Por Catalina Miranda

Pintor, dibujante y escritor. Publicó Cuevas por Cuevas; Los sueños de José Luis Cuevas; Gato macho;  Confrontaciones. Algunos de los libros que ilustró son The Worlds of Kafka and Cuevas (Nueva York, 1959), The Ends of Legends String, sobre una colección de poemas de William McLeod (Washington, 1960), Cuevas Charenton (1965), Crime by Cuevas (1968), Homage to Quevedo (1969). Entre los libros que tratan sobre su vida y obra se encuentran: José Luis Cuevas de Carlos Valdés y Confesiones de José Luis Cuevas, de Alaíde Foppa. Colaboró en las revistas Life, Playboy, Ever Green Review, entre otras; en los suplementos culturales México en la Cultura de Novedades, La Cultura en México, de Siempre!, en El Búho, de Excélsior, con su columna Cuevario, que publicó en El Universal. En sábado colaboró esporádicamente con textos autobiográficos y fue ilustrador de varios números.

La ventaja de tener amigos intelectuales es que se pueden frecuentar, si no personalmente, sí a través de su trabajo.

Huberto Batis es un antiguo amigo mío por quien siempre he tenido mucha estimación. Recuerdo que lo veía en la casa de Beatriz Baz, que vivía por aquí, por San Ángel. También nos veíamos mucho con Juan García Ponce. Yo tenía una casa en Cuernavaca, a donde Batis llegó a ir, ahí descubrí al verlo en la piscina, que era un gran nadador. Él fue el creador de la revista Cuadernos del Viento. Es uno de los intelectuales que conozco desde hace muchos años. Recuerdo las fiestas en que nos reuníamos los mafiosos. Huberto formaba parte de La Mafia. Desde esa época fue maestro en la Universidad. Últimamente no lo veo, pero el afecto ha continuado siempre. La ventaja de los amigos intelectuales es que se pueden frecuentar, si no personalmente, sí a través de su trabajo. En el caso de Batis, a través de su labor como director del suplemento sábado y desde antes, desde la primera época del suplemento, cuando estaba Fernando Benítez.

El primer artículo que publiqué fue “La cortina de nopal”, una diatriba en contra del nacionalismo mexicano, en México en la Cultura.

—Con Benítez tuve una relación de amistad muy entrañable, de hermanos, desde los tiempos del suplemento México en la Cultura de Novedades, verdaderamente excepcional, donde yo publiqué mis primeros artículos polémicos contra El Muralismo. Ahí empezaron a escribir Carlos Fuentes, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis (poco después). Un grupo que haría historia dentro de la cultura nacional. Cuando me inicié en México en la Cultura era muy joven, tenía 21 años. Llegué muy nervioso a la Redacción con mi primer artículo, “La cortina de nopal”, una diatriba en contra del nacionalismo mexicano que tanto sufríamos en aquel tiempo, que impedía la libertad de expresión a quienes éramos muy jóvenes entonces. De ahí surgiría la llamada Generación de la Ruptura: Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Enrique Echeverría, Vlady, Alberto Gironella, etcétera. En fin, son tiempos ya muy antiguos. Ahí se crearon amistades, relaciones de afecto perdurables como la que inicié con Benítez. Después de “La cortina de nopal” publiqué muchos artículos que mandé de diversos lados, porque ya se había iniciado mi actividad viajera. Envié colaboraciones desde Argentina, Venezuela y otros países.

Colaboré muy esporádicamente en La Cultura en México

Cuando México en la Cultura deja de aparecer, Benítez se va a la revista Siempre!, creación de Pepe Pagés Llergo, donde inicia La Cultura en México. Colaboré muy esporádicamente, no con la frecuencia que lo hacía en el Novedades, pero cuando tenía algo que decir se lo llevaba a Fernando y él, encantado, lo publicaba. Cuando pasaba mucho tiempo me decía: “Oye hermanito, ¿por qué no has mandado nada?, tráete un artículo”. Yo se lo llevaba.

En sábado se publicaba lo que otros periódicos no se atrevían; fue el primer suplemento donde se pudo usar un lenguaje sexual abierto.

