Afortunada versión de la obra de Mary Chase, estrenada en 1944 y merecedora del Premio Pulitzer, Harvey, una obra sobre la locura acaso deba su inmortalidad al filme del mismo nombre, dirigido por Henry Koster en 1950 e interpretado por James Stewart quien también lo llevó a la televisión en 1972. Comedia satírica que debe mucho en su estructura a la comedia de boulevard francesa, muy al estilo del vodevil de Labiche y Feydeau —enredos, puertas y amoríos—, Harvey también es una obra en donde se escenifica la mezquindad imperante en la sociedad contemporánea así como la falta de fe en el hombre mismo y en sus actos. Por ello, la locura es salvación y, por lo mismo, Ernesto, el protagonista, inventa a un ser fantástico que dice ver y con quien asegura hablar, Harvey, un conejo, que al ser mencionado con deliberada certeza despierta en sus familiares la suspicacia para tratarlo como loco y someterlo a tratamientos psicomédicos. El mensaje humanístico de la obra habrá de tornarse sobrecogedor.

Como toda obra de corte burgués que se respete, Harvey…, desde su original, levanta una ácida crítica a los vicios morales de esta clase social, a sus ambiciones, su hipocresía y prejuicios. La comedia así, requiere en su puesta en escena de una sagacidad específica y un buen gusto necesario, que no permita a director y actores caer en el humor involuntario, el pastelazo o la ramplonería. Pero Ignacio Saucedo, actor, director y productor logra entonces un trabajo muy meritorio, lleno de contrastes entre la comicidad, la farsa y la sátira moral (enfatizando subrayados toques de carnalidad y erotismo), con un elenco a todas luces capacitado de jóvenes actores que saben manejar sus tempos comediográficos con gran donaire. Harvey… es una experiencia sensacional, a través de una fina dirección escénica, el director nos entrega estupendas actuaciones y una delicadeza en la puesta en escena desbordante de talento.

Harvey, una obra sobre la locura (y debe serlo, de locura total, al revivir una obra tan antigua y arquetípica, pero que se revela de una vigencia contestataria demoledora en estas épocas de barbarie) se recomienda por sí sola como un trabajo escénico de altísimo nivel y calidad, de entrega artística y decoro teatral en todos los elementos de su producción. Excelente el vestuario de Yacab, por cierto.

El espectador se va a pasar un rato delicioso, con esta vital propuesta del joven y brillante director Ignacio Saucedo Monroy y el numeroso grupo de actores y actrices, entre quienes debo felicitar ampliamente al talentosísimo Marcos Radosh, que siempre sorprende con su trabajo, impecable, inventivo y honesto expresivamente hablando; aquí en Harvey, como en sus anteriores interpretaciones (Puro amor, Aloha Love, Y las mamás presentan), Radosh da muestra de su inteligente y sensible compromiso actoral, y su admirable visión cómica.

En su rol protagónico, Ignacio Saucedo logra un personaje redondo, perfectamente depurado y coherente, construido con gracia y vehemencia, así como con un encanto actoral que se torna entrañable; una revelación, sin duda, este joven creador del nuevo teatro en México.

Completan el elenco excelente, Johjan Loyola, Brenda de la Selva, Ramiro Piñón Manini, Alejandra Farah, Mariana Montenegro, Erasmo Ríos, Nalleli Montero, Marco Bonomini, Erick Liévano y como actores invitados, Memo Vega, Florencia Ríos y César Medina.

Bueno, no se diga más, invito a los teatrófilos: vayan a ver Harvey, entre las mejores comedias que he visto en estos últimos meses, además, en un hermoso espacio, Casa Quimera (Orizaba 141, Roma Norte), todos los domingo a las 5 de la tarde. La temporada concluye el 20 de agosto. Mayores informes: @harvelaobra