La ebullición en partidos como el PAN y el PRD son más que evidentes, movimientos de los que no han sido ajenos otros partidos y organizaciones ciudadanas. Y es que la conformación del Frente Amplio Democrático, un proyecto de gobierno, suscita la esperanza de crear un gobierno de coalición que haga frente no solo al PRI sino también al morenista y sempiterno candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2018.
Sin embargo, hasta ahora no se ven avances claros. Partidos como PRD y PAN se enfrascan en ríspidas discusiones y se avizora la escisión de militantes. Eso sí, la lista de candidatos a encabezarlo es larga. Lo que llama la atención es la inacción del PRI.
En espera de la Asamblea que se realizará el próximo 12 de agosto, en donde se decidirá el proceso de selección del candidato del tricolor y el cambio de estatutos, donde la cúpula ya maniobra para permitir el arribo de un candidato externo pese a la demanda de abrir la consulta a la militancia. El escenario no podía ser más oscuro, recientes encuestas ratifican el rechazo a la continuidad del PRI en el poder.
La pregunta a Emilio Álvarez Icaza, candidato independiente y cabeza del movimiento Ahora, es si esta inacción se debe a que el PRI busca perder en los próximos comicios.
El también sociólogo es tajante: “El PRI vive una crisis profunda, un presidente que se quiere hacer valer, que es el jefe, con pésimos niveles de popularidad y también hay actores que llaman a una democratización”.
Advierte que se ven en el horizonte “dilemas de disciplina, de complicidad. Vamos a ver un presidente que va a querer reclamar un liderazgo. Vamos a ver capítulos de batallas fuertes en el PRI, partido que no tiene nada guardado bajo al brazo, es más, no tienen ni candidato”.
Para Álvarez Icaza la situación política en México no da para más y ejemplifica: “ tomando por buenas cosas difíciles de aceptar, como los votos por Alfredo del Mazo, votaron por él 17 de cada 100 que podían hacerlo y no es un fenómeno reciente, hay otros gobernadores en condiciones similares. Hoy tenemos una crisis mayor de legitimidad y representatividad”.
El gran dilema de las democracias contemporáneas, asegura a Siempre! el exsecretario ejecutivo de la CIDH, es la gobernabilidad en pluralidad y México ha dialogado muy mal con ese fenómeno; otros países de América Latina o del mundo han apostado por segundas vueltas, por alianzas en gobierno; han apostado por sistemas parlamentarios o semiparlamentarios, nosotros estamos muy, muy atrasados en términos de un diálogo civilizado y democrático ante esta crisis. De ahí, asegura, la necesidad de que el FAD tenga muy claro no el qué, sino para qué. Esta es la charla:
No el qué sino para qué
“Lo significativo es que haya una definición de agenda país, del programa, de cómo se responderá a los dilemas que tiene la regresión autoritaria que vivimos y que se expresa de distintas maneras. Se requiere una nueva apuesta para recuperar la transición democrática más allá de que el pacto PAN-PRD es una alianza electoral potente pero si se queda solo ahí, no vería mucha diferencia de lo que hoy sucede en la república. Si se piensa solo en el qué, si se piensa solo en una estrategia electoral, lejos de ser una respuesta constructiva o que ayude a generar un proceso que dinamice una agenda en el país, será una reproducción de problemas.
Ahí están experiencias que han tenido PAN-PRD en alianzas, ahí están los casos de Sinaloa, Puebla, Oaxaca, marcadamente Puebla, donde lo que se espera como un cambio de gobierno reprodujo la misma forma con niveles de deuda de corrupción, de violencia, de autoritarismo muy exacerbada.
Son ideologías muy distintas PAN-PRD, hay muchas diferencias, pero ¿es posible lograr coincidencias en la idea de conformar un proyecto común, con participación de otros grupos para conformar un frente con visión de Estado?
Es justo el tema, el dilema es cómo generamos reglas para la competencia democrática, para la normalidad democrática y agendas en la contención y combate de la corrupción, a la impunidad, que se tomen condiciones para el ejercicio libre de la competencia electoral, económica y social.
