Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades. 

Felipe González Márquez

A veces quienes opinamos o comentamos los asuntos de la política nos dejamos llevar por lo que creemos que debe ser, no por lo que es.

A un año de la elección presidencial, en todas las formaciones políticas funciona aquella frase de John Kenneth Galbraith: nada es tan admirable en política como una corta memoria.

Esa corta memoria permite al dirigente nacional del PAN Ricardo Anaya olvidar algunas circunstancias. Creo que importa mucho una. La situación financiera en que dejó el gobierno panista al IMSS al final del sexenio anterior.

En 2012 los fondos de reserva del IMSS estaban agotados, lo que, en opinión de quienes saben de cuestiones financieras, significó en ese momento que el instituto estaba técnicamente en quiebra.

Alguien debe recordarle al panismo que el actual gobierno no hizo pública la situación porque tenía otras prioridades. Optó por dedicarse a recomponer la situación financiera del IMSS.

Hoy, casi cinco años después, el IMSS puede presumir que se han hecho las reparaciones necesarias a sus finanzas, gracias a las cuales está garantizada su viabilidad financiera por tres años, hasta 2020.

Aunque haya tantos ocupados y preocupados por los temas políticos, ya sabe usted, amable lector, por ver qué se hace con el sistema político, el cual, dicen que está agotado. Hasta se habla de considerar transformar el régimen presidencial en uno parlamentario.

A pesar de asuntos tan trascendentes, quien quiera que sea el próximo presidente de la república tendrá que ocuparse de continuar con la tarea de fortalecer el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Eso importa más a los ciudadanos de a pie, a los millones de afiliados, que todas las reflexiones políticas.

Sin pretensiones de catastrofista, todos los que luchan vigorosamente por el poder deberían preguntarse si tienen la capacidad suficiente para que la viabilidad financiera del IMSS esté garantizada más allá de 2020.

Y, sobre todo, si quieren correr el riesgo de que después de 2020 hubiera un colapso en el IMSS y millones de mexicanos vieran comprometida la seguridad social que les proporciona.

Las consecuencias serían desastrosas para cualquier presidente de la república. A los millones de afiliados del IMSS no les importaría a qué partido, coalición o alianza perteneciera.

Se lo cobrarían. Y, hay un riesgo muy real de que se lo cobraran violentamente.

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