En un inesperado giro de 180 grados, el presidente de Brasil, Michel Temer, parece haber evadido tranquilamente la justicia. Un grupo de diputados de centro-derecha logró obtener 263 votos contra 172 para superar una moción contra el mandatario acusado por corrupción pasiva. Lo interesante del asunto es que se trata del mismo grupo legislativo que no se tentó el corazón para derribar a Dilma Rousseff del poder en 2016, dando un duro golpe al Partido de los Trabajadores.

Prácticamente Temer la ha librado por ahora, pues era necesaria la aprobación del Congreso para someterlo al banquillo de los acusados. Tras una intensa reunión de 20 horas, sus aliados argumentaron que la salida de Temer sería una amenaza a la estabilidad, necesaria para que Brasil pueda sortear su actual crisis económica.

“Lo que estamos juzgando es si es útil para el país apartar a Temer en un momento en que Brasil está empezando a levantarse”, dijo el diputado del oficialista Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) Baleia Rossi.

Los legisladores del Partido de los Trabajadores intentaron retrasar la votación lo más posible, ante el temor de que no pudieran lograr el número de votos necesarios para encauzar a Temer y forzar su caída. Finalmente, la votación se realizó con los resultados esperados.

Sin embargo, Temer todavía puede ser encauzado por otros dos delitos: obstrucción a la Justicia y pertenencia a organización criminal. Esto porque, además de haber recibido sobornos, también compró el silencio de directivos de las firmas Petrobras y JBS para obstaculizar las investigaciones de la Operación Lava Jato.

Según analistas políticos, Temer sólo obtuvo un victoria momentánea, pues en realidad tiene todo por perder y solamente se ha conformado con cumplir su mandato a rastras hasta el 2018 cuando se convoque nuevas elecciones en las que, por cierto, no piensa presentarse como candidato.