Abrumado por las constantes críticas, el presidente Donald Trump decidió de una vez por todas dejar en claro su posición respecto a los incidentes del pasado fin de semana en Charlottesville, Virginia, donde los disturbios entre manifestantes supremacistas y antirracistas, se liaron a golpes, resultando al menos una persona muerta y docenas de heridos.
Trump explicó que trató de mantener una postura más equilibrada respecto a una situación donde ambas partes. Según él, tuvieron la culpa de lo que pasó. “Fueron culpa de ambos bandos”. “Había gente mala en un lado y también muy violenta en el otro”, insistió. “Había gente muy buena en ambos lados”. “He condenado a los neonazis, he condenado a muchos grupos. Pero no toda esa gente eran neonazis,o supremacistas blancos, ni mucho menos”, recalcó.
Aunque la prensa e incluso el sistema empresarial estadounidense consideraron que sus palabras habían sido muy blandas al referirse a un hecho que tenia una auténtico trasfondo racista, Trump sigue bajo fuego, pues sus más recientes explicaciones, en la que involucra a todas las partes de la misma manera, fueron muy bien recibidas por grupos de extrema derecha.
David Duke, ex dirigente del Ku Klux Klan, elogió las más recientes palabras del magnate inmobiliario al decir: “Gracias, presidente, por su sinceridad y su coraje para decir la verdad sobre Charlottesville y condenar a los terroristas izquierdistas en BLM/Antifa [en referencia al movimiento Black lives matter y antifascista]”.
Trump en realidad no ha querido ser más tajante en un episodio contra los sectores de extrema derecha, pues estos fueron básicamente los que le aportaron gran parte del apoyo electoral para que llegara a la Casa Blanca, identificados por su carácter voluble y su ultranacionalismo, que ha permitido el caldo de cultivo adecuado para el repunte de grupos extremistas blancos.

