Sara Rosalía
En medio de la avasallante globalización, han surgido movimientos regionales que reivindican sus costumbres, defienden sus lenguas e incluso ponen en el tablero político su autonomía. Los catalanes, los vascos y los gallegos son los más conocidos en España, los escoceses y los irlandeses del norte en el Reino Unido, los países bálticos y Ucrania en la ex Unión Soviética y desde luego, los casos de Checoslovaquia y de Yugoslavia. Poco a poco se comienza a comprender que así como la biodiversidad es una riqueza para la humanidad, lo es también la diversidad cultural.
El pintor oaxaqueño Francisco Toledo, siempre pendiente de las luchas de su pueblo, ha emprendido o mejor dicho, ha intensificado, la defensa de las lenguas indígenas. Recuerda que a su padre le prohibían en la escuela expresarse en zapoteco, y que su hija Natalia sufrió burlas en una primaria de la Ciudad de México, cuando hablaba en la escuela el idioma de su casa. Todavía hoy en algunas escuelas se multa a los niños porque hablan en su lengua materna. Recuerda que el entonces su suegro, Santiago Ramírez, fue a la Castañeda porque un enfermo hablaba en una lengua inventada y les informó a sus colegas, “qué lengua inventada, habla zapoteco del Istmo”.
Ahora Natalia Toledo, convertida en poetisa (no “la poeta”, como no decimos la actora, en vez de la actriz, ya que consideramos, con Julio Cortázar, que lo femenino no es peyorativo) destaca la tarea de editor de su padre.
En medio de otro ataque a las normales a consecuencia de la llamada reforma educativa, Toledo ha decidido apadrinar a 16 alumnos de la Escuela Normal de Tlacochahuaya, quienes se ven obligados a crear su propio material didáctico, porque el Estado no lo proporciona. El colectivo de Amigos de las lenguas indígenas, una asociación civil, desea crear materiales didácticos para las normales bilingües. Natalia, al fin poetisa, llama la atención sobre algo fundamental, el zapoteco (como el chino mandarín) es una lengua tonal, vale decir la entonación varía el significado, de ahí que este colectivo esté pensando en editar discos para que los estudiantes escuchen la pronunciación. El otro problema, (como en el árabe), es que los hablantes conocen su lengua, pero no dominan su escritura. Intentan crear material didáctico para el zapoteco, mixteco, huave, mixe y otras más. Ya Toledo se puso en contacto con Aurelio Nuño, Secretario de Educación Pública, para exponerle el proyecto, y sin conocer lo que hablaron quien esto escribe les puede asegurar que la respuesta fue sí, pero no les dijeron cuándo. Y esto, porque Salvador Martínez de la Rocca, “El Pino”, cuando fue Secretario de Educación del Estado de Guerrero durante el interinato de Rogelio Ortega Martínez, comentó para la estación de Radio Centro Formato 21, al aplicarse la evaluación estandarizada de la SEP: “Como todos los maestros bilingües reprobaron, hoy no hay educación indígena en el estado de Guerrero”. Y los maestros de Michoacán, no han podido hacer que se les escuche con programas que sostienen “inglés no, purépecha sí”. Hay que fortalecer, escuché en boca de Nuño, matemáticas, español, inglés, historia y computación.
Un problema que Toledo le expuso a Nuño fue el siguiente: Un maestro de zapoteco del Istmo, es enviado adonde hay una vacante, que, pone como ejemplo Toledo, puede ser en la mixteca, en la zona de los triquis, donde todo su conocimiento no le es útil. A este problema se le llama técnicamente “desubicación lingüística” y según datos proporcionados por el propio pintor en entrevista con La Jornada, en prescolar indígena, 29.6 por ciento de los maestros no habla la lengua de sus alumnos y en primaria, 34 por ciento de los docentes no hablan la lengua de sus estudiantes. Los datos, aclara Toledo, son de la Unesco y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. A los de la sección 22, de Oaxaca, afirma Toledo, tampoco les interesa el tema.
Natalia Toledo aclara que el proyecto editorial se sostiene con fondos de una edición de lujo de las Fabulas de Esopo con grabados de Toledo y el apoyo de la Fundación Alfredo Harp Elú. Natalia menciona que su padre ha editado a premios Nobel como el poeta de Irlanda del Norte Seamus Heaney, y autores mexicanos como Elisa Ramírez, (primera esposa de Toledo y hermana del admirado Santiago Ramírez e hijos ambos del famoso psicólogo), David Huerta (hijo de Efraín y hermano de Eugenia y Andrea) y Verónica Volkow, nieta de Trotsky.
Natalia, junto con el lingüista Víctor Cata, llaman a su taller para revitalizar el zapoteco El camino de la iguana. Estos talleres se han impartido, comenta, en palapas, patios, casas de la cultura y junto al mar, en Oaxaca y diversas ciudades de Estados Unidos, como Los Ángeles y San Quintín entre otras, dedicados a los hijos de migrantes.
Preparan, cuenta Natalia Toledo en entrevista con El Universal, la edición de libros de geografía o de placas de anatomía en diversas lenguas de la región, una historia de las guacamayas en tacuate, que explica es una variante del mixteco, La muerte pies ligeros, de la propia Natalia y un cuento de Tolstoi: “Cuánta tierra necesita un hombre”. Quieren traducir a Rulfo al zapoteco, en particular “Luvina” de El llano en llamas.