El experimento uruguayo comenzó en 2012 con el objetivo de poner fin al narcotráfico y a la inseguridad. El expresidente José Mujica fue el artífice de esta alternativa y puso en marcha tres vías de acceso a la marihuana recreativa: el autocultivo, los clubes cannábicos y la comercialización en las farmacias. Esta última acaba de implantarse y ha situado a Uruguay a la vanguardia, una vez más, de un nuevo modelo de lucha contra el tráfico de drogas.

La dispensación de cannabis en farmacias ha sido el punto que más debate ha despertado en el país y el que más tiempo ha tardado en efectuarse, ya que el Gobierno ha tenido que negociar de forma ardua con los farmacéuticos para lograr su apoyo. Finalmente, 16 farmacias han sido las pioneras que han decidido embarcarse en esta aventura desde el primer día, un número muy inferior al previsto por el Gobierno.

La distribución en todo el territorio uruguayo no está garantizada en este momento. En la capital, Montevideo, son solo cuatro los establecimientos que están autorizados para abastecer a más de los 3.000 inscritos en la ciudad. Así, en el primer día de venta han agotado ya sus existencias, en algunos casos, en apenas unas horas tras abrir sus puertas.

El camino comenzó en 2012 durante el gobierno de Mujica. El presidente, en contra del consumo de marihuana -como defendió en diversas entrevistas-, prefirió legalizarlo para que éste no creciese “en las sombras” y causase un daño mayor a la población. Se encuentra entonces con la oposición de la ONU, que tildó la iniciativa de una “grave violación” de la Convención Única de Naciones Unidas sobre Estupefacientes. Incluso su pueblo le dio la espalda, un 64% de la ciudadanía se manifestó en contra. Este último obstáculo hizo que se frenase el trámite legislativo porque Mujica consideró que la sociedad aún no era “madura”.

En solo un año alcanza el apoyo popular y en diciembre de 2013 el Parlamento uruguayo aprueba la Ley de Regulación de la Marihuana. Este hecho inédito en el mundo le convierte en el país del año, un nombramiento otorgado por la revista británica The Economist. En poco tiempo, el país recibe varias propuestas internacionales, de gobiernos, empresas y organizaciones sociales para que les vendan marihuana con fines medicinales o de investigación.

Comienzan a registrarse los primeros “clubes cannábicos” y al finalizar 2014, Uruguay cuenta con aproximadamente 1.200 personas inscritas como cultivadoras y 500 clubes.

Es durante el presente año cuando los uruguayos comienzan a registrarse para comprar marihuana en las farmacias. Sin embargo, la población sigue exigiendo cambios en la legislación y participan en una marcha para reclamar avances en el ámbito de la marihuana medicinal. Dos meses más tarde, le ley llega a su punto culminante y el cannabis llega a las farmacias.

Con un precio de 6,5 dólares por cada cinco gramos, cantidad en la que se administran los envases, el acceso queda restringido a aquellas personas que se hayan registrado previamente -4.959 usuarios hasta ahora-. Se permitirá retirar la sustancia después de que el farmacéutico compruebe, por medio de su huella dactilar, que está habilitado para comprar. Cada persona podrá comprar un máximo de 10 gramos por semana y hasta 40 gramos al mes. En cuanto a la calidad de la marihuana, Florencia Lemos, portavoz de la organización civil Proderechos, ha subrayado que “es totalmente distinta” a la comercializada en el mercado ilícito, “desde el aroma, la textura y también en el precio”.

En las calles, se ha vivido este inicio con entusiasmo. Los uruguayos han tocado sus bocinas y han saludado a aquellos que esperaban durante horas la entrada en la farmacia. Lemos, ha calificado esta jornada como “día histórico”.