Javier Vieyra y Jacquelin Ramos

El aniversario del inicio del movimiento de Independencia es, sin lugar a dudas, el acontecimiento central en la agenda patria de los mexicanos. La noche del Grito y las celebraciones que se derivan de él son un referente en la identidad nacional y así se expresa cada año, ya sea en el Zócalo capitalino, las plazas públicas o en los hogares particulares. Sin embargo, pocas veces reparamos en la riqueza y contenido histórico del episodio que le dio origen y su posterior desarrollo.

En los últimos años, tanto la academia como la sociedad en general han estudiado y reinterpretado el simbolismo, las causas y consecuencias de tan transcendental capítulo en nuestra historia; ejercicio que ha nutrido enormemente la visión y comprensión que poseemos del proceso de Independencia y su posterior repercusión en el rumbo de México.  Ante ello, Siempre!  conversó en exclusiva con Erika Pani, historiadora especialista en el siglo XIX mexicano y directora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, acerca de su perspectiva no solo del movimiento independentista, sino del concepto de conciencia y unidad nacional, así como del papel de México frente a la construcción de nación.

Erika Pani.

La Independencia, producto de la crisis del Imperio Español.

Y para iniciar este recorrido por la Independencia de México, dice la especialista, se debe partir del hecho de que el inicio del movimiento es producto de la crisis del Imperio, y no viceversa, es decir que el movimiento fue originado por la caída de la corona.

“Nosotros por mucho tiempo pensamos que eran estas naciones las que estaban despertando del sueño colonial, y que ellas ponen en crisis al Imperio. No obstante lo que hemos visto quizás en los últimos 20 años de trabajos de colegas historiadores es que realmente es al revés”.

Asegura que realmente la invasión napoleónica y la abdicación de los reyes de España es lo que echa a andar un proceso político del que van a surgir las nuevas naciones, que, a la larga, serán todas republicanas en la América española, lo que origina especialmente en la Nueva España —que habla además de su importancia dentro del Imperio— la imposibilidad de una transición institucional, a diferencia de la revolución ocurrida el 25 de mayo de 1810 en el Río de la Plata y la Nueva Granada, entre otras, que pretenden defender al rey Fernando VII, guardar su soberanía mientras está cautivo, situación con la que llegan a dirigir su movimiento hacia una emancipación.

En la Nueva España todo eso se clausura, expresa Pani, porque se da el movimiento del Ayuntamiento de la Ciudad de México contra el virrey José de Iturrigaray, y esa posibilidad se rompe, dando lugar al movimiento independentista; empezando con la conspiración de Querétaro y finalmente el Grito de Independencia de Miguel Hidalgo en septiembre de 1810. En ese momento “se forma una guerra de independencia, que es en muchos sentidos una guerra civil”.

Añadió que se podría entonces afirmar que la participación de la Nueva España en este proyecto constitucional, de nación transnacional, que se fragua en Cádiz y en la incapacidad del gobierno metropolitano en darle un espacio, es un catalizador para el conflicto.

“Sí hubo en la Nueva España quien esperaba renegociar su postura dentro del Imperio; esto fracasa gracias a la intransigencia de los políticos en la península, tanto liberales como los que se llaman reaccionarios y absolutistas. Hasta que finalmente llega esta independencia negociada con Iturbide, quien firma los tratados de Córdoba con el que en su momento iba a hacer el nuevo virrey y se establece el rechazo absoluto de Fernando VII como una forma de dar una salida al choque de fuerzas”.

El proceso de Independencia fue muy largo y muy complicado, asegura la colaboradora del libro Arma la Historia. La nación mexicana a través de dos siglos; ya que finalmente termina con la consolidación de esta nación independiente con características muy particulares, en donde no solo es el estatus de volverse independiente sino que en estos 10 años de guerra hubo una nueva configuración política, una regionalización de la autoridad, así como una democratización del poder y una militarización de la política que van a marcar de una manera muy importante los primeros años de la vida independiente en el siglo XIX.

¿Independencia o descolonización?

La discusión esta latente de si la Nueva España era una colonia o un reino, dice la especialista, quien sugiere se debe preguntar, ¿sí había esta relación extractiva que caracteriza el imperialismo del último cuarto de siglo XIX en la América española?; como respuesta personal, determina que no, salvo en el aspecto económico donde hay una extracción de riqueza y capital, sobre todo durante los últimos años de régimen virreinal que termina rompiéndose con la independencia. A la par, señala la doctora en historia, hay que decir que México es un país que nace endeudado; el gobierno independiente asume la deuda del gobierno virreinal en gran parte porque muchos de los artífices de la independencia son estos comerciantes que prestaron dinero al gobierno virreinal.

