Precedida en los medios por una campaña en contra de la Asamblea Constituyente de Venezuela y en particular contra Nicolás Maduro presidente de esa nación, la postura de la Secretaría de Relaciones Exteriores de sumarse a las sanciones económicas y políticas impuestas por el presidente Trump con el argumento de que no se respeta la democracia ni los derechos humanos, provocó que el colectivo “No en nuestro nombre” solicitara a la administración de Peña Nieto rectificara la actitud de México calificada de intervencionismo galopante y retornara a la doctrina Estrada, característica de nuestro país, de la autodeterminación de los pueblos.

Entre los intelectuales de este colectivo, destacan los nombres de Pablo González Casanova, ex rector de la UNAM; José Enrique González Ruiz, ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero; Ana Esther Ceceña, investigadora emérita de la UNAM; Luis Hernández Navarro, coordinador de la sección editorial del periódico La Jornada y uno de los fundadores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el antropólogo y ex delegado de la Ciudad de México Gilberto López y Rivas, entre otros.

De hecho, el gobierno de Estados Unidos suele ahora destituir “legalmente” a los presidentes de América Latina en los que ya se califican como “golpes de estado blandos”. El primero fue Noriega que narcotraficante en efecto, fue llevado a juicio en Estados Unidos, luego de un breve bombardeo sobre la ciudad de Panamá; más reciente es el caso de Dilma Rousseff, hoy destituida como presidenta de Brasil; Michelle Bachelet, de Chile, se ha visto envuelta en acusaciones de corrupción y tráfico de influencias. Los candidatos presidenciales han sufrido iguales acosos “legales”, Lula Da Silva sigue acusado de corrupción, mientras encabeza las preferencias electorales y López Obrador estuvo a punto de ser desaforado por el gobierno de Fox. Ahora, Maduro, que juzga Trump más peligroso, se ve amenazado con una intervención militar.

La doctrina Estrada de no intervención y autodeterminación de los pueblos no sólo es benéfica para otros Estados y le ha valido en otros momentos a México el título de hermano mayor de América Latina, sino ha sido una defensa de México frente al intervencionismo estadounidense en nuestro país.

Dos manifestaciones se encontraron en la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela, una a favor y otra en contra de la Asamblea Constituyente. El gobierno de la Ciudad de México envió granaderos para evitar enfrentamientos entre ambas. Otra manifestación a favor del presidente electo de Venezuela se realizó días después. Maduro y su gobierno han expresado que los votos para la elección de la Asamblea Constituyente son auditables internacionalmente, los de la oposición a la Constituyente no, porque se quemaron días después de esa votación. También están solicitando algunos medios afines a Venezuela que se precise que son oposicionistas o partidarios de la Constituyente los muertos y heridos. Sobre el desabasto todo mundo recuerda que así comenzó la oposición al régimen del Presidente Salvador Allende, por cierto como Maduro, llegado al poder no por movimientos guerrilleros, sino por elecciones. (S. R.)