Este fenómeno tiene que ver cuando hay un piso mínimo de agenda democrática, el mejor ejemplo es la concertación en Chile o casos como el de un frente amplio en Uruguay, que más allá de agendas ideológicas tiene que ver con agendas mínimas de consolidación a la democracia. Vivimos un fenómeno de regresión autoritaria y los beneficios residuales de las alternancias, cada vez los estamos perdiendo más. Hay tramos significativos de ausencia del Estado en materia de seguridad, de protección, de víctimas desatendidas, desprotegidas e incremento de violencia. Más allá de agendas de izquierda o derecha, que no es el caso, veo la necesidad de una agenda de Estado, porque lo que queda claro es que el modelo mexicano de la transición a la democracia no se acaba de consolidar.
La apuesta por el sistema de partidos fracasó
Los promotores del FAD dicen: primero el plan y luego el hombre, sin embargo, hay una lista interminable de suspirantes, mientras que la ciudadanía se ha pronunciado en su mayoría por candidatos sin partido…
Eso pasa por esta crisis de representación, por esta disociación de una clase política respecto a la gente con cada vez más privilegios, más beneficios, más excepciones, desde las condiciones salariales, hasta la comisión de un delito, son impunes. Un ejemplo, nos dijeron que era un nuevo PRI y lo que vemos es una lista VIP de la Interpol.
Gente que viola la ley y no pasa nada y vemos todo este pacto de corrupción-impunidad que en lugar de atacar a los responsables los arropa, los solapa y los defiende. Este fenómeno de los partidos tiene que tener distintas respuestas en el país, no es que uno esté en contra de los partidos. Lo ideal, sensato y pertinente es que fueran recuperados por sus militancias pero en términos generales, los partidos en México tienen tácticas absolutamente antidemocráticas.
Necesitamos que se recuperen como entidades de interés público y como instrumentos de la ciudadanía, es una forma, tal vez la menos mala de la competencia civilizada por el poder pero en México lamentablemente la apuesta por el sistema de partidos fracasó. Es una partidocracia más que un sistema de partidos, si no se entiende el componente de legitimidad más allá de la legalidad, lo único que se provocará es agudizar la crisis de sus sistemas de representación, por eso se están buscando formas de candidaturas independientes.
Realmente independientes, no los mismos de siempre. Hoy aparecen figuras de “independientes” cuando en realidad no encontraron espacio en sus partidos y quieren seguir haciendo política o aprovechan el reintegro para proyectarse pero no necesariamente haciendo política distinta, y es que el PRI no es solo un partido político, también es una cultura política.
Se requiere ver pasos concretos, serios para conformar una agenda común en el caso del Frente ¿Le ve posibilidades?
Lo que toca es que hagan verosímil la idea del Frente no solo para 2018 sino desde ahora, empezando ya con temas que tienen que ver con la agenda. Que demuestren que son oposición, por ejemplo, no son admisibles cuestiones como dejar pasar al fiscal “carnal”, no es admisible que el Sistema Nacional Anticorrupción esté como está; no es admisible que el presidente de la república y su gobierno se comporten como una banda delincuencial en las elecciones de Coahuila o del Estado de México y no pase nada. Ni que el INE no vea los millones, los ríos de dinero ilegal y no pase nada. Hay temas de la agenda hoy que tienen que estar como parte de una visión de país que hagan verosímil que son oposición.
Visualiza escisiones de militantes en los diferentes partidos, gente que ya está harta del manejo que hay y busca nuevas opciones…
Hay mucha inquietud de búsqueda, vamos a ver mucha discusión y movimientos, es siempre un escenario difícil y de muchos francotiradores, a veces empezando por el fuego amigo, otras porque no hay definiciones claras, ciertas y específicas sobre lo que se quiere hacer o el porqué o para qué, más que el qué.
Esto tendrá viabilidad, y si la tiene, yo no descuento que haya posibilidad de aglutinar algo que haga sentido a una agenda de Estado, como usted dice, que acompaño, pero no es descartable que muchos actores políticos hagan sus sumas o restas en función de lo que creen que les lleva a un resultado más pragmático del triunfo electoral. Se dan flujos y contraflujos, renuncias y bienvenidas, que no es nada más que el cálculo que hacen los actores para ver dónde les va mejor.
La pregunta de muchos actores es qué va a pasar conmigo, y eso está muy difícil. Si el horizonte es el estricto cálculo personal, entonces estamos perdidos.