“En cuanto al  proceso de descolonización podemos hablar de que sí existe en el sentido de que México ya no está en el esquema  imperial- trasatlántico; y de que se transita a una política en que la Ciudad de México desempeña un papel de submetrópoli, sobre todo en la región del Caribe. Sin embargo, sigue habiendo una relación complicada y costosa no necesariamente con España sino con quienes habían proveído el capital independiente”.

Por lo tanto, sí existe la Independencia definitivamente, asevera Pani, porque hay un gobierno de la Ciudad de México que despacha frente a otros gobiernos; aunque hay que recordar que España no reconoce la Independencia hasta 1836, lo que obliga a México a construir su política exterior a través de negociaciones complicadas. No obstante, países como Colombia sí lo reconocen como país independiente, o como Inglaterra, que por sus intereses comerciales tiempo después también lo reconoce; posteriormente lo van a hacer otros países europeos.

“El Vaticano no reconoce la Independencia inmediatamente y se crea un  problema con la Iglesia católica en cuanto a la manera de colocar a quienes deben estar frente a los obispados”.

Se trata de una independencia frágil a pesar de que es operativa, en cuestión de que el gobierno español no tiene nada que manifestar ya en México —a pesar de que hay un intento de reconquista— por lo que sí es una independencia, explica la historiadora. Pero a su vez, se podría pensar que también es una descolonización porque debe que construir algunas estructuras que son novedosas, como los ayuntamientos en todas las poblaciones que tienen más de mil almas, diputaciones provinciales, gobiernos estatales y un régimen político nuevo.

Los buenos y los malos, personajes para entender la independencia

La división entre héroes y villanos en la independencia de México es un poco inevitable cuando hablamos de historia patria, pero es muy útil para entender lo que pasó. Hay personajes que dada la importancia que tiene la guerra en la experiencia novohispana mexicana han quedo un poco en las sombras, afirma la investigadora, se trata de aquellos personajes que trataron de encontrar y construir un camino distinto a través de la política, pero ¿quiénes eran?

Por mencionar algunos, señala, estaban los miembros de la famosa Sociedad Secreta de la Ciudad de México, que por un lado no jugaban al juego político liberal, pero participanan en las elecciones y escribían en periódicos, además de ser vinculados con la insurgencia; ellos eranllamados “Los Guadalupe”, los políticos que están dispuestos a jugar el juego de la nación liberal trasatlántica, entre ellos se encontraba Antonio Joaquín Pérez, quien además de lograr ser diputado fue obispo de Puebla, y terminó firmando a favor de la restauración del absolutismo, y por fomentar la libertad de prensa.

“Son personajes complejos, contradictorios, muy difíciles de clasificar en buenos, malos o regulares, pero que vale la pena estudiar, porque a final de cuentas son parte importante dentro de la historia”.

Nunca habrá aproximaciones a ciertos personajes, a ciertas regiones, a ciertas localidades que componen este movimiento, asevera la especialista. Actualmente se debe de tomar este movimiento de Independencia como un periodo en el que se ha aprendido muchísimo y se seguirá aprendiendo, por lo que es necesario que la historia se cuente para hacernos preguntas, para así entender conflictos actuales tan profundos como la violencia, más que para celebrar este pasado.

Construcción de nación a largo plazo

La construcción de la nación es a más largo plazo. Es cierto que el gobierno es independiente y operativo, a pesar de todas las dificultades y tropiezos, pero la idea de que somos una comunidad, de que venimos de algún lugar y vamos a algún lugar juntos, es algo que toma más tiempo, determina Pani. Es algo que tiene que renovarse constantemente, asegura, y no necesariamente tiene que estar fincado en la historia, porque la historia está llena de conflictos, por lo que necesariamente debe estar fincado en mirar hacia delante.

“En ese  sentido, la construcción de nación es casi el pensamiento de Ernest Renan, un académico francés que hace un discurso a finales del siglo XIX donde dice que la nación es un plebiscito diario; entonces a la nación la une la memoria, sin embargo es muy complicado porque para que la memoria nos una, tenemos que hacerle cosas a la memoria”.

Añadió que el proyecto futuro tendría que ser más productivo, conscientes siempre de que al pertenecer a esta nación, asumimos costos en común, pero sobretodo, que debemos tener la convicción de que vamos juntos adelante, en ese sentido, las celebraciones son muy buenas, pero son cosa de un día, son efímeras, y lo otro cuesta mucho más trabajo, pero es más eficaz.

“La celebración de la Independencia de México siempre es buena, en general, el ritual del Grito es muy bonito, que también es bueno porque se piensa que se pertenece a una comunidad, sin embargo se debe trabajar más para crear un país más dinámico e incluyente en los beneficios de construir un futuro juntos y mejor”, concluye Erika Pani.