A menudo se piensa que Mike Pence tiene una mentalidad más fría que la del mismo Donald Trump. De hecho, es una persona que gusta de tener un perfil bajo, pese a que se trata de la segunda persona más poderosa de Estados Unidos. Precisamente haciendo gala de un movimiento político más estratégico, este jueves se reunió en Miami con ciudadanos venezolanos en el exilio con quienes se comprometió a buscar una salida pacífica a la crisis que se vive en ese país sudamericano.

“Trabajando junto a nuestros aliados de Latinoamérica lograremos una salida pacífica para la crisis”, dijo.

A diferencia de Trump, Pence ni siquiera mencionó la famosa opción política que para el magnate inmobiliario, parece ser la única opción viable para una solución.

Durante un acto realizado en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Doral, punto de reunión de la comunidad venezolana en Miami y acompañado por los congresistas republicanos de origen cubano Mario Díaz-Balart y Marco Rubio, Pence les dijo que “el presidente me mandó aquí con un mensaje muy sencillo para el pueblo venezolano: estaremos con ustedes hasta la restauración de la democracia en Venezuela”. Y añadió: “No vamos a mirar a otro lado mientras su país se desmorona”.

El vicepresidente norteamericano aseguró que las presiones se harán cada vez más mediante sanciones económicas, a las cuales ya están sometidas muchos de los colaboradores más estrechos de Maduro, incluyendo a este mismo. Ante ellos, Pence aseguró que “aún viene más sanciones”.

En la reunión estuvo presente el político exiliado Carlos Vecchio, quien pidió a Washington que expanda “las sanciones hasta llegar a los testaferros de los jerarcas chavistas”. También le pidió bloquear la emisión de deuda del Estado venezolano.

Y por si eso no funciona, también le pidió que deje de comprar petróleo a Venezuela para secar las finanzas del régimen.

Por su parte, la organización Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio abogó por “un alivio migratorio” para los más de 100.000 venezolanos que se encuentran territorio estadounidense de manera indocumentada o a la espera de que se resuelva su petición de asilo.