Dejar de luchar, por culpa de la corrupción que hay en tu alrededor,
es como cortarte
el cuello porque hay barro afuera.
Nicolae Lorga

El pasado miércoles la máxima de que no hay tiempo que no se cumpla ni fecha que no se alcance se cumplió. Ese día estaba marcado en la reforma de la creación del Sistema Nacional Anticorrupción como el arranque de la vigencia de las normas y las instituciones que tenían que crearse para ese efecto.

Sin embargo, el Sistema Nacional Anticorrupción empieza su vigencia mocho, trunco, mutilado. Ya que los legisladores no pudieron ponerse de acuerdo para llegar al consenso del nombramiento del fiscal anticorrupción ni al nombramiento y designación de los magistrados anticorrupción; en este mismo sentido, se quedaron en el tintero reformas importantes, como la Ley de Archivos de la Nación.

Es lamentable que el Sistema Nacional Anticorrupción no esté concluido en su totalidad y que los legisladores una vez más incumplan los tiempos legales que ellos mismos se autoimpusieron. Es una pésima señal que contribuye al deterioro de la imagen nacional, ya que en el exterior nos consideran como un país inmerso en la corrupción; pero esto va más allá de una afectación de imagen pues se suma a todos los aspectos que permiten que la impunidad siga reinando en nuestro país.

La mezcla de los temas electorales con la responsabilidad de legislar en materia de anticorrupción constituye una grave composición que daña la raíz de las instituciones democráticas del Estado mexicano dedicadas a combatir este grave flagelo. La enfermedad de la corrupción es grave y ha contaminado todos los niveles del gobierno e incluso a la iniciativa privada.

Cada día nos encontramos con nuevos casos de corrupción que superan toda expectativa de los ya conocidos y pareciera que no pasa nada, que ya es el pan nuestro de cada día. Producto de la falta de sensibilidad y compromiso de los responsables de crear las normas y las instituciones del Sistema Nacional Anticorrupción. Es gravísimo que el sistema que debió ser integral y completo se forme a cuentagotas, se implemente y eche andar por partes.

El tiempo legal se ha agotado; por el bien del país y la salud de las instituciones se deben de subsanar los faltantes de este sistema lo más pronto posible. A nadie le sirve un Sistema Nacional Anticorrupción mocho, que no tenga las herramientas ni los instrumentos necesarios para cumplir a cabalidad con sus objetivos y metas.

Si lo que ha detenido la concreción y conclusión del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción han sido las elecciones, entonces nos encontramos en una encrucijada grave, ya que aún no hemos concluido ni resuelto todos los asuntos electorales de este año, y ya estamos a punto de entrar en la contienda presidencial de 2018 que, sin duda, generará más problemas y puede retrasar más el sistema. La solución la tienen los legisladores.

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