Los agoreros del desastre, zopilotones que por supuesto nunca faltan cuando se trata de estigmatizar a quienes son sus políticos non gratos, advertían en sus análisis que el PRI estaba en riesgo de que se anularan los triunfos de Alfredo del Mazo en el Estado de México y de Miguel Ángel Riquelme en Coahuila.

Y de que la XXII Asamblea fuera a resultar una diáspora de tricolores inconformes con decisiones que reformarían ya la muy vieja estructura estatutaria del tricolor.

En el caso de Alfredo del Mazo, al mexiquense, en medio de una miniprotesta de Morena ante las instalaciones del IEEM, ya le fue entregada su constancia de mayoría como gobernador electo de la entidad más poblada del país.

El caso de Coahuila es muchos más delicado para el PRI.

Riquelme al parecer sí rebasó los topes de campaña, incluso con más del 5 por ciento, y en dos semanas la FEPADE emitirá su fallo con respecto a este caso.

La clave está en el mal uso que se hizo de publicidad en Facebook.

Lo más probable es que se anulen esos comicios, y Riquelme no podrá repetir como candidato, lo que deja al PAN con una ventaja considerable en la celebración de la elección que se repetirá en menos de seis meses, una vez que las autoridades hubieran fallado en ese sentido.

Pero el Estado de México, considerado como la joya de la corona, el PRI lo mantiene a pesar de los graves yerros cometidos por el equipo de Eruviel Ávila; quien perdió todos los distritos de su natal Ecatepec, al que se le salió de control Isidro Pastor, que nunca supo cómo estaba operando en ese proceso Ricardo Monreal y finalmente su distracción mayor por buscar una remota candidatura presidencial, todos ellos factores que le complicaron la victoria al hoy gobernador electo Alfredo del Mazo.

Al PRI y a su líder Enrique Ochoa Reza, la celebración de las mesas regionales que concluyeron el sábado 12 con la celebración de la XXII Asamblea Nacional, le resultó un acto no solamente reordenador de las inquietudes, justas y algunas de ellas muy válidas, de la militancia, sino que, además, resultaron fortalecidos tanto la institución como el dirigente con el claro mensaje de que con los resultados del cónclave tricolor, se amplió el margen de conducción de la sucesión presidencial del presidente Enrique Peña Nieto.

Finalmente la XXII Asamblea resultó una válvula de escape a la presión que le vienen metiendo varios prospectos tricolores al proceso de la sucesión presidencial.

De los excluidos en el documento FODA que publicamos Federico Arreola y yo la semana pasada en SDPnoticias, solamente dos insistieron en incorporarse a la lista de pretendientes: Ivonne Ortega Pacheco (a quien le anda saliendo del clóset el asunto de los terrenos adquiridos por su hermano) y José Calzada Rovirosa, quien trae en Querétaro hecho un desastre al PRI de esa entidad que malgobernó.

Luis Videgaray, Manlio Fabio Beltrones y Miguel Ángel Osorio Chong esperan que los astros se reacomoden y hasta entonces considerarán las posibilidades de reencartarse.

De Eruviel Ávila ya reseñamos su grave descalabro en la elección mexiquense, lo que le remitió en automático al limbo de los políticos que caminan inexorablemente a la banca.

Los más viables prospectos presidenciales de Peña Nieto: José Narro, José Antonio Meade, Aurelio Nuño y Enrique de la Madrid, participaron en varias de las sedes preparatorias de la Asamblea y se vieron civilizados y con un ánimo de unidad.

Lo anterior por supuesto que no convierte al PRI en ganador automático de la contienda presidencial de 2018.

Pero sí lo pone en una circunstancia de mayor competencia ante un adelantado como López Obrador que sigue bajando en sus números de preferencias electorales y creciendo en la suma de sus negativos.