Kurt Cobain, el mítico músico del grupo Nirvana, además de ser todo un ícono en la industria y la cultura grunge, fue, además, un pintor explosivo que utilizó el lienzo como otro medio de expresión de su atormentada personalidad.

Dentro de la Feria de Arte de Seattle, el acontecimiento más notable hasta ahora ha sido la exposición de obras nada menos que de Kurt Cobain. Y es que el notable integrante de la agrupación proveniente de Aberdeen, recordado por su talento pero también por su trágico final,  fue un impulsivo creador de múltiples ilustraciones, pinturas y dibujos que serán presentados en la muestra artística, incluyendo, también, dos inéditos.

A pesar de no ser su faceta más reconocida, Cobain declaró en varias ocasiones que le hubiera gustado ser animador de Walt Disney, labor que hubiera podido desarrollar con bastante habilidad, ya que comenzó a dibujar a la edad de ocho años y practicaba frecuentemente ilustrando sus diarios personales. A pesar de su juventud, desde aquellos tiempos era posible notar la esencia de lo que posteriormente transmitiría  primordialmente en su participación dentro de Nirvana: nostalgia, un dolor profundo e infinito y una existencia lastimera.

Empezando por el Pato Donald y el Hombre Lobo, Cobain fue evolucionando en la complejidad de su arte y terminó por adentrarse en la corriente del expresionismo abstracto, produciendo así imágenes donde los colores negro y rojo son predominantes junto con una serie de figuras sufrientes y esbeltas, en que elementos como el sexo y la virginidad se conjugan con los penosos y frustrantes  complementos de su autor.

Vale decir, que la relación entre su carrera musical y su papel de artista plástico fue realmente prolífica, pues numerosas obras de Kurt Cobain sirvieron para acompañar los demos de Nirvana, además de que algunas canciones como Mr. Moustache nacieron de tiras cómicas creadas por él. Particularmente, su acrílico Incesticide se convirtió en 1992 en la portada del álbum homónimo de su banda.

Muchos especialistas de arte consideran que el arte de Cobain tiene su fuente de inspiración en el trabajo del noruego Edvard Munch y que, más que un valuación monetaria, es necesario considerar el enorme simbolismo sentimental y personal que poseen para el mismo artista y  para su familia, por ejemplo para su hija Francis Bean Cobain, que es igualmente pintura.