En el poblado de Soyataco, de Jalpa de Méndez, Tabasco, con 87 años a cuestas, Don Miguelito no cesaba de trabajar su tierra, pese a no obtener ninguna ganancia por la plaga moniliasis que azotaba su sembradío de cacao, era lo único que lo mantenía activo y útil, ya que su vida era el campo y ahí estaría “Hasta que Dios me tenga vida”. Nunca recibió ningún tipo de apoyo a su producción. Conocidos y extraños lo veían diariamente caminar a paso lento rumbo a su siembra de cacao, enfundado con su característico sombrero de guano, su morral de henequén al hombro y su machete.

Desde hace 30 años, empezó a sembrar cacao, antes era agricultor de maíz y frijol, pero las condiciones climáticas y de humedad de la zona, fueron afectando la producción, al grado de eliminar esta actividad por el suelo “jabonoso”. El cacao es un fruto de inigualable aroma, ya que la masa se extrae del fruto, se mezcla con agua y endulzada con miel se obtiene “el xocolatl”.

Hoy en día para poder obtener el chocolate con el aroma y características de fundido propios del chocolate que todos conocemos sigue necesitando de esa fase de fermentación. Don Miguelito, nació un 17 de diciembre de 1922, pese a su avanzada edad tomaba su machete con destreza y cortaba los frutos (bayas) del cacao, para mostrar que no hay que esperar a que se caigan solos y comience el proceso de fermentación entre tres y ocho días, para posteriormente pasar a el secado y tostado de estas semillas.

Antes ganaba seis mil pesos de su cosecha de cacao y los guardaba “para asegurar la papa”, después sacaba únicamente  300 pesos al mes, pero últimamente “nada”  lo que lo hizo vivir en extrema pobreza y marginación. Hace uno días falleció de una insuficiencia respiratoria porque enfermó de enfisema pulmonar. Pasó dos años en espera de la ayuda del gobierno estatal y federal para aliviar de la plaga a su cultivo de cacao.

>>Fotos y texto de Mario Nulo a través de la Agencia Cuartoscuro<<