Venezuela hoy es considerado no sólo como un estado fallido, sino como un modelo político que ha sido un desastroso ejemplo de lo que no debiera ser en otros países. Una nación que tiene a la mano muchos recursos con los que fácilmente podría catapultar su economía al lado de las principales del ranking mundial. Cuando en 1999, Hugo Chávez llegó al poder lo hizo con la idea de realizar una revolución que, a su juicio, era necesaria en el país para resolver los problemas que agobiaban a su población. Su proyecto fue bautizado como “Revolución bolivariana” y se dedicó desde un principio a ser lo que el empresario venezolano Pedro Mario Burelli describió como un canto de sirenas que adormecía a la gente; un populismo que a su parecer es engañoso y empalagoso.
“Es con ese sistema que logró hacerse del poder, pero hay que decirlo, es un sistema que no dice lo que es, sino que dice lo que la gente quiere escuchar, afirmó Burelli. Es algo con lo que es muy difícil competir, porque se trata de mentiras con un gran efecto de sensibilidad que llegan más a la emoción que a la razón”.
Bajo esa perspectiva, Burelli describe a una Venezuela que se durmió con la intención de despertarse en un ambiente de bonanza y holgura, pero que en realidad creó un escenario alarmante de crisis social en el que el desabasto y, por ende, el hambre, se han convertido en un denominador común de las decisiones políticas asumidas con objetivos fuera de la realidad”.

Pedro Mario Burelli, empresario venezolano.
“El gobierno de Chávez, y ahora el de Maduro, se han centrado en ahorcar a la economía. No es posible impedir la movilización de la economía porque es la que produce todos los elementos que permiten que la sociedad pueda desarrollarse”, afirmó el empresario venezolano. “Una de las cosas que hizo el gobierno chavista, por ejemplo, fue desarticular la propiedad privada, se dedicó a desmantelar las tierras, que es otro de los recursos que Venezuela tiene, además del petróleo, y estatizó haciendas, parcelas, terrenos que estaban en manos de productores privados, es decir, dio al traste con toda la producción agroindustrial y el resultado es visible con el desabasto que vive la población. Esa industria, que era la que producía más del ochenta por ciento de los víveres, ahora no es capaz de producir ni siquiera un 10 por ciento”.
El populismo tiene una cara muy dócil cuando se trata de convencer y atraer votos, es un modelo que funciona más a partir de exponer las carencias de la gente, que proponer la realidad material con la cual puede solucionar los problemas que denuncia.
“El gobierno venezolano se ha mantenido en el poder a través de pagarle a la gente, un sistema así no puede sostenerse por mucho tiempo, comienzan a aparecer contrariedades derivadas de la falta de políticas económicas más abiertas que, cuando estas funcionaban, les proveían una situación que movilizaba más ágilmente tanto el ámbito social como económico”, dijo. “El populismo es algo que puede anidar en todas partes, ningún país se salva de esto, fuera de Venezuela sea un ejemplo, lo que hay que pensar es en evitar cualquier fórmula populista”.
Burelli, quien también es asesor en financiero de mercados emergentes, advirtió que mientras Venezuela siga valiéndose del petróleo como principal recursos para obtener ventajas económicas, esto tampoco durará mucho. Advirtió que es necesario reinventar un país postpetrolero, lo cual es algo que sólo se puede lograr fuera del sistema comunista o socialista.



