Se escucha en los pasillos del PRI el eco de tiempos pasados.

A días de que se lleve a cabo la XXII Asamblea Nacional, inmovilidad, indefinición e incertidumbre dominan la vida y la percepción política de la mayoría de los priistas y de la sociedad.

Parecen repetirse el ambiente y las actitudes que imperaron cuando el PRI perdió la Presidencia de la República en el año 2000. También, cuando la golpeada candidatura de Luis Donaldo Colosio desembocó en su asesinato.

Al igual que en esos momentos, el silencio es lo que hoy, paradójicamente, ensordece y hace pensar que la dirigencia trabaja para perder.

Es como si el partido hubiera caído en un estado de inconsciencia o quisiera, de manera premeditada, quedar al margen del cambio que, sabe, bulle en la nación.

Lo que parecía lejano e imposible comienza a tomar cuerpo. PAN, PRD y ahora también el Verde Ecologista se acercan cada vez más para formar un Frente Amplio Democrático (FAD).

Es incierto si lo van a lograr o no. Lo importante es que las reglas tradicionales de la política están rotas y que los partidos van a escoger a sus candidatos y presentar sus plataformas a partir de fórmulas novedosas que involucren directamente a la sociedad.

El pasado fin de semana ocurrieron dos hechos que hablan del interés y voluntad para fortalecer el FAD.

Por un lado, el “destape” del senador Carlos Alberto Puente como candidato a la Presidencia de la República. Con esa decisión, el Verde Ecologista —de cara a 2018— se desprende del PRI y entra en un proceso de negociación con el PRD para decidir si forma parte de esa coalición.

Y por el otro, el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, anuncia que comenzará a competir de manera paralela en dos pistas: en la de su partido Acción Nacional, y en la del Frente Amplio Democrático donde van a disputarse la candidatura presidencial lo mismo líderes ciudadanos, que panistas, perredistas y, en una de esas —por considerar que se intenta imponer candidato—, tal vez hasta priistas.

Sí, hasta priistas, porque hay cada vez más voces, dentro del Frente, que piden no estigmatizar a nadie.

El mismo Moreno Valle propuso que la selección del candidato se haga sin veto y sin exclusiones. Como también lo ha reiterado el gobernador de Michoacán Silvano Aureoles.

El exmandatario poblano marcó el pasado domingo la “hoja de ruta” que debe seguir el Frente. Curiosamente coincide con la exigencia que varios priistas vienen haciendo para que el próximo candidato a la Presidencia de la República se legitime a partir de un proceso verdaderamente democrático.

A diferencia del PRI, donde nadie se ha pronunciado sobre la posibilidad de formar un gobierno de coalición rumbo a 2018, PAN, PRD y otros partidos de izquierda —excepto Morena— han incorporado el tema a sus agendas.

Hoy la sociedad mexicana, mal que bien, sabe lo que buscan —pese a divisiones y confrontaciones— todos y cada uno de los partidos que integran el abanico.

El único ausente es el PRI. Nadie, ni los mismos priistas —la militancia, ¡claro!— saben lo que quiere, ni qué busca y menos hacia dónde va. Su mutismo y cerrazón recuerda el mundo conventual, oscuro y misterioso, de El nombre de la rosa.

Y mientras muchos aspirantes y no aspirantes, ciudadanos y políticos, están decididos a cambiarle las entrañas a la nación, en Insurgentes norte, sede del CEN del PRI, solo se escucha la respiración de quienes han optado por… dormir.