A la sombra del Monumento a la Revolución, muy cerca del Frontón México, sede de una de sus películas favoritas, el escritor Iván Farías platicó con Siempre! acerca de su más reciente novela: Un plan perfecto (Grijalbo, 2017).
Concebida como una novela pintoresca de ladrones y risibles planes frustrados, Iván Farías declaró que, a pesar de que una historia puede contarse de muchas maneras, decidió escribir su libro en forma de novelas policiacas porque “son como un juego entre el autor y el lector, me agrada contar esas cosas, poder construir un mundo y mostrárselo a alguien más”.
Y el mundo de Un plan perfecto es “uno en el cual se puede estar mucho tiempo y abstraerse del real”. El personaje principal Diego Rodríguez, el Soñado, un ladrón “caballero” de antaño concibe el atraco que por fin habrá de permitirle retirarse de su vida criminal, sin esperar las extrañas circunstancias y personas, que habrán de cruzarse en su camino; todo ello, en escenarios reales, pero a la vez ingeniosamente dibujados por Iván: “A mi me encanta una frase de Paco Ignacio Taibo II que dice la ciudad entra por los pies. Me interesaba mucho que el personaje principal, Diego Rodríguez, viajara, caminara, en especial en un lugar que creo ha sido poco representado en la narrativa nacional como es Polanco. Me cautiva mucho Polanco porque es como un pueblito; la gente de Polanco sólo se ve entre ella, nunca sale de ahí y a mi me parecía muy particular. A parte de que la Ciudad de México siempre ha sido un lugar muy universal”.
Al mismo tiempo, el singular Diego Rodríguez se conjuga como un protagonista de una interesante personalidad como ladrón pues “a Diego Rodríguez no le interesa la ostentación, tiene una especie de moralidad vieja, de otros tiempos. Es un tipo que ve la vida de una forma diferente, incluso bolea sus zapatos y tiene detalles de caballero de los años 50´s y 60´s, del cine de la llamada época de oro, a diferencia de este maximalismo y de esta ostentación que hacen los demás personajes. Quería dejar muy clara la idea de lo que antes era ser respetado”.
Iván Farías indica lo importante que fue justificar el comportamiento de el Soñado: “Había algún tipo de leyes y códigos no escritos en que se menciona su actitud. En otras entrevistas he mencionado que Edward Bunker retrata estos arpegios y estos robos de cierta finura e inteligencia hasta finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Inglaterra y en Francia que eran verdaderas escuelas de ladrones. Era un juego de inteligencia, ahora es un juego de fuerza, ambos son crímenes, no son para enorgullecerse, pero así funcionaba el crimen.” Además, señala que “como personaje, los ladrones que tienen un código funcionan mejor, tienen más cosas de donde sacar que sólo la brutalidad; el personaje de el Torreón es un personaje de parapeto, un estereotipo al que no se le puede exprimir mucho, por ejemplo”.

El escritor Iván Farías. Foto: Mónica Cervantes
Dentro de la narración de Un plan perfecto, se mezcla un sencillo robo con guerrillas en África, redes criminales en Europa y la mafia rusa, creando una alegoría profunda y a la vez amena. Al respecto, Farías comenta que construyó este entramado como “un rompecabezas en el que a veces el lector vaya avanzando y que no sepa para donde va, lo vas soltando y al final unes los hilos”.
Sobre este aspecto, resalta la dificultad que tuvo al documentarse: “Me divertí en muchas partes y en otras sufrí bastante. Por ejemplo, en la parte de África, me costó mucho trabajo imaginar ciertas situaciones, estar verificando datos, preguntarle a la gente que conocía Sierra Leona, ¡porque conseguí gente que había visitado Sierra Leona!, y saber y escuchar como se habla su lengua; también el aspecto de la pobreza que era desconcertante. Pero me divertí mucho creando situaciones y pensando que podía pasar, porque al fin de cuentas como escritor policiaco eres como paranoico y aparte juegas, con eso vas ideando situaciones de riesgo.”
La idea del ladrón robado y algunas anécdotas reales complementan las aventuras de Diego Rodríguez, con el cual dice su creador no existe ninguna empatía autobiográfica pues “él es mujeriego y bastante haragán a diferencia de mi”.
Iván Farías brinda, al final de sus páginas, una suerte de guía de inspiración, pues enlista el soundtrack que utilizó al escribir Un plan perfecto, el cual “es muy importante para el momento en que vas escribiendo, es un guiño al lector, una especie de detrás de cámaras que hago, una demostración de los trucos que utilicé; como cuando el mago termina y enseña como cortó a la chica en la caja de madera. Entonces, puse a todos los tipos que estuve escuchando y hay de todo. Aunque la música que tienen los personajes es otra.”
El también crítico del séptimo arte, dice que “a pesar de que hay mucho sobre el cine, esta es una novela de sonidos, la pensaría más como una radionovela. Trabajé mucho en el habla de los personajes, quería que se pudiera entender cómo pensaban, cómo se relacionaban y qué podías esperar de ellos a través del habla; hay palabras que repiten y cosas que me parecen muy interesantes. La novela esta muy dialogada, ahí hay una influencia de George V. Higgins, que en sus novelas son solamente diálogos, eso es muy difícil de lograr. Y pienso que las novelas dialogadas son un poco más ágiles, aunque también iba moviendo la forma de escribir de acuerdo al capitulo, hay algunos donde se rompe esa agilidad”.

El escritor Iván Farías. Foto: Mónica Cervantes
Respecto a la sátira social y el humor de su trabajo, detalla que “es algo que he aprendido. Me gustan mucho los personajes que se burlan de las cosas, que pueden satirizar y poner en evidencia por medio del humor la forma en que se vive esto. Hay un autor norteamericano de mis preferidos que se llama Elmore Leonard, y todas sus novelas son rudas pero todo el tiempo te estás riendo. Ahí los criminales siempre son idiotas, quieren aparentar que son geniales pero en realidad no. Mi novela tiene muchas partes de juego, yo no quería atormentar al lector, ya tiene suficiente como para todavía darle pornomiseria en literatura.”
Acerca de la clasificación de su novela, Iván Farías destaca que son interminables la discusiones sobre como catalogar los escritos policiacos, pero “siempre las zanjo con lo que dice Otto Penzler, que yo creo que es el tipo que más sabe de policiaco en el mundo; solamente se pueden dividir entre novelas de detectives y novelas de criminales. Yo escribo novelas criminales, a mi me gusta decir que son novelas criminales porque hablan del crimen. Yo pienso que hago eso, pero el gran público no lo entiende, para ellos todo es policial, como dicen los argentinos, o policiaco, como decimos en México.”
Hablando de los íconos del género policial en México, Iván Farías comenta que “antes de Rafael Bernal había muchos que escribían novela policiaca pero la trataban de tropicalizar con estereotipos que no funcionaban en el país; él inventa un policía que trabaja para el sistema y que también trabaja para él solo. Lo que escribe es una gran novela que me gusta mucho. Posteriormente llegan otros escritores como Hernández Luna, Paco Ignacio Taibo II, Ramírez Heredia que redondean el policiaco mexicano ya con las características que tiene, el humor, el desenfado, porque a diferencia de otras literaturas el policiaco mexicano es muy cotorro, juega mucho con el lenguaje, no son las novelas torturadas de Noruega o Suecia o las superviolentas de Estados Unidos”.
Para concluir, Iván Farías revela sus planes a futuro: “Tengo un libro de cuentos policiacos que está detenido, yo espero que salga el próximo año. Como me cayó muy bien el Soñado, hay una novela que estoy acabando con él, con mafias chinas y otras cosas, es una especie de homenaje velado a El complot mongol; y algunos ensayos sobre cine, principalmente.
Iván Farías se despide y comienza a perderse entre los laberintos de calles, seguramente pensando en otros planes tan perfectos como este.