Pocos escritores han tenido la movilidad dentro del mundo de las letras como Fabián Casas, su trayectoria va y viene entre la narrativa, la poesía, el periodismo y la edición.
La llamada “Generación de los 90´s” en Argentina fue una corriente poética que rompía de manera contundente con la forma de escribir e interpretar el género lírico. El objetivismo como pensamiento casi definitivo, derivó en una generación de jóvenes que no conoció clasificaciones ni encasillamientos en la literatura, uno de ellos fue Fabián Casas.
Nacido en Buenos Aires el 7 de abril de 1955, en el barrio de Boedo, Fabián Casas realizó sus estudios en Filosofía para posteriormente comenzar a escribir en el diario Clarín en la primera mitad de la década de 1990. Posteriormente, complementó su labor periodística trabajando para el diario deportivo Olé y la revista del mismo género El Gráfico y el periódico El Federal.
A la par, Casas comenzó a desarrollar su proyección literaria con la fundación de la revista 18 whyskys, en que junto con otros colegas poetas como Ezequiel Alemián, Daniel Durand y José Villa, una publicación que a pesar de su efímera vida consiguió sacudir los círculos literarios de la capital argentina. Aproximadamente en esos años logró publicar Tuca, su primer poemario que, en opinión de los especialistas, es todo un referente de su corriente literaria, es decir el objetivismo.

Su rápida asenso y reconocimiento se vio coronado en el año de 1998 cuando recibió Anna Seghers. Pero, después de su prolífico paso por la poesía, el autor de El salmón, cambió su zona de confort literaria por adentrarse en el mundo de la narrativa. La transición que él califica “como electrificar la guitarra acústica” resultó toda una aventura, aunque igual de fecunda que su faceta anterior, debido a que creó una novela y un libro de cuentos que, en este año, junto a su Diarios a la edad del pavo volverá a la lista de novedades de las librerías a través de la editorial Emecé.
En la reedición de los tres volúmenes acompañadas por el arte de Santiago Barrionuevo, aspecto que le permitió generar un nuevo vínculo con sus obras. Además, descifra una relación por demás interesante con el recién fallecido Ricardo Piglia que, al igual que Casas en su obra, busca desentrañar todos los aspectos y laberintos que envolvían a los escritores poco antes del fin de milenio.
Fabián Casas resaltó este aspecto mediante una comparación precisa: “Piglia pudo resolver esa cuestión dando clases en Princeton. Yo no, mi situación económica siempre fue inestable. Y por otra parte: los Diarios de Ricardo son hermosos y para publicar. Los míos no están pensados para eso y están en la calle porque primero creyó en ellos Washington Cucurto (el editor de Eloísa Cartonera) y después Ignacio Iraola (cabeza de Planeta Argentina, grupo al que pertenece Emecé). Si estos Diarios tienen algo singular es que son de alguien que no sabe escribir”.
La búsqueda de Fabián Casas, sin lugar a dudas, seguirá hasta que “sepa escribir”, posiblemente en todos los géneros que su curiosidad le permitan.


