“Durante los últimos siete años, los republicanos han estado unidos en tratar de ayudar a las víctimas de Obamacare. ‘Derogar y reemplazar, derogar y reemplazar’, lo decían una y otra vez. Cada republicano que buscaba un cargo público ha prometido alivio inmediato de esta desastrosa ley”, proclamó un crítico Donald Trump este lunes en una declaración a los medios de comunicación acontecida en la Sala Azul de la Casa Blanca.

Este lunes, el multimillonario devenido en presidente sufrió un varapalo a su imagen (su yerno, sospechoso de colaborar con Putin en la campaña electoral que hundió a Clinton, declaró ante la inteligencia del Senado) y necesitaba un golpe en la mesa que mitigara la vuelta al foco de sus supuestos nexos con Rusia, el espionaj y el ataque a la seguridad del Partido Demócrata que concluyó con la salida pública de correos electrónicos de su rival en las presidenciales. Y lo encontró. Aunque de forma particular.

Trump dedicó un escenario teatral a la ácida crítica que dedicó a miembros de su propio partido. Rodeado de familias a las que definió como “víctimas” del Obamacare, relató los fallos del sistema sanitario de su predecesor y las consecuencias que, a su juicio, han complicado la vida a personas como las que le acompañaron en el acto. Todo ello como envoltorio del ataque directo a sus compañeros de formación política.

El magnate sabe que la no derogación de la ley sanitaria de Obama es su principal lunar con respecto a sus votantes. Ese asunto y la construcción del muro con México y las barreras a la migración árabe que llega por ruta aérea, todos incumplidos, están cimentando una desilusión y frustración que no puede permitirse un movimiento basado en el populismo.

Por eso, Trump escogió este día para dar un golpe sobre la mesa un tanto arriesgado. Acusó a sus correligionarios republicanos en el Senado de negligencia con respecto a su obligación en el cumplimiento de las promesas electorales que les llevaron al poder. “No han hecho su trabajo“, avanzó, sobre los díscolos que consideran su plan un ataque a los derechos civiles de los estadounidenses.

“Nosotros, como partido, debemos cumplir la promesa solemne que le hicimos a nuestros votantes” sobre la ley sanitaria. “Hasta ahora, los republicanos no han hecho su trabajo a la hora de acabar con la pesadilla de Obamacare. Ahora tienen la oportunidad de hacerlo”, reclamó horas antes de impulsar, este martes, una votación en el Senado para decidir si se inicia el debate sobre la reforma sanitaria, si bien no está claro qué proyecto legislativo se va a someter a escrutinio.

“La pregunta para cada senador, republicano o demócrata, es si se van a poner del lado de los arquitectos de Obamacare, que han sido tan dañinos para el país, o con las víctimas de la ley. Cualquier senador que vote contra el comienzo del debate le está diciendo al país que está de acuerdo con la pesadilla de Obamacare”, expuso un presidente al que se le está indigestando el proceso.

Y es que los republicanos han reforzado su fractura y desacuerdo en este menester. El ala más moderada del partido contempla algunos artículos de la ley de Obama como válidos e irrenunciables y la facción ultraconservadora niega cualquier intromisión estatal en la vida del individuo, incluida la esfera de la salud. En ese bloqueo, prolongado en el tiempo hasta el hieratismo, quiere acceder un Trump que ha repetido la palabra “pesadilla” relacionada con la ley sanitaria vigente y que ha definido la de este martes como la “última oportunidad” de los republicanos para “hacer lo correcto”.