Por Javier Vieyra Galán

 

Luego de que en 1976 un puñetazo pusiera fin a la amistad entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, el Premio Nobel de Literatura entabló, en la Universidad Complutense, un diálogo sobre sus diferencias políticas con Gabo, su amistad y su obra.

En conversación con el escritor colombiano Carlos Granés, el narrador peruano evitó tocar el episodio sobre el golpe propinado a Gabo en el Palacio de Bellas Artes aquel 12 de febrero de 1976; pero sí conversó acerca de sus impresiones, afinidades y disensiones con él. Las anécdotas y los recuerdos hicieron el encuentro efusivamente delicioso para los asistentes quienes se admiraron de verse entre las impresiones de un genio hacia su igual.

Vargas Llosa recordó cuando se encontraron en Caracas en 1967, con motivo de la entrega del Premio Rómulo Gallegos a su novela La casa verde, y la mutua simpatía con que ambos empezaron a tratarse; de la que da cuenta la numerosa correspondencia que mantuvieron por casi una década de amistad, en la que su fascinación por William Faulkner fue su ”común denominador”.

A pesar de que siempre se supusieron entre ellos falsas rivalidades y comparaciones odiosas, Vargas Llosa expresó su fascinación  por Cien años de soledad, obra a la que dedicó varios años de estudio y que sirvió como el principal eje para su ensayo García Márquez: historia de un deicidio, publicado en 1971 ,que fue presentado originalmente como  su tesis de doctorado en la Complutense. El texto de Vargas Llosa es una de las obras  imprescindibles para estudiar el trabajo del colombiano y una expresión intelectualmente elogiadora de su grandeza narrativa.

El tema de Cuba dio paso para hacer notar las diferencias que Vargas Llosa sostuvo con Gabo al respecto; aunque, irónicamente, el peruano declaró que García Márquez era quien no estaba muy entusiasta con la Revolución cubana, a diferencia de él. Al paso del tiempo, como se sabe, los papeles fueron invertidos y aunque Gabo siempre mantuvo una perfil discreto y políticamente correcto, era pública su amistad con Fidel Castro y algunas de sus posturas, por ejemplo en el caso de Arnaldo Ochoa, suscitaron una fuerte polémica en su tiempo; Vargas Llosa, sin embargo, comenzó a distanciarse de la Revolución desde los inicios de su triunfo y, hasta ahora, ha mantenido una posición férreamente crítica para con su régimen.

Acerca de sus conceptos sobre la personalidad de García Márquez, Vargas Llosa destacó su molestia hacia la figura del intelectual y su admiración por la figuras de poder. Comentó  también que El otoño del patriarca, le parecía una novela en la que Gabo se estaba “imitando a sí mismo”.

Para terminar con su participación Mario Vargas Llosa aclaró que nunca volvieron a verse, pero recibió con pena la noticia su muerte. Al final,  dijo: “Descubrir que soy el último de esa generación es algo triste”.