¿Se puede realizar un cuadro sin líneas, sin contorno, sin formas, sin personajes? ¿Se puede hacer música sin melodía? ¿Se puede sentir una obra antes que ser comprendida, es decir, que la obra sea total y no atravesada por la intermediación de la línea o la figuración? Estas preguntas podrán ser respondidas al recorrer la primera muestra retrospectiva en América Latina del artista francés pionero del arte acción y las prácticas inmateriales del arte contemporáneo: Yves Klein (1928-1962).

La exposición que abre sus puertas a partir del 26 de agosto en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), hace un recorrido a través de más de 75 obras artísticas y una amplia selección de documentos —cartas, dibujos, fotografías y películas— por la variedad de facetas que desarrolló a lo largo de su corta, pero intensa y prolífica carrera.

“Atravesadas por la filosofía asiática y por la concepción del arte como algo inmaterial, las obras de Yves Klein, el francés que pintó con el fuego y la lluvia y diseño su propio azul, se muestran por primera vez en forma de retrospectiva en México”, se detalla en el sitio web del recinto museístico el encargado de la curaduría, Daniel Monquay, quien asevera que la exposición es compuesta por tres principales problemáticas en el trabajo de Klein: la monocromía, la materialidad de la carne y el arte como campo inmaterial.

El también coordinador de los archivos de Klein por más de 50 años, explica que la exposición toma como punto de partida su exposición doble “Proposiciones monocromas” en la galería Colette Allendy y en Iris Clert Gallery en París (1957), en donde inicia su periodo azul. En ese primer momento, la exposición despliega el universo monocromo, basado en la concepción de un color (el IBK, Azul Internacional Klein) como un campo de sensibilidad inmaterial. Con esta producción toma distancia del arte de su época, que se debatía entre la abstracción y la figuración.

“Después de experimentar con formatos bidimensionales, Klein comienza a trabajar con objetos y otros elementos, que al ser pigmentados con el azul se transforman en esculturas de color ultramar. En el desarrollo de sus monocromías se deposita su concepción no solamente del color sino del arte, en donde los cuadros son solamente “cenizas” de la obra, como señalaría el propio artista”, apunta.

Su particular forma de representar el cuerpo humano en las “Antrometrías” ocupa otra sección destacada. En ellas se ve la influencia de la concepción oriental del mundo en la forma en que las obras invitan a sentarse delante de ellas, a veces incluso con un banco enfrente, como si fuera un jardín zen.

Monquay menciona que el público podrá conocer al artista francés que creía que el nuevo arte ocurría en la construcción de campos de sensibilidad, ya fuese por medio de la pureza del azul Klein, a través de la experiencia del vacío —como desarrolla en sus icónicas piezas Salto al vacío y  el periódico que lo documenta, Dimanche (1960)—,  o bien de los cuadros realizados con fuego y aire, así como a partir de la reflexión sobre el valor de la obra artística.

De esta forma, la agenda radical y definitiva de Klein se desarrolla a través de sus obras, de las acciones que las componen y de los diversos manifiestos y conferencias que escribió e impartió a lo largo de su carrera.

“La muestra busca introducir a un público amplio la obra de uno de los principales referentes del arte del siglo XX. Quizá uno de los primeros artistas contemporáneos que buscó integrar arte y vida en una aventura unificada”, añade Monquay.