De tiempo en tiempo se publican estudios sobre las tasas de extinción de especies animales, incluso la organización conservacionista World Wildlife Fund for Nature (Fondo Mundial para la Naturaleza) periódicamente da a conocer las especies que considera en proceso de extinción, pero no se habían considerado estas probables desapariciones de especies como parte de un grave problema que repercute en la vida de nuestro planeta.

Desde hace algunos años el doctor Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la UNAM, y colaboradores han llamado la atención sobre lo que significa la sexta extinción masiva de especies del planeta, la cual pone en grave riesgo la biodiversidad de la Tierra.

Las pérdidas del siglo XX

En el artículo Biological Annihilation Via the Ongoing Sixth Mass Extinction Signaled by Vertebrate Population Losses and Declines (Aniquilación biológica por la sexta extinción masiva en curso, marcada por la disminución y pérdida de vertebrados), publicado el 10 de julio en Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS (Actas de la Academia Estadounidense de Ciencias) por Gerardo Ceballos, Paul R. Ehrlich y Rodolfo Dirzo, se advierte que la población de animales vertebrados está en peligro de extinción.

El estudio demuestra que la sexta extinción masiva es mucho más grave de lo que se había considerado, pues en anteriores investigaciones solamente se había tomado en cuenta el número de especies que ya se han extinguido; en cambio, en este trabajo se analizó el índice de contracción y extinción de las especies, de acuerdo con los datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que está compuesta por Estados soberanos, agencias gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil.

Los investigadores tomaron una muestra de 27,600 especies de aves, anfibios, mamíferos y reptiles, la cual corresponde a casi la mitad de los vertebrados terrestres conocidos y en especial se realizó un análisis documentado de la extinción de la población de 177 mamíferos, entre 1900 y 2015.

Los resultados de esa investigación señalan que más de un tercio de las especies de vertebrados (32 por ciento) ha disminuido tanto en número como en el territorio que ocupan. Específicamente, los 177 mamíferos estudiados con más detalle han perdido 30 por ciento o más de su área geográfica, y más de 40 por ciento ha experimentado una grave disminución de su población.

Las regiones que han perdido más vertebrados son las tropicales, en tanto que las templadas no se han visto tan mermadas en su población, probablemente porque en el último siglo se incrementó la explotación indiscriminada de los recursos naturales de esas regiones, que en términos generales pertenecen a países en vías de desarrollo, cuyo gobiernos han permitido que compañías del primer mundo se apropien de sus recursos naturales.

La aniquilación de la naturaleza

Esas prácticas depredadoras de los recursos y la naturaleza de las regiones tropicales no únicamente afectan la fauna y asentamientos humanos de esos países, ya que finalmente la pérdida de una sola especie repercute en el ecosistema (conjunto de especies que viven en determinado hábitat y las interacciones que se establecen entre ellas y el medio físico) y en la biodiversidad del planeta.

A partir de los mapas que elaboraron los investigadores, se estima que la mitad de la población de animales que ha compartido el planeta con el ser humano ya ha desaparecido, es decir miles de millones. Se trata de una muy preocupante pérdida de la biodiversidad terrestre, que traerá consigo graves consecuencias.

“Las pérdidas nos roban servicios cruciales como la polinización de las abejas, el control de plagas y la purificación de los humedales. También perdemos intrincadas redes ecológicas que involucran animales, plantas y microorganismos, lo que lleva a ecosistemas menos resistentes y lagunas de información genética que pueden resultar vitales para la supervivencia de las especies en un entorno mundial que cambia rápidamente”, han afirmado los investigadores.

Además de este grave panorama, la pérdida de la biodiversidad nos está conduciendo a otra, que ya empezamos a resentir, como ha referido Paul Ehrlich: “tristemente, nuestros descendientes también tendrán que prescindir de los placeres estéticos y las fuentes de imaginación proporcionados por nuestros únicos homólogos vivos conocidos en todo el universo”.

Por supuesto que lo más alarmante es lo que advierten Ceballos y colaboradores al final de su artículo: “Todo apunta a que los ataques a la biodiversidad serán cada vez más potentes en las próximas dos décadas, lo que pintará un cuadro sombrío para el futuro de la vida, incluyendo la humana”.

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f/René Anaya Periodista Científico