más violento vivido en la isla después de la Segunda Guerra Mundial.

Muestra de esta armonía es que un logo distintivo de la publicidad turística de la ciudad es un corazón, lo que invita a que los extranjeros conozcan sus atractivos, lo que son un gran legado en la historia de la humanidad. Cabe destacar que esta ciudad era una potencia en la construcción de navíos.

Un primer avance logrado es el libre tránsito entre la zona norte (británica) y la República de Irlanda, por lo que la frontera es meramente una señal y aumentó las comunicaciones y opciones de transporte para la población. No obstante, aún existen dos visiones de identidad regional, ya que Irlanda del Norte forma parte del Reino Unido, con lazos importantes con la Comunidad de Naciones y ante la expectativa de los cambios que puedan producirse como resultado del proceso del Brexit. En tanto, la zona sur es parte de la Unión Europea, lo que fortaleció su identidad con el resto del continente.

Belfast no sólo ofrece a sus visitantes un ambiente de paz y armonía, sino una conexión con la historia. La puesta en marcha del museo del buque Titanic impulsó a la ciudad como un sitio de interés en la región; además de que las instalaciones están ubicadas en el mismo sitió de su construcción. Asimismo, la demarcación ha sido escenario de lugares donde se han filmado películas que han sido un éxito en taquilla, lo que aumenta el interés y misticismo que hace especial a Belfast y sus alrededores.

Pese a ser una ciudad pequeña (menor a 350 mil habitantes) Belfast ha logrado mantener una estabilidad económica que se refleja en la prosperidad de la población, lo que en ocasiones contrasta con la calidad de vida de otras zonas de países integrantes del Reino Unido como Inglaterra, Gales o Escocia. No obstante, un problema a resolver es que circulan billetes de diferentes naciones como moneda, todas en denominaciones de libras esterlinas, ya sean inglesas o escocesas; en tanto, algunos bancos locales son emisores de la moneda de Irlanda del Norte, lo que puede llegar a ocasionar complicaciones y confusiones en materia de comercio exterior o turismo.

No obstante, una amenaza para la prosperidad de la nación es el Brexit, lo que implicaría establecer una frontera física con la República de Irlanda, así como controles aduanales, lo cual significaría la única frontera que tendría el Reino Unido, ya que por su ubicación insular sólo tendría el límite señalado. La geopolítica podría aislar a Irlanda del Norte, ya que con el cierre del libre tránsito por una parte, y la imposibilidad de llegar por vía terrestre desde la Gran Bretaña obligarán a la pequeña nación (de alrededor de 1.8 millones de habitantes) a fortalecer su infraestructura como aeropuertos y puertos, a fin de que el dinamismo logrado pueda mantenerse.

Los irlandeses del norte han demostrado a lo largo de la historia que pueden lograr resolver grandes retos y aprovechar la vinculación con los países integrantes de la Gran Bretaña, tal como sucedió con las navieras que además de construir el Titanic también fabricaron barcos de guerra utilizados en conflictos internacionales, o comerciales de gran tamaño como el Olimpic o el Britanic. La técnica certificada de los miles de trabajadores puede ser una solución frente a los aranceles que pueden venir por la salida del Reino Unido de los acuerdos de la Unión Europea.

Quizás por ello, aunado a los conflictos sociales de hace unas décadas han hecho que la Primera Ministra Británica, Theresa May, sea cuidadosa en las políticas públicas que pueden impactar en la nación norirlandesa; así como la búsqueda de acuerdos con las principales fuerzas partidistas de la zona a fin de no afectar la relación por una parte, y cohesionar un proyecto que pueda beneficiar en conjunto con el Reino Unido.

Estas negociaciones deben ser cuidadosas por los recuerdos de los conflictos violentos de la década de los ochentas, que aún son sentidas por la población y que pueden afectar en el tejido social y la cohesión con otras naciones integrantes de la Gran Bretaña.

Es por ello que pese al tiempo, no es recomendable tener discusiones acerca de temas sensibles como política o religión en las calles de Belfast. Esta comunidad ha trabajado para ser un lugar de paz, aunque ahora requiere de un equilibrio que permita el mantener este orden y prosperidad.

*Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana.