Entrevista con Miguel Ángel Muñoz Palos | Crítico de arte

 

“Cómo morirse a la una o tres de la mañana, cuando ya cerraron todos los diarios, no habrá tiempo de ganar las portadas del otro día. Es mejor morir a buena hora, morirse temprano, al medio día, quiero ser la portada de todos los diarios”, y se le cumplió, ahora no solo es portada en todos los diarios nacionales e internacionales, sino además es el inicio para reflexionar que sin el artista José Luis Cuevas, no podríamos entender el arte en México, señaló en entrevista para Siempre! Miguel Ángel Muñoz Palos, crítico de arte y amigo entrañable de Cuevas por más de 25 años.

José Luis Cuevas, quien pensaba morir el mismo año que Picasso, fue el gran creador multifacético, el inventor de sí mismo, el artista rebelde, polémico, inteligente e independiente, que emergió —dice el también historiador— de la retórica de un mediático, mediocre y gastado arte de tintes nacionalistas que dominaba y dirigía, con excepción de contados artistas, el destino del arte producido en nuestro país en la primera mitad de la pasada centuria.

“Con Cuevas culmina una parte fundamental de artistas de aquella época. El arte mexicano hoy no solo pierde a un enorme artista, sino pierde a uno de los artistas más importantes e influyentes en nuestro país en la segunda mitad del siglo XX”, dice Muñoz Palos, colaborador del suplemento La Cultura en México de esta casa editorial.

Un dibujante carnívoro

Estamos en el momento exacto por empezar a reconocer y revalorar la infinidad de facetas del pintor e ilustrador de formación autodidacta, añadió el crítico de arte, empezando por aquellas que se leen y se exponen por todos lados, como su destacada participación en la llamada Generación de Ruptura.

Se debe redescubrir el Cuevas, expresó Muñoz Palos, considerado uno de los pintores más destacado del neofigurativismo, que mediante el trabajo con la línea ­de gran ferocidad gestual­, desnudaba las almas de sus personajes retratando la magnificencia de la degradación humana.

“El arte le brotaba por todos lados y en todos los sentidos. Era un juego incesante de formas, de volúmenes y lenguajes. Todo se combatía y se recreaba al mismo tiempo, era sentir un inverso de la realidad incesante, con estructuras que producían movimiento y sonido”.

Asegura el poeta que José Luis, siendo dibujante, no pintor, aportó lo que muy pocos artistas pueden lograr con el dibujo. Por ello, fue considerado en su momento entre los artistas más reconocidos en el dibujo, lo que se hizo acreedor del Primer Premio Internacional de Dibujo en la Bienal de Sao Paulo, Brasil, a finales de los años cincuenta.

El dibujo del “güerito pintor”, determina el autor del Yunque de sueños. Doce artistas contemporáneos, era una síntesis de todos esos recorridos que el artista realizaba en los barrios bajos, principalmente de la Ciudad de México. Se volvió como él mismo se nombró: un cronista de submundos. Visitaba burdeles, prostíbulos, manicomios, se la pasaba horas y horas dibujando en ese mismo espacio, a las callejeras, a las mujeres que ejercían la prostitución y a los enfermos mentales.

“Era un dibujante carnívoro, cuya atracción principal reside en su gracia flexible, sus movimientos sinuosos, la ferocidad elegante de su dibujo, la fantasía grotesca de sus figuras y los resultados con frecuencia mortíferos de sus trazos”.

Para esos mismos años —cincuenta y sesenta—, recuerda el critico de arte, Cuevas desarrolló otra de sus facetas importantes, el grabado. Sus inicios se dieron a partir de su grabado en el taller de Lola Cueto, con una figuración todavía muy clásica, “después la rompe para crear esos grandes personajes que conocemos: descompuestos, con rostros entre misteriosos, poéticos y alquimistas, pero al mismo tiempo monstruosos”.

El nopal que sembró Cuevas

Mientras en Europa, a mediados de los años cincuenta, se imponía la obra de expresionistas abstractos como el pintor Esteban Vicente, o el informalismo con pintores como Luis Feito, Antoni Tàpies, o Rafael Canogar, en México, el Gato Macho (como lo llamó su esposa en ese entonces, Bertha Riestra) creaba no solo un texto fundamental para nuestro país, sino una configuración que será con el paso de los años, reconocible y brutal, determina el historiador Muñoz Palos, ya que La cortina del nopal, sembrada por aquel Cuevas joven, “inquieto a los monstruos y a los paradigmas tanto poéticos y visuales en México”.

Aquel manifiesto, asegura el poeta, quizás sea uno de los mejores momentos de Cuevas como escritor. Publicado por primera vez en el suplemento cultural del Novedades, México en la Cultura, cuando lo dirigía Fernando Benítez, criticó Cuevas la política cultural del gobierno mexicano que, después de tres décadas, seguía favoreciendo el arte nacionalista, particularmente en su vertiente muralista.

En ese cuento, añade el crítico de arte, Cuevas expone las imposiciones artísticas del Estado mexicano sobre los jóvenes artistas. Luchaba para que el arte mexicano se abriera a las nuevas tendencias, que en otros continentes ya está en boga ese cambio cultural, por lo que el artista apuntaba que por el bien del arte mexicano se debía acabar con dicha cortina. Más aún, se debían crear vías que comunicaran a los mexicanos con el arte mundial de ese momento.

“El Gato Macho decía: cómo es posible que los pintores mexicanos sigan haciendo paisajitos, burritos, inéditos, cuando el arte está cambiando tan rápido que no nos damos ni cuenta”.

Extrañaremos al enfant terrible

Voy a extrañar a ese hombre generoso, expresa Muñoz Palos, al enfant terrible del arte mexicano que hizo el Mural Efímero de la Zona Rosa para demostrar que él también podía hacer murales, y no solo los muralistas. Que tuvo interminables luchas con Siqueiros, Tamayo y Francisco Toledo, a veces de competencia para demostrar quién era el mejor artista, o quién estaba mejor posicionado dentro de la historia del arte.

Con la muerte del hombre que consideró el poeta como un padre alternativo,  hay mucho por hacer, en principio volver a revisar y explorar al polémico José Luis Cuevas junto con su enorme obra. Recalcó que se debe redescubrir esa parte de monstruosidad en la obra de Cuevas, sus grandes series de grabado en todas sus técnicas que realizó, sus collages, revivir sus videos donde están sus happenings, así como redescubrir su extenso trabajo literario, donde se encuentran libros como Cuevas contra Cuevas, Cuevas por Cuevas, su maravilloso texto editado por el Fondo de Cultura Económica, Gato Macho, así como su recopilación de sus Cuevarios, publicados en el suplemento El Búho, del periódico Excélsior.

“Nos deja en su legado no solo una obra fundamental para el arte de México, y por qué no, de América Latina, creado por una cosmovisión fantasmagórica y muy figurativa de lo que para él fue el arte. Reflexionemos sobre el lenguaje universal que creó con el dibujo y el grabado, lleno de presencia y seducción, tal y como era su creador José Luis Cuevas”, concluye el crítico de arte Miguel Ángel Muñoz Palos.