Ricardo Pérez Torres

Todo empezó con un viaje: Gaby, sus padres y su hijo. Una semana visitando y disfrutando de las principales ciudades de la costa este de Canadá en un tour con 46 turistas más. Gaby y su familia habían disfrutado del descanso de acuerdo a lo planeado. La fecha de regreso: 11 de septiembre del 2001.

El vuelo 881 de Mexicana de Aviación estaba programado para salir de la ciudad de Montreal a las 8:00 de la mañana y llegar a la Ciudad de México a las 12:35 p.m. había permanecido en el aire durante más de dos horas dejando atrás Quebec. Repentinamente el piloto anunció que haría un aterrizaje de emergencia. La gente se comenzó a poner nerviosa, algunos asustados, otros confundidos, los más sin comprender lo que estaba sucediendo. Estuvieron volando en círculos alrededor de alguna ciudad estadounidense durante aproximadamente 20 minutos.

El aterrizaje fue en la ciudad de Indianápolis. El capitán dijo que sabía muy poco de lo que sucedía. No había ningún problema con la nave y pronto las autoridades llegarían a bordo para explicar la situación.

Después de una hora las autoridades del aeropuerto abordaron el avión para informar acerca del ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono y dijeron que debido a eso el espacio aéreo de los Estados Unidos permanecería cerrado. No había aviones saliendo, llegando ni cruzando los Estados Unidos. En ese momento todos se dieron cuenta de la gravedad de la situación. Uno de los pasajeros encendió su radio portátil. Se informaban que el Presidente de Estados Unidos volaba a bordo del Air Force One y que el ataque había sido fuerte y se pensaba que había muchos muertos. La incertidumbre crecía, se hacían comentarios de todo tipo.

Permanecieron en el avión alrededor de 5 horas. El capitán anunció que habían aterrizado un total de 40 aviones, el 881 de Mexicana era el único vuelo internacional. El gerente y un supervisor de Mexicana de Aviación los esperaban. Les tomó dos horas pasar por inmigración. A lo lejos se escuchaban vehículos de emergencia.

Los llevaron al campamento para Boy Scouts Jameson Camp. La Cruz Roja Americana, Julie Marsh, directora del campamento, su personal y algunos voluntarios organizaron su hospedaje. Vecinos de la comunidad acamparon también ahí para ayudar. Algunos restaurantes de la zona suministraron comida y los maestros de francés y español de las escuelas locales acudieron para ayudar con la comunicación.

Los pasajeros llenaron formas de registro. Comenzaron a circular charolas con comida. Mucha gente llegaba para donar cosas. A la mañana siguiente pudieron ver todo más claramente. Lo primero que hizo Gaby fue ir al comedor y ver la T.V. Las espantosas escenas de los aviones chocando contra las Torres Gemelas de Manhattan eran repetidas una y otra vez. Todos estaban horrorizados. La apresurada voz de una locutora en la televisión decía:

Queremos recordarles que están viendo imágenes del World Trade Center que fue sacudido por una explosión, por un ataque suicida terrorista… la mañana de ayer a las 09:00 horas del Este, poco después, también el Pentágono fue sacudido por otra explosión y sabemos que esto ha creado caos en los Estados Unidos, particularmente en estas dos ciudades, también ha creado alerta nacional… también sabemos que el presidente de los Estados Unidos ha dicho que estos actos terroristas no quedarán impunes… No sabemos exactamente cuántas personas han muerto lo que sí sabemos es que…

Más tarde les informaron que no podrían salir ese día y la mayoría de la gente se veía preocupada, sin embargo tenían plena conciencia de la magnitud del problema. Gaby habló con sus padres y su hijo y les dijo que tenían que ser pacientes y mantenerse ocupados para evitar pensar en la tragedia. Don Miguel, su padre y Miguel David, su hijo limpiaron la cabaña y su madre y Gaby ayudaron en la cocina a lavar trastes y servir comida.

El campamento lucía limpio y ordenado. Había televisores y películas, revistas y libros para consultar, periódicos en español y juegos de mesa. La Cruz Roja acomodó mesas en los jardines.

Más tarde, una camioneta de “Radio Latina” llegó para realizar entrevistas y tocar música en español. Al día siguiente algunos voluntarios llevaron flores en macetas, un pequeño zoológico para los niños (una víbora, un conejo y un búho) cuentas e hilo para hacer collares y por la tarde una bailarina de flamenco acudió para ofrecerles una actuación. Afortunadamente pudieron irse ese día jueves. Se fueron al aeropuerto a las 4:30 p.m. y después de pasar por  revisiones de seguridad, finalmente salieron a las 9:45 p.m.

Nadie decía nada. El capitán anunció que estaban cruzando la frontera entre México y Estados Unidos. Todos suspiraron con alivio. Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de la Ciudad de México aproximadamente a la 1:20 a.m. todos aplaudieron.

Epílogo:

A casi 15 años de los ataques al World Trade Center en Nueva York que causaron la muerte de cerca de 3,000 personas e hirieron a otras más de 6,000 y ante las tragedias, fabricadas o no por las invisibles cúpulas del poder, los acontecimientos narrados por la señorita Gabriela Mora González tal vez podrían demostrar que “todo depende del cristal con que se mire” sin embargo y sin el afán de defender alguna teoría conspirativa sabemos que hay cristales traslúcidos, sucios, poco claros y desde luego millones de seres obnubilados por los medios no objetivos y que fungen como herramienta de los cada vez más reducidos grupos hegemónicos cuyos objetivos, de igual manera nos quedan poco claros pero indudablemente todos sabemos que son, siempre en contra de las mayorías.

Recordemos también que un 11 de septiembre de 1973 el gobierno del presidente electo de Chile, Salvador Allende fue derrocado en un brutal golpe de Estado organizado con el apoyo del gobierno estadounidense derrumbando de igual manera una gran edificación.

Loor a los héroes de todos los tiempos. Rechazo a todos los terroristas de cuello blanco.