La luz de la luna intenta siempre ignorar la oscuridad del entorno, pero cuando el entorno persiste en su oscuridad y a ella se agregan sordidez, angustia, tristeza y alta dosis de deseo o anhelo, es decir, de carencias, esa luz mantiene e intensifica su palidez como lejana esperanza. La joven escritora Arcelia Ayup Silveti, en los trece cuentos que conforman su libro Escondrijos de luna, ha captado a diversos personajes en esa sordidez en que el impulso erótico y el tanático se enlazan; en el que se intenta atrapar sueños al fijarlos con fuego en la oscuridad (como en “Atrapasueños”) o al insistir en vacuas e inútiles luchas. En “Mal de alcoba” y “Luna” somos testigos del despertar o del estallido de una sexualidad teñida de violencia y frustración. “El no cuento” posee ecos de El libro vacío, de Josefina Vicens, pero también de los Seis personajes en busca de autor, de Pirandello y, por supuesto, de Unamuno y su clásica Niebla, en la medida en que la autora se adentra en la autorreferencialidad: se trata de un cuento que habla sobre el cuento, pero resulta una excepción en el desfile de personajes agónicos y temas heterológicos que nos presenta la autora.

En Escondrijos de luna llega a exhibirse la cotidianidad y los sueños de gente atrapada por la pobreza en alguna atmósfera decadente y estática donde el tiempo transcurre con rapidez y se condensa en unas páginas, como ocurre en “Nuevos dieciocho”. En “Genaro” y “Mi vida astillada” se desarrolla el tema del VIH en sus inicios, cuando se conformó toda una mitología macabra alrededor de la enfermedad. Ambos relatos podrían ser parte de una novela narrada desde distintos puntos de vista. Otros temas que se despliegan en estas narraciones sencillas, fluidas, sin barroquismos, que se leen rápido y sin dificultad, son el aborto, la prostitución, la homosexualidad desde distintos ángulos, la humillación, la muerte, la drogadicción, la paternidad enfermiza o mal entendida y el machismo. Algunos relatos, marcados por la violencia y la sordidez, astillan al lector, lo que equivale a decir que no lo dejan indiferente, sin importar su gusto literario. Son cuentos nocturnos, instantáneas más bien lunares, en las que la pálida luz aparece de repente con esperanza, pero otras veces se agranda y otras fallece para no resucitar. Tras la lectura de este libro, confirmo que el cuento, un género conciso al que en gran parte yo definiría como trabajo de joyería, y que relativamente pocos cultivamos en comparación de otros géneros como la novela, se revitaliza cada vez más en nuestro país. Por último, cada relato va acompañado por un sugerente dibujo de Tabata Ayup De Alba, cuyas ilustraciones son a menudo mezclas de aparente ingenuidad y ácida ironía, como si detrás de una leve sonrisa hubiera una daga que, amenazante, se hundirá en nosotros tras la lectura del texto. Dibujos y cuentos conforman una unidad inseparable.

Arcelia Ayup Silveti, Escondrijos de luna. Prólogo de Rita Holmbaeck Rasmussen. Universidad Autónoma de Coahuila, México, 2017; 117 pp.