En estas horas difíciles para nuestro país, en los momentos decisivos de los rescates de las personas que aún permanecen bajo los escombros y cuando aún desconocemos las consecuencias finales del sismo, existe una gran certeza que nos fortalece como una nación: la inmensa solidaridad ciudadana ante la tragedia. Como todos los mexicanos expreso mi solidaridad con las víctimas de este desastre, con las personas que perdieron a un ser querido, con los heridos y lesionados, con las familias que fueron afectadas en su hogar o en su patrimonio.

Reconocimiento y agradecimiento infinito a todos los ciudadanos que han participado en la inmensa cantidad de tareas que una emergencia de este tipo demanda.

Bomberos, Cruz Roja, Protección Civil, Marina y Ejército han hecho su labor, pero con todo respeto en esta ocasión quiero enfatizar la participación ciudadana y su respuesta inmediata, espontánea y auténtica ante el desastre. Me refiero a los rescatistas y brigadistas voluntarios que con o sin experiencia fueron los primeros en llegar a los edificios siniestrados e iniciar el rescate de damnificados en los minutos y horas posteriores al terremoto; hablo de las y los ciudadanos que preparan y regalan comida; a los hombres y mujeres que en autos, motocicletas y bicicletas transportan personas y ayuda; a los que donan alimentos, ropa y medicinas; a los médicos y paramédicos, a los ingenieros y arquitectos que revisan edificios; a los que difunden información útil; a los que instalan albergues y comparten su casa con vecinos y personas afectadas.

El sismo del 7 de septiembre, literalmente sacudió al país y provocó una amplia solidaridad con las poblaciones afectadas de Oaxaca y de Chiapas. Todavía no nos reponíamos de ese siniestro, cuando el sismo del 19 de septiembre nos sacudió hasta lo más profundo y nos convocó con fuerza a la unidad de los mexicanos, primero para el rescate y la atención de quienes resultaron afectados y, después, tendrá que convocarnos para la reconstrucción. No son horas para los políticos o para las organizaciones, que aunque se digan de la sociedad civil, están ligadas al poder; es el momento de los ciudadanos de a pie, de los vecinos de manzana o de colonia, de la sociedad que se organiza y actúa. Que nadie intente, por soberbia o por interés, apropiarse de algo que sólo corresponde al pueblo: la solidaridad entre los mexicanos. Si alguien tuviera esas pretensiones, la única respuesta será el rechazo.

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Septiembre es un mes especial para México, no sólo por el inicio de la lucha por nuestra Independencia, sino porque la fuerza de la naturaleza nos ha puesto a prueba en dos ocasiones en nuestra historia reciente. Hace 32 años, la insurgencia cívica que cambió la Ciudad de México nació de los escombros de una ciudad devastada. La capital cambió y el país se transformó. Ahora, después de los sismos del 7 y del 19 de septiembre, estoy seguro que serán el punto de quiebre de un cambio en el país, que como todo cambio auténtico nacerá de su sociedad. Ya lo veremos. La prioridad en estos momentos sigue siendo el rescate de víctimas y ahí debemos concentrar nuestros mayores esfuerzos y nuestros mejores recursos.

@MBarbosaMX