—Cuando Benítez deja La Cultura en México, aparece el unomásuno, inmediatamente después inicia el suplemento sábado, donde estaba como secretario de Redacción Huberto Batis y como jefe José de la Colina, que es mi gran amigo también, el amigo escritor más antiguo que tengo; lo conocí en 1953, en la Galería Prisse, que es donde yo llevé a cabo mi segunda exposición individual, tenía 19 años; era una galería dirigida por Vlady, Alberto Gironella, Bartolí, Héctor Javier. Esa galería aglutinaba a muchos españoles del exilio, a quienes conocí. Fue muy importante. En 1954 empecé a exponer en Estados Unidos, en la galería André Emerich, de Nueva York, y poco después en París. El primer libro sobre mi obra fue escrito en francés por Horacio Flores Sánchez y por Phillippe Soupault, poeta surrealista, quien también perteneció al movimiento dadaísta, se publicó en 1955; también traía un texto de Jean Cassou. Son tiempos que en el recuerdo se pierden en una especie de bruma. Te decía que en sábado encontré de nuevo a mis amigos De la Colina, Batis y Benítez. sábado se distinguió desde el inicio por ser el más importante suplemento cultural, como antes lo habían sido los que ya te mencioné. En aquel tiempo yo ya escribía mi Cuevario en Excélsior; primero en el diario, dos veces a la semana, después en el suplemento El Búho, desde que se creó. En sábado se publicaba lo que otros periódicos no se atrevían. Recuerdo que estando en Cuernavaca con Fernando Benítez, él iba mucho a mi casa, acostumbraba pasar los fines de semana allá, me contó que en sábado iban a publicar algo que había estado censurado durante mucho tiempo: eran las cartas de amor de James Joyce a Nora, su mujer; las últimas cartas eran tan violentamente eróticas que no se incluyeron en la recopilación; tenían alusiones sexuales muy fuertes para la época. A la siguiente semana, las cartas aparecieron en el suplemento. Benítez me pidió que las leyera en voz alta. No me atreví por las alusiones de tipo escatológico, terribles (yo siempre he tenido un prejuicio por lo escatológico; en cambio, acepto todo lo que tenga que ver con lo sexual, pero cuando interviene lo escatológico, surge en mí una especie de rechazo, de moralina). Ésa fue una auténtica revolución dentro del lenguaje sexual abierto. sábado fue la primera publicación donde se pudo usar el lenguaje de esa forma.

En Excélsior me dijeron que mi Cuevario era demasiado  fuerte. Lo llevé a sábado y Benítez me dijo: “Oye, hermano, por supuesto que lo vamos a publicar”.

En mi más reciente Cuevario (7-II-2000), que ahora publico en El Universal, comenté que yo estuve en sábado en el primer número con el texto “La exposición de José Luis Cuevas”, de Roberto Vallarino, que ocupó dos páginas completas, además aparezco en la portada, en una foto de Daisy Ascher, donde me están haciendo un electrocardiograma. También menciono que yo fui colaborador esporádico de sábado y que en una ocasión se me publicó un Cuevario, la única vez que en Excélsior me censuraron, porque contaba mis experiencias en un lugar siniestro de Nueva York, Las Llamas del Infierno, donde se daban las aventuras sexuales más terribles. El antro estaba por los muelles, un sitio verdaderamente sórdido. Fui para dibujar y escribí lo que había visto. En Excélsior dijeron que era demasiado “fuerte”. Lo llevé a sábado y Benítez me dijo: “Oye, hermano, por supuesto que lo vamos a publicar”. Lo titulé “SEXUSA”, contaba lo que había visto de una manera muy explícita. Se publicó ilustrado por mí, en la primera página. También fui ilustrador de varios números de sábado. En la época de Batis también colaboré con algunos textos. Lo que yo escribo ha sido siempre autobiográfico.

Huberto Batis creó un suplemento en el que no existía la más mínima censura, empezaron a aparecer fotografías muy audaces.

—Después vino el rompimiento de muchos colaboradores del unomásuno, que en su mayoría habían estado en Excélsior, cuando se creó La Jornada. Fernando Benítez permaneció todavía un tiempo como director de sábado. Después se unió a La Jornada, desconozco las razones porque he pasado muchas temporadas fuera de México. Se queda entonces Huberto Batis como director de sábado durante 15 años, quien creó un suplemento en el que no existía la más mínima censura; empezaron a aparecer fotografías muy audaces, un poco como en ciertas publicaciones underground de Nueva York, donde se permitía absolutamente todo. Este ejemplo de hablar abiertamente de sexualidad en los textos y con las imágenes, era algo que venía de una editorial en Nueva York que se llamó Grover Press, que editaba una revista verdaderamente espléndida, Ever Green Review, que publicó textos censurados de Henry Miller; dedicaron un número a los dibujos eróticos de John Lennon. Ahí colaboré no precisamente con textos eróticos, sino con Recollections of Childhood (Recuerdos de infancia) que publiqué en español como Cuevas por Cuevas. Ésa es una revista mítica de Nueva York. Después aparecieron otras revistas underground. Para mi enorme satisfacción se publicó un libro, lo mejor de Ever Green Review, donde se incluyó a Samuel Becket, Henry Miller, un texto mío y otros escritores. sábado fue la primera publicación en México definitivamente abierta a cosas que se consideraban inmorales y que, por consiguiente, no tenían cabida en otros suplementos, como las palabras fuertes o malas palabras.

