Tinísima (1992), inspirada en la vida de la fotógrafa Tina Modotti, es una de las obras mayores de Elena Poniatowska. No me refiero a la extensión, (que es mucha) sino a la complejidad del texto. En una de las partes, que es una novela completa, perfecta y fuera de serie en sí misma, la escritora recrea la vida amorosa de una pareja excepcional, la fotógrafa italiana y Julio Antonio Mella, líder estudiantil y fundador del Partido Comunista de Cuba.

La vida real proporciona todos los ingredientes, desde la belleza excepcional de la pareja hasta el final trágico con el asesinato de Mella que camina al lado de la Modotti en las calles de Abraham González de la ciudad de México. Una verdaderahazaña es ponerse en los zapatos de la temperamental italiana, pero antes ha cumplido otro virtuosismo al reconstruir, porque la Modotti fue previamente amante del fotógrafo Edward Weston, el ambiente intelectual de San Francisco. En otra parte de la obra, Tina Modotti se convierte en un personaje parecido a la María de Adiós a las armas y participa en la guerra civil española. (En la pantalla, el personaje de Hemingway fue interpretado nada menos que por Ingrid Bergman).Un período, ignoro si real o imaginario de la vida de Tina, ocurre en una estancia en la Unión Soviética y en la parte final se reconstruye la relación con el legendario Vittorio Vidalihasta terminar, al pie de la letra de la realidad, con la muerte en México de la italiana.

El personaje de Mella ha sido inspiración literaria de Alejo Carpentier en El recurso del método y de uno de los capítulos de Paradiso de Lezama Lima, sin embargo, la reconstrucción de la vida de Mella es más completa en la mexicana y los claveles rojos arrojados sobre su tumba son, a la vez, un reflejo real y una metáfora insuperable.

Cuando leí Leonora, inspirada en la vida de Leonora Carrington, la propia Elena me aclaró que era una novela y no una biografía. En efecto tiene toda la razón. La autora se mete en la mente de la protagonista y revive el amor de la inglesa por el pintor Max Ernst y más tarde, por el poeta Renato Leduc y como música de fondo su relación con el fotógrafo húngaro “Chiki” Weisz, el padre de sus hijos Gabriel y Pablo. (En unos dos o tres números anteriores publicamos un texto de Gabriel Weisz sobre su padre y la “maleta mexicana”) El libro de Poniatowska se basa en largas entrevistas con la Carrington, pero un tono predomina y define a la protagonista. Carrington aparece aquí, no sólo como una mujer enamorada, apasionada, como Tinísima, sino como una mujer en busca de su libertad. Al contrario de la Modotti que es una obrera italiana, la Carrington es hija de uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. La rigidez social y el deseo de libertad la llevan a un hospital psiquiátrico. Uno de los pasajes más sorprendentes del libro es aquel en que la Poniatowska funde un excelente y extraño cuento de Carrington (el que elige Breton para su antología del surrealismo) y lo convierte y transforma en parte de una incursión en la mente de la protagonista.

Siempre se dijo aquí sotto voce que el matrimonio de la pintora y del poeta Renato Leduc era “blanco”, vale decir una relación de papel para que la artista pudiera ingresar al país huyendo del nazismo en Europa que le había arrebatado a Max Ernst. Sin embargo, en la novela Leonora afirma haber estado enamorada profundamente del mexicano, difícil es saber si fue una confesión en las entrevistas o una invención de la novelista. Sin embargo, si Tinísima se define por el amor y también es lo que distingue al personaje de Leonora, en ambas existe un deseo deromper las normas, de alcanzar la libertad.

Otra novela similar es Querido Diego, te abraza Quiela. Esta vez se trata de Angelina Beloff, primera esposa de Diego Rivera. Esta pintora rusa sufre el desamor del pintor cuando, después de un matrimonio de una década en París, Rivera retorna a México y se casacon Lupe Marín. (La infatigable Elena ya está escribiendo una novela sobre la Marín que también fue esposa del poeta Jorge Cuesta). La Beloff no sólo vivió en México hasta su muerte, sino que influyó en el arte mexicano como artista y como maestra. Esta novela, corta, relata una historia de desdén, de desamor que no difiere demasiado de la concepción del amor de, por ejemplo, La piel del cielo, que la autora se ha apresurado a desmentir que sea una biografía novelada de su marido, el astrónomo Guillermo Haro. (Ahora está llegando a las librerías la biografía de Haro escrita por Elena).

Tal vez, la novela más (por no decir la única) autobiográfica de Poniatowska sea La flor de lis. En ella, dos niñas aristócratas nacidas en Francia se ven obligadas a venir a México, al estallar la Segunda Guerra Mundial. El padre queda allá, atrapado en la guerra, y ellas vienen, porque la madre, como en la vida real, es mexicana. Novela de aprendizaje, novela de educación sentimental, novela de cuestionamiento de la religión, pero sobre todo novela de dos ausencias; la del padre por la guerra, y la de la madre por inalcanzable. El amor de la hija, que es la protagonista y narradora, es un amor sin remedio. De nueva cuenta, y es lo que quiero destacar, se trata de una extranjera que llega a México y se queda aquí para siempre. Como Tina, como Leonora, como Quiela, la protagonista, Mariana, es igualmente transgresora y aprende lo que es México, no de su madre, que es una aristócrata, sino, como Rosario Castellanos en Balún Canán (otra novela autobiográfica) de su nana. Hay en el fondo otras dos otredades, la de género y la no menos limitante, de clase. Un deseo por echar raíces y al mismo tiempo, un amor desmesurado, deslumbrado, por el país. Recuerdo a Elena Poniatowska en uno de tantos banquetes en el diario El Día, al lado de Mariana Yampolski, otra extranjera que con su arte de fotógrafa amó a México.

Quise destacar esta constante de los personajes de Elena Poniatowska como extranjeras amantes de México, no lo hice, y creo que es indispensable, aunque sea dicho de refilón, que cada una de ellas es artista. Tina, fotógrafa; Leonora, aunque polifacética, pintora sobre todo, al igual que Angelina Beloff. Todas, mujeres intentando romper la limitante del género y, por medio del arte o la política, la de clase. La otra constante evidente, todas son mujeres profunda y desmedidamente enamoradas. No en balde, Michael Schuessler llamo a su biografía de Poniatowska, Elenísima. Todas transgresoras, libertarias, artistas y todas extranjeras y amantes de su país de adopción.