La era digital en la que vive inmersa la humanidad, ha sido impulsada principalmente por las constantes innovaciones tecnológicas en materia de las telecomunicaciones. El acceso universal a Internet y la disminución de la brecha digital en la mayoría de los países ha contribuido, en gran medida, a la aceleración de procesos y a la transformación de los principios económicos que rigieron la actividad comercial en el siglo XX.

En materia económica, el uso de las plataformas digitales y dispositivos electrónicos han generado mercados digitales o una economía digital con nuevas formas de producción, mantenimiento, distribución, compra, venta, y las habilidades de la fuerza de trabajo de las organizaciones, entre otros aspectos importantes que genera el comercio electrónico, mejor conocido como “e-commerce”.

De acuerdo al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, el crecimiento que hoy observamos en los mercados digitales se centra en cuatro aspectos fundamentales: 1) El desarrollo constante de Internet y sus tecnologías inherentes; 2) El aumento de comercio electrónico entre empresas; 3) La distribución digital de bienes y servicios; y 4) La proyección en la venta de bienes y servicios tangibles.

Con la “Declaración sobre el Comercio Electrónico Mundial” de 1998, se han realizado diversos esfuerzos para conocer sobre sus implicaciones en materia de propiedad intelectual, consecuencias fiscales, la relación y efectos entre comercio electrónico y formas tradicionales de comercio, imposición de derechos de aduana a las transmisiones electrónicas.

Sin embargo, ante la falta de conocimientos y regulaciones en esta materia y, paralelamente, la velocidad con que se ha desarrollado esta economía digital, los gobiernos y organismos internacionales se han visto limitados en las acciones y medidas para regular este tipo de comercio, que rebasa fronteras, deja en condiciones de vulnerabilidad a los consumidores y evade el pago de impuestos.

De acuerdo al informe de tendencias digitales de eMarkete el crecimiento del comercio electrónico en América Latina ha sido inminente, tan sólo en 2015 se generaron ventas por 1.670 miles de millones de dólares en todo el mundo y se proyecta que para 2019 las ventas del sector crezcan año a año un promedio de 21% a nivel global, llegando a 3.578 miles de millones de dólares.

Sorprende que el potencial de crecimiento para el e-commerce en la región se encuentre por encima de Europa y Norteamérica. Según esta consultora, en el 2015 Latinoamérica creció 23%, por delante del crecimiento de Estados Unidos con 14%, y de Europa con un 13%.

Se estima que las ventas crecerán 20% para finales de 2017 y que Brasil, México y Argentina sigan estando dentro de los primeros 20 países que generan mayores ventas en línea a nivel mundial. Cabe destacar que México se encuentra en la segunda posición después de Brasil, con mayores ventas en línea en Latinoamérica, con 5 mil millones de dólares en ventas durante 2015.

Aunque son innegables los beneficios de este tipo de comercio, y de que existe consenso a nivel internacional sobre el potencial del comercio electrónico como instrumento para el crecimiento económico de los países en desarrollo, es necesario y urgente trabajar de manera conjunta en leyes y mayores instrumentos de regulación. Durante los últimos años se han incrementado el número de fraudes, el robo de identidad, la venta de sustancias prohibidas, el tráfico de personas, la prostitución, pérdidas de ingresos fiscales, entre otros, por lo cual, es preponderante establecer como un tema de agenda en todos los gobiernos evaluar los impactos y repercusiones reales del e-commerce para generar legislaciones y marcos jurídicos acordes a la era de la economía digital.

SECRETARIA DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

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