Batis tuvo la espléndida idea de crear un nuevo equipo de colaboradores, empezó a formar escritores, sobre todo a jóvenes.

Tanto Fernando como Huberto son dos profesionales del periodismo cultural. Batis tenía toda la experiencia vivida al lado de Benítez. Cuando éste dejó sábado se fueron con él muchos de sus colaboradores a La Jornada con Carlos Payán. Batis tuvo entonces la espléndida idea de crear un nuevo equipo de colaboradores; empezó a formar escritores, sobre todo jóvenes, que escribían con la más absoluta libertad, sin ninguna limitación. Ése es el suplemento que conocemos.

Los mismos colaboradores de sábado tenían pleitos sangrientos en El Desolladero, que es un nombre bastante aceptable.

—Batis creó El Desolladero, una sección donde todos se atacaban, donde se decían cosas verdaderamente terribles. Los mismos colaboradores de sábado tenían pleitos sangrientos en El Desolladero, que es un nombre bastante aceptable. Hace poco desollé a Roberto Vallarino porque me atacó. A Vallarino lo conozco desde hace mucho tiempo, es un antiguo amigo.

Yo me sentía perfectamente identificado con el suplemento.

Puedo decir que, salvo en mis ausencias de México (cuando estaba al margen de lo que pasaba en los suplementos culturales y en los diarios), nunca dejé de leer el sábado, y cuando voy a estar en el extranjero poco tiempo, siempre pido que se me compré el unomásuno los sábados. Fue una idea estupenda que sábado dedicara las primeras páginas a trabajos de tipo literario, con escritores conocidos como Marco Antonio Campos, y que en las últimas páginas se le diera mucho espacio al erotismo. Yo me sentía perfectamente identificado con el suplemento porque el erotismo también ha sido una de mis obsesiones, por eso en el Museo José Luis Cuevas hay una Sala Erótica. En sábado, en una época estuvo muy presente Eko, Héctor de la Garza, con sus dibujos de Denisse, que era un personaje como del Marqués de Sade, hacía cosas verdaderamente terribles. Esos dibujos, Eko los reunió en un libro para el que yo escribí el Prólogo, de dibujante a dibujante y de erotómano a erotómano. También había una sección espléndida de erotismo que escribía Rocío Barrionuevo, quien sustituyó a otro gran escritor de temas eróticos, Andrés de Luna, que firmaba como Andreas der Mond. Andrés alguna vez escribió sobre mí, porque también abordaba temas de artes plásticas. Rocío también habló sobre mí, sobre unos textos eróticos, pero nunca escatológicos. A Miguel Ángel Morales siempre lo leía con enorme gusto. Me gustó la entrevista que me hizo Luis Montes de Oca Mitocornio, estuvo muy bien hecha.

Batis creó un equipo importante de críticos de literatura.

—El Laberinto de Papel de Batis es una sección verdaderamente espléndida porque es un recuento de todos los libros que él va recibiendo en su mesa de Redacción todas las semanas; he visto, con enorme alegría, que sigue saliendo, aunque ya no dirige el sábado. Es una sección muy importante. Yo lo leía siempre y después me iba a buscar muchos de los libros que ahí se mencionaban. Batis creó un equipo importante de críticos de literatura, la mayoría jóvenes, encabezados por un crítico de primera, también narrador, que es Federico Patán (del exilio español), a quien tengo en alta estima, quien tenía su sección fija y —entre otras cosas— hablaba de cine. Batis creó un equipo de primer orden. Yo creo que algunos continuarán, otros no.

Me hubiera gustado aparecer en El Diván de sábado.

—No conozco la Redacción de sábado. Una vez fui con la intención de saludar a Huberto, pero en la entrada del unomásuno hubo unos problemas terribles, los policías no me dejaron pasar. Me fui, yo quería conocer la Redacción y El Diván. Me hubiera gustado aparecer en El Diván de sábado. Le envié a Huberto algunas modelos para que las fotografiara. Huberto es de esos amigos a los que dejas de ver, pero por los que se guarda un gran afecto.

(Entrevista realizada en 1999, por Catalina Miranda. Incluida en el libro de próxima aparición: Protagonistas del suplemento cultural sábado de Huberto Batis, Editorial Ariadna, Núm. 10 de la Colección Laberinto de Papel, 720 pp.)