Luis Sánchez Jiménez

Ante la tensa situación que mantiene a Venezuela en el centro de la atención internacional, el gobierno mexicano ha seguido una errada estrategia que se sustenta en la determinación del secretario de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Videgaray, de acompañar las acciones y objetivos definidos desde la Casa Blanca para congraciarse con el presidente Donald Trump.

El origen de esta estrategia comenzó con la propuesta hecha al presidente Peña Nieto de invitar al entonces candidato republicano a nuestro país. El costo político fue alto, Videgaray tuvo que abandonar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), para regresar al gabinete unas semanas después como canciller.

Ahora, Videgaray repite la fallida estrategia al acompañar medidas y acciones que son ejecutadas desde Washington, para ser parte de un bloque de países que buscan el visto bueno de Donald Trump, sin realmente contribuir a cambiar la situación del conflicto en Venezuela, sino, por el contrario, tomar partido y abonar en el encono en ese país.

El fallido intento de condena al gobierno de Venezuela mediante una resolución de la Organización de Estados Americanos (OEA) en su 47 Asamblea General, donde la representación mexicana tuvo que aguantar un cúmulo de verdades expuestas por la canciller venezolana Delcy Rodríguez sobre la violación a los derechos humanos en territorio nacional, así como los señalamientos de impunidad por la falta de esclarecimiento en la desaparición de los 43 normalista de Ayotzinapa y los asesinatos de periodistas en lo que va de este sexenio.

Después, se dieron a conocer las declaraciones del director de la CIA, Mike Pompeo, que aceptó haber estado en nuestro país y en Colombia para tratar el tema de Venezuela, buscando la colaboración de ambos gobiernos para con el suyo, respecto a una política común hacia el gobierno venezolano, asunto que no fue desmentido por la SRE.

Ante el anuncio de Donald Trump de sancionar a funcionarios y exfuncionarios del gobierno de Venezuela, el gobierno mexicano no tenía por qué acompañar ni apoyar tales medidas. Se actuó de manera servil, asumiendo compromisos ajenos a los intereses mexicanos e impulsando prácticas diplomáticas alejadas de la tradición y principios de la política exterior de México.

No se anunciaron con precisión cuáles serían las medidas que tomaría la SHCP en torno a las sanciones a personas vinculadas al gobierno venezolano, pero la dependencia quedó en franco ridículo cuando se amplió la lista de personajes, incluyendo al presidente Maduro, y su titular, José Antonio Meade, salió a confirmar que no se encontraron cuentas bancarias del presidente venezolano en nuestro país. ¿Y entonces para qué sumarse a las sanciones?

El secretario Luis Videgaray muestra que no solo desconoce la función de representante diplomático, sino que aprende mal e impulsa medidas ajenas a las prácticas mexicanas en materia de relaciones exteriores. Daña a México adoptar posturas y acciones sancionatorias para con otras naciones, cuando las prácticas denunciadas, “menoscabar la democracia y los derechos humanos”, son acciones comunes e impunes en nuestro país.

Después de la jornada electoral del domingo pasado, la SRE se apresuró a no reconocer los resultados de la elección de los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente, argumentando que fueron “unos comicios contrarios a los principios democráticos reconocidos universalmente…”. Por lo menos se trata de una declaración con muy poca calidad moral y ética, proveniente de un gobierno que en su propio país practica múltiples artimañas para desviar dinero público en favor de los candidatos de su partido en las elecciones.

La opinión dentro y fuera de México es que “vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro”. Como también dice el popular mexicano: “¿Qué pasaría si Videgaray desapareciera de la política mexicana? Simple, quizá gobernaría Peña Nieto”. ¿Sería distinto?

@SenLuisSanchez

Vicepresidente del Senado de la República