La diosa mexica Tlazoltéotl se exhibe actualmente en el museo Británico para celebrar los cincuenta años de la despenalización parcial de la homosexualidad en Inglaterra (veintisiete de julio de mil novecientos sesenta y siete), simplemente se encuentra en esa exposición por dos motivos: primero: que era la diosa de la pasión y de la lujuria, y que a la vez le dedicaban una fiesta llamada Ochpaniztli, donde desollaban a una joven mujer que la representaba, y posteriormente con su piel y atavíos vestían a un hombre que también participaba en el festejo, ritual, mirando al cosmos con los brazos alzados en agradecimiento por haber sido perdonado por sus excesos sexuales del índole que fueran. Segundo: que los ingleses tomaron este acto como una forma de desear al mismo sexo. Ser hombre con piel de mujer. Está bien si consideramos que la “imaginación no es fuente de engaño, sino una capacidad de percibir lo que uno no conoce, de intuir lo que se puede comprender, de ser más de lo que se puede saber”. Su intuición no está tan errada, la función de la diosa Tlazoltéotl era provocar el apasionamiento en el amor y el apetito desenfrenado de los deseos carnales con ambos sexos, pero también retiraba toda lujuria, convirtiendo la sexualidad en divina y sagrada.

Para los mexicas la sexualidad estaba conectada con la muerte y la enfermedad, decían que una mujer embarazada enfermaba por todos sus malestares que tenía, y que hombres y mujeres que tenían sexo sin moderación afectaban su salud y envejecían prematuramente. Y para poder gozar sexualmente como lo habían indicado los dioses le ofrecían ofrendas a la diosa Tlazoltéotl, una de ellas era no derramar el semen dentro de la vagina para mantener su vitalidad sexual y física por más tiempo, otra era: si preñaban a su mujer y nacía una niña “hermosa”, la ofrecían para el sacrificio de Tlazoltéotl, entonces, se sentían seguros: evitarían el adulterio.

Tlazoltéotl era una diosa devoradora de pecados, era la que absorbía las cosas sucias del cuerpo hasta purificarlo, era la diosa de la dualidad, del bien y del mal, en fin, los mexicas se dieron cuenta que no existe lo puro sino existe antes la impureza, no puede existir una sin la otra.

Ya veremos cuántos irán al museo Británico para ver a la diosa devoradora de pecados, se esperan a miles de visitantes.