El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que usará todo el poder que le da su autoridad para evadir leyes ambientales a fin de asegurar la construcción de barreras, muros y caminos en la frontera con México, principalmente en el sur de San Diego, California. Su meta: impedir a toda costa la migración ilegal, pese a los daños ecológicos que pueda ocasionar.

En un comunicado, la Secretaría de Seguridad Interna afirmó que el sector sigue siendo un área en la que hay un alto ingreso ilegal de personas, “por lo que hay una necesidad inmediata de mejorar la infraestructura actual y construir barreras y caminos fronterizos adicionales”.

La medida apunta específicamente a una zona fronteriza de 24 kilómetros de largo entre el Este de Estados Unidos y el Océano Pacífico, donde ya existe un sistema vallas, las cuales se busca renovar.

Tanto la propuesta del muro como la renuencia presidencial a respetar regulaciones ambientales, han causado muchas protestas populares. Grupos ecologistas advierten que la edificación de la barrera ocasionará daños a especies endémicas. Pero Trump sigue adelante con su proyecto, argumentando que se trata de una promesa electoral, la cual según él, cuenta con la mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso para llevarla adelante.

De hecho, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos tiene la posibilidad de saltarse las obligaciones ambientalistas que afecten a la seguridad del país. Trump sólo avalaría la medida.

Esta institución estará encargada de supervisará la instalación de barreras, caminos, cámaras, luces y sensores adicionales en la frontera, bajo la autoridad de la ley de 1996 Reforma de Inmigración Ilegal y Responsabilidad Inmigratoria.

El Departamento de Seguridad Nacional dijo que agentes fronterizos estadunidenses arrestaron a más de 31 mil extranjeros ilegales y requisaron más de 4 mil 82 kilos de mariguana y 597 kilos de cocaína en el área de San Diego el año